El elíxir de la vida
Chanel convirtió el Grand Palais en un paraíso artificial para el desfile primaveraverano 2018. Al fondo, unas cascadas que recordaron el poder de la transformación.
La vida continúa. Es una difícil realización. 30 de septiembre de 2017. Mental y emocionalmente agotada, me dirijo a París a un evento que a comparación de lo que dejo atrás, no es nada más que vano. Un sueño de vida, acudir a un desfile de Chanel en París, se ha vuelto de pronto una piedra en el corazón. Me alejo de mi país con una sensación de remordimiento e impotencia. Pero de nuevo, la vida sigue y a veces uno encuentra que la única manera de ayudar que queda, después de agotar todas las demás posibilidades, es ponerse de pie y seguir adelante.
Así que voy hacia París en busca de claridad mental, inspiración, motivación. Descendiendo del avión, el aire cristalino me abraza hasta los huesos. Me hospedo en Le Meurice, un hotel que con los años se ha vuelto emblemático para el mundo de la moda.
La mañana del lunes me toca conocer el departamento de mademoiselle Coco. Antes de empezar la visita, me llevan al showroom para elegir algo para el desfile del día siguiente. Lo que aprendí de la diseñadora por su departamento es la importancia que le daba a sus raíces. Y es el respeto a estas raíces lo que ha dado a Chanel la solidez de continuar siendo lo que es hasta hoy. Al día siguiente tuve la oportunidad de invitar a mi hermanita Margaux Gia, la niña más cool y chic de 14 años en la vida, al desfile spring/summer 2018. Fue sumamente especial compartirlo con ella, pues vivimos en lados opuestos del mundo y tenemos pocas oportunidades de solidificar nuestros lazos fraternos.
La impresión final que me llevé de esta colección dio en el clavo a esa motivación que yo buscaba. Si bien Chanel siempre ha reflejado la imagen de una mujer fuerte e independiente, aquí la vi entrar en una nueva faceta. Vi una colección inspirada en la mujer que se adapta al cambio, que