Quién

HEY, ¡Ya HEY, HEY... llegó la banda!

- Por NATALIE ROTERMAN Fotos URIEL SANTANA

Hace 35 años, Timbiriche se subió a un escenario por primera vez, sin saber que 10 días después se convertirí­a en el fenómeno pop que marcaría los 80. Hoy, Erik, Sasha, Benny, Mariana, Alix y Diego nos cuentan cómo llegaron hasta aquí y qué sienten de regresar a los escenarios.

EEra un 30 de abril cuando Luis de Llano y la Gordita Galindo llevaron a sus seis pequeñas estrellas en potencia a su primera aparición en televisión. Ahí mismo los apadrinó Miguel Bosé, minutos antes de que cantaran por primera vez en público. La canción fue “Timbiriche” y el público quedó fascinado. Desde un principio era muy claro que el sexteto se formó como respuesta al rotundo éxito del grupo español Parchís; para Luis de Llano, empresario y visionario, la fórmula no tenía pierde: un México sediento de pop en una década que se regía por la inocencia. Tan afortunada fue la alineación de los factores, que las cosas sucedieron a una velocidad estrepitos­a, misma que aún les cuesta concebir a sus integrante­s. “Todo fue rapidísimo, yo recuerdo que Timbiriche salió un Día del Niño y 10 días después Jacobo Zabludovsk­y nos presentó en su programa de las 10 de la noche como ‘el fenómeno de México’”, recuerda Sasha sorprendid­a. “¡No entiendo bien cómo pudo haber sucedido algo así! Ese día cantamos ‘Mamá’, y Jacobo habló con nosotros. Nos entrevistó como si fuéramos jefes de estado, o no sé [risas]”.

INFANCIA INTERRUMPI­DA

Para estos seis niños, vivir una infancia normal dejó de ser opción desde muy pronto. Probableme­nte desde que soñaban con ser famosos; posiblemen­te cuando decidieron entrar al CEA, pero definitiva­mente, el día que pisaron ese escenario. Para cada uno fue distinto, aunque todos tuvieron que hacer sacrificio­s y trabajar muy duro para mantener vivo este sueño. “Claro que nos perdimos muchas cosas familiares, cumpleaños de nuestros papás, años nuevos, y sí, perderte de toda

esa dinámica cuando eres tan chico se volvía doloroso”, insiste Sasha.

De todos, Alix cree que es ella quien lo vivió con más normalidad por las estrictas reglas de su casa. “Mi mamá me exigía mucho que no dejara nunca la escuela”, recuerda. “Así llegara a la una de la mañana de una gira, a las seis tenía que estar despierta para irme al colegio”. Para Benny, ciertas cosas de esa vida no eran del todo novedosas. Incluso, por momentos, relata anécdotas que parecen venir de niños que ya eran adolescent­es antes de saberlo. “Hacíamos pijamadas en casa de Sasha, nos metíamos todos al jacuzzi a jugar a que éramos famosos. Esta parte de descubrir la vida juntos y hacer familia desde pequeños, ver cómo íbamos cambiando de una manera distinta, quién iba madurando primero y quién después, fue muy interesant­e”.

DE LA NOCHE A LA MAÑANA

El shock que conllevó la fama instantáne­a no significa que haya sido una total sorpresa para los chicos. Incluso, mirando hacia atrás, lo ven como una sucesión natural de hechos. Ellos mismos ya estaban persiguien­do un sueño, preparándo­se para ese momento, montando obras musicales mientras estudiaban en el CEA bajo el mando de su profesora, Martha Zavaleta –la misma maestra energúmeno de ¡Cachún Cachún ra ra!, también conocida como mentora del grupo–, y cuando llegó su oportunida­d, no fue tan inesperada. Lo sorpresivo fue cómo y a qué velocidad sucedió. “Yo al principio lo vi como un juego”, asegura Alix. “No sabíamos a qué nos estábamos enfrentand­o; era la prueba de tener por primera vez un grupo mexicano infantil y nosotros nos estábamos divirtiend­o”. Lo recuerda como algo que se sintió (y sigue sintiendo) tan natural como jugar con tus amigos a dar un concierto. Sasha y Diego, en cambio, sí recuerdan los primeros momentos de fama como algo vertiginos­o.

A pesar de que la mayoría de sus integrante­s eran hijos de famosos, Timbiriche se formó como cualquier otro grupo. “En mi caso fue en una comida en casa de mi madrina, María Rivas”, recuerda Benny con una sonrisa. “Mi tío Luis me estaba contando una anécdota de un helicópter­o que se había caído en la selva de Cancún, no sé por qué [risas], y de la nada me dijo: ‘Oye,

vamos a hacer un grupo onda Parchís, Menudo, ¿no quieres estar?’. Le contesté que sí y me mandó a una audición igual que a todos”, nos cuenta. A pesar de que Benny no iba al CEA, asegura haber visto las obras que montaban sus compañeros y confiesa haber ido “medio en plan de fan”. Tiene muy claros recuerdos de haber visto las audiciones de Paulina y Sasha, así como de haberse topado con un piano vertical para cantar en la suya.

EL PRINCIPIO DEL FIN Tras un año de locura, conciertos y giras por todo el país, sale su disco La banda Timbiriche, con éxitos como “México” (escrita por Miguel Bosé) y “La vida es mejor cantado”, con el cual se incorpora Erik Rubín al grupo. “Cuando se sumó Erik fue un poco raro porque era el nuevo; entraba a una estructura que ya estaba ahí y eso siempre es difícil”, recuerda Benny, volteando a ver a Erik, quien se ríe. “Pero creo que con el montaje de Vaselina nos integramos todos perfecto”.

Las cosas ya estaban muy establecid­as para entonces; el trabajo se sentía como ir a la escuela con tus compañerit­os y viceversa. “Cuando salíamos, nos dividían en dos transporte­s, había uno que iba al sur de la ciudad y otro al norte”, explica Mariana. “En el primero, íbamos Paulina, Benny y yo y siempre le pedíamos a quien manejaba que si se podía parar en una tienda departamen­tal, para ver si ya estaba el disco a la venta,” recuerda.

En 1985, a pesar de que siguen los éxitos, el grupo original parece comenzar a desmoronar­se. El primero en salir es Benny Ibarra dando pie a la entrada de Eduardo Capetillo. Algunos meses después se despide Sasha y Thalía entra en su lugar y, al año siguiente, llega el turno de Mariana, quien fue sucedida por Edith Márquez. Para ese entonces tanto sus integrante­s y sus canciones ya se acercaban más a un Timbiriche adolescent­e y era momento de dar el salto. Se podría decir que el disco que marcó este parteaguas fue Timbiriche 7, con sencillos como “Besos de ceniza” y “Mírame”. Los niños que lo iniciaron todo, habían quedado atrás.

MIRANDO HACIA ATRÁS Cuando el grupo comenzó a desintegra­rse, los fans no estaban listos para soltar, por lo que las reconcilia­ciones y reencuentr­os comenzaron tan sólo cuatro años después, en 1998. Hoy, regresan tras 35 años con más templanza y concentrac­ión.

Curiosamen­te, ellos mismos agradecen que todo haya sucedido exactament­e como pasó, pues tal vez más adelante en sus vidas no lo habrían hecho. “No sé. Si hubieran juntado a este grupo de personas a los 20 años, tal vez no hubiéramos hecho el grupo”, reflexiona Benny. Pero, ¿se arrepiente­n de haberle entregado sus vidas a este conjunto musical? La respuesta es no. Lo ven como un “apellido que tienen en común” al que le tienen que seguir sacando jugo mientras se pueda. “Don Luis de Llano, que fue mi abuelo y maestro de todos nosotros, tenía una gran frase: ‘Joder, ¡qué ganas de tener 70 años para hacer lo que yo quiera!’, así que cuando los tengamos probableme­nte podamos hacer lo que queramos”.

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AMIGOS DE VERDAD Alix y Erik han estado ahí prácticame­nte desde el principio y en todos los reencuentr­os.
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Erik, Alix, Benny, Mariana, Diego y Sasha han compartido un sinfín de momentos juntos, y hoy, más que colegas, se consideran hermanos.
SIEMPRE JUNTOS Erik, Alix, Benny, Mariana, Diego y Sasha han compartido un sinfín de momentos juntos, y hoy, más que colegas, se consideran hermanos.
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LAS CHICAS Hoy en día, Mariana, Sasha y Alix no sienten más que emoción de regresar al escenario juntas.

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