INDIRA KEMPIS
SENADORA DE LA REPÚBLICA POR MOVIMIENTO CIUDADANO
De acuerdo a Transparencia Mexicana, la consulta pública es un mecanismo de participación que tiene la finalidad de que la sociedad conozca y participe en los procesos de evaluación de los proyectos que son analizados en términos de los impactos que puedan conllevar.
Pero, para garantizar este derecho, se debe publicar, difundir y –en mi opinión– resumir y simplificar las conclusiones de la información técnica relativa a los impactos de los proyectos sometidos a este proceso.
Somos un país en “pañales” democráticos y educativos con desigualdades sociales graves en donde la mayoría busca sobrevivir, que no tiene clara conciencia del valor y la riqueza que ofrecen sus espacios comunes y cómo edificar a partir de ellos. Menos si esos espacios están ajenos a su realidad cotidiana.
Preguntar a la gente sin una referencia, conocimiento o síntesis de análisis o conclusión clara y objetiva por parte de instituciones autónomas de calidad, se presta a todo tipo de interpretaciones y dudas. Esto deja espacio en una consulta a que alguien la pueda calificar como un ejercicio de manipulación y/o catarsis popular en donde bajo la figura de Poncio Pilato la futura autoridad en un muestreo experimental del “x” porcentaje de los votantes activos, incentiva la polarización política (¿como medida de control político?) crea un escenario fértil para el jaloneo, la especulación de los mercados y la informalidad institucional en donde las leyes pasan a segundo término.
Coincido en la necesidad de crear un mecanismo en toda consulta que concentre y ponga a disposición de manera permanente y actualizada la información, preferentemente de manera electrónica para avanzar hacia un “gobierno inteligente” que aproveche las tecnologías para anticipar los riesgos y los problemas y así hacer la vida más fácil al ciudadano.