ESO NO ES FEMINISMO
Sin conceptos, sin rótulos, sin definiciones, la mujer íntegra vive su vida y recorre su camino, expresando sin temor su plenitud de ser. Aquella que “es”, “siendo”; sin pedir permisos, sin preguntar opiniones, sin vigilar las señales de aprobación o rechazo de quienes la rodean.
Mujer que sabe que piensa y siente, con el mismo alcance, con la misma intensidad, como cualquier otro.
Mujer que se reconoce capaz y completa, tan sólo por el hecho de descubrirse “ser humano”, dotado de todas las potencialidades y los talentos.
Mujer que, en exaltación de su esencia, en goce de su independencia, en uso cabal de su libertad, ejerce su vida sin miedos ni culpas por manifestarse auténtica.
Mujer que se entrega en una pasión que la abraza y la quema, con la misma fuerza, que rechaza y reprueba, a quien pretende usarla y convertirla en materia, en símbolo, en estrategia.
Mujer femenina y dulce, sensual, sensible y coqueta, seductora y tierna, cuando le viene en gana, cuando ella así lo desea.
Mujer feminista y valiente, segura, confiada y activa, decidida y autónoma, en cada amanecer y cada crepúsculo, de cada día de su existencia.
Así es la mujer moderna, alguien a quien no le interesa portar etiquetas. No usa pancartas, mantas, letreros, no convoca a mítines, asociaciones, ni huelgas. No necesita de pelo largo o corto, de voz grave o aguda, de modales finos o toscos, ni de trajes sastres, corbatas al cuello, encajes, florecitas o moños.
Así es la mujer de hoy, alguien que no requiere de emblemas, medallas, condecoraciones, ni reconocimientos. No pretende trofeos, no pelea por “su” causa, ni se rebela a “su” medio. No va por la vida exigiendo derechos, gritando creencias, ondeando estandartes, imponiendo preceptos, inculcando doctrinas, ni credos.
La mujer íntegra, va mucho más lejos de esto. Piensa, decide, actúa, es productiva, trabaja. Se realiza, se esfuerza, se prepara y supera. Tiene ambición de logro, espíritu de lucha, necesidad de triunfo, sed de amar y ser amada con una fuerza estridente que la consume y renueva. La mujer plena demuestra “andando” su movimiento. Es aquella que camina sobre estigmas y tabúes sin aceptar límites, menos aún los decretados por lo superfluo y lo externo.
Mujer que no interactúa de forma distinta con quienes la rodean según el sexo al que éstos pertenecen, por lo tanto, ni se acobarda ni se acrecienta ante el hombre, por el contrario, lo reconoce como un buen compañero.
Es mujer que no sabe ni advierte prohibiciones, que no logra estampar en su consciencia el cumplimiento de roles o patrones impuestos. Es capaz de vivir de manera integral y completa, de percibirse como “terminada” a cualquier edad, y aún sin la presencia de un tercero, conformándose por sus propios elementos, sin ausencias, sin vacíos, sin carencias.
Es alguien que no sucumbe irreflexivamente ante la presión social que exige la obligatoriedad de casarse y tener relaciones sexuales, de procrear y parir hijos, de lactarlos y educarlos; por el contrario, esta mujer decide cada estado y cada ciclo de su cuerpo y de su vida voluntariamente e, incluso, aun no encontrando el amor de pareja, no está dispuesta a abdicar en la concepción de un hijo, lográndolo en ocasiones por determinación propia y autónomamente, a través de métodos tradicionales o asistidos.
Esta mujer irrumpe en la sociedad con o sin su beneplácito, para ser partícipe de sus protocolos, ritos y ceremonias, sin tener miedo de ser acusada, criticada o señalada, de que le cierren las puertas, de que le retiren el habla, de que la marginen del grupo, de aquellos que se sienten perfectos y que todo cuestionan o rechazan.
La mujer íntegra no se detiene ante los obstáculos ni los tropiezos, no se resquebraja ni se atemoriza ante la adversidad o los problemas. No espera quietamente a recibir lo que la vida le ofrece, sino que toma de ella lo que requiere, para construir su destino y no dejar así, al azar, el bosquejo de su porvenir y de una posible felicidad y ventura.
Las mujeres que se manifestaron violentamente la semana pasada en la Ciudad de México no son feministas, son pandilleras, vandálicas, delincuentes y muy mal representan al género al que pertenecen. El movimiento es legítimo, no queremos más muertas, más violadas, más mujeres desaparecidas o vulneradas, pero la violencia nunca será el medio correcto para exigirlo.