Quién

POR SIEMPRE ANTHONY HOPKINS

Anthony Hopkins no le teme a reinventar­se con cada personaje que interpreta. Tan sólo en el último año pasó de la televisión, en Westworld, al mundo de los superhéroe­s, en Thor, y ahora al set de Transforme­rs.

- Por NATALIE ROTERMAN

El respetado actor cuenta por qué decidió unirse a la saga de Transforme­rs para interpreta­r a sir Edward Burton en la película “más grande” de la que ha sido parte.

El sólo pensar en el nombre "sir Anthony Hopkins" impone de inmediato. No únicamente por su título nobiliario, sino por su inigualabl­e trayectori­a y talento. Lo curioso es que quien lo conoce ha sido testigo de su absoluta sencillez, misma que salió a relucir desde el primer día de rodaje. “Me vino a saludar Michael [Bay], hablando rapidísimo, es como Speedy González [risas], y me preguntó si me podía decir ‘ Tony’. ‘¡Me puedes llamar como quieras!’, le dije”, recuerda. “Creo que él también se dio cuenta muy pronto de que soy alguien que trabaja en equipo y de ahí partimos”. Por otro lado, Hopkins asegura que no existe peor tipo de egocentris­mo que el de un actor que constantem­ente quiere reescribir el guion o decirle a su director cómo dirigir. “No estoy de acuerdo con eso. Sentir que te mereces todo debe ser horrible. En cambio Michael y yo nos divertimos mucho colaborand­o”. Insiste en que los mejores directores con los que ha trabajado son aquellos que le permiten a sus actores explorar sus propias versiones de las escenas –poniendo como ejemplo a Woody Allen– dentro de los límites de lo que buscan. “Se siente bien ver que la gente está relajada y realmente confía en lo que eres capaz de hacer”, asegura. Hablando de ideales para compartir el set, sale a relucir el nombre de su coestrella Mark Wahlberg, a quien describe como una persona notablemen­te callada y agradable, además de ser un magnífico actor. Cuenta, con una sonrisa, que Mark siempre llega preparado, con sus líneas perfectame­nte memorizada­s para hacer lo que tiene que hacer y que, al igual que él, muchas veces no le faltan ganas de improvisar. A sus casi 80 años, el actor no le teme a cumplir las peticiones de sus directores y mucho menos si se trata de Michael Bay. Por eso aceptó grabar en un coche que iba a 120 km por hora recorriend­o The Mall y pasando por el Arco del Almirantaz­go, en Londres. “Solamente pensaba, ‘Dios mío, pues hasta eso, tuve una buena vida’ [risas]. Traté lo más que pude de no hacer gestos, ¡pero esa reacción de shock no es actuada! Y soy muy complacien­te, pero si me hubieran pedido una tercera toma hubiera dicho que no. Fue una locura”, platica emocionado. Uno creería que alguien como Anthony Hopkins sería más reservado en compartir sus claves del éxito, pero es totalmente al revés. Al hablar sobre cómo enfrenta los retos de cada proyecto contesta entre risas que siempre trata de ser “lo más cool” que puede. “Jamás hay que tomarse a uno mismo tan en serio”, nos revela, es su mejor arma.

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