Quién

En otra piel

EN ENTREVISTA, DIEGO BONETA NOS HABLA SOBRE EL TRABAJO FÍSICO Y EMOCIONAL, ASÍ COMO DEL DOLOR Y LA ALEGRÍA QUE DURANTE MÁS DE UN AÑO ATRAVESÓ AL DARLE VIDA A EL SOL EN LUIS MIGUEL LA SERIE.

- Por MARIO VILLAGRÁN Fotos FERNANDO MARROQUÍN

Diego Boneta nos cuenta el camino que recorrió para transforma­rse en Luis Miguel para la serie de Netflix.

Diego hace un gesto y sus amigos no paran de reír. Lo hace sin intención, pero ahí, en esa pequeña mueca, se resume todo. Él no lo nota, pero la gente a su alrededor se lo comenta: “Lo hiciste tal como Luis Miguel”. No hay cámaras. No hay reflectore­s. Ni está en medio de una escena. Diego no está actuando y, aun así, Luis Miguel está ahí. En el tono de voz. En los movimiento­s. Y en el dolor… porque sí, duele ser Luis Miguel.

Ha pasado más de un año desde que Boneta recibió la noticia. Había sido elegido para interpreta­r a el Sol en la serie de Netflix y tenía 365 días para prepararse. Para transforma­rse. Para aceptar y reflexiona­r. Tenía el papel de su vida y no lo iba a dejar escapar. Así como tampoco podría escapar (tan fácil) de sentirse en la piel de uno de los artistas más talentosos y misterioso­s de la cultura pop.

Y hoy, Diego pelea con esos gestos. Con el tono de voz. Con el color de cabello. Con el dentista y la separación de dientes. Y con todo lo que significó el mayor reto de su carrera, el cual es el pretexto perfecto para platicar no sólo sobre Luis Miguel, sino sobre el fenómeno detrás de él.

¿Cuál es el primer recuerdo que tienes de Luis Miguel?

Es tener cuatro años y estar cantando “Suave”. Esa es la primera imagen que tengo de él en mi vida. Recuerdo también que fue el primer concierto al que fui. Lo tengo muy claro: mis papás me llevaron al Auditorio Nacional.

Para mí la música es esencial para definirme como ser humano y mucho de eso viene de mi familia. Mi padre era fan del rock de los años 80 y mi mamá es una disco queen. De los pocos artistas que ambos compartían en gusto era Luis Miguel. Todos en casa sabíamos que enfrente teníamos un cantante con una voz privilegia­da, de otro mundo. Desde el inicio estuvo presente en mi pasión por la música.

¿En qué momento te das cuenta de la diferencia entre él y otros cantantes?

Desde niño lo sabía, pero verlo en vivo me impresionó. El show era él. No necesitaba de nada más. Bastaba con su presencia. En casa escuchábam­os mucho a Frank Sinatra y a Elvis Presley, y me parecía un cruce entre ambos. Luego, años después, cuando estaba en Código F. A. M. A. [ reality infantil de Televisa] los productore­s decidieron que cantara “La chica del bikini azul”. Eso llevó al primer artículo de prensa que se escribió sobre mí, en El Sol de México. Ahí, me comparaban con él y eso me paralizó. Me estaban equiparand­o con el mejor cantante en español de todo el mundo. Ahí entendí su dimensión. Yo no nací con la voz de Luis Miguel. Tuve que trabajar mucho y esforzarme para encontrar la mía. Él nació con la suya. Es un nato. Siempre vi una clara diferencia clara entre otros artistas y él.

¿Te sigue paralizand­o la comparació­n?, ¿el qué dirán con Luis Miguel la serie?

Claro. Sabía exactament­e lo que implicaba en responsabi­lidad. Sé que hay expectativ­as, pero sigo el consejo de mi papá: “No te preocupes. Ocúpate”.

Tuve un año para prepararme para el trabajo y en esta industria ese tiempo no es nada común. La meta era ser él y no un imitador, así que puse en un pizarrón lo qué tenía que hacer: reaprender a cantar, cambiar mi tono de voz, asumir situacione­s que él había vivido y entender lo que estaba por afrontar.

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Diego comparte créditos con la colombiana Paulina Dávila.

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