Gone in 60 Seconds
Coincidir con Nacho Figueras es casi un milagro: su movida agenda social lo lleva desde la boda de Harry y Meghan al Veuve Clicquot Polo Classic en Nueva York. Pero esa no es la verdadera vida del polista más famoso.
Enfundado en un traje gris, Nacho Figueras, el jugador de polo–modelo de 41 años, lleva una vida glamurosa casi por accidente. Sí, estamos en una suite del hotel Four Seasons Downtown en Nueva York a punto de ir a disfrutar una copa (o dos, o tres) de Veuve Clicquot Rich que, casualmente, es la versión favorita de Nacho de las burbujas. “Me gusta con hielo porque es más fresco”, dice con sencillez. Pero él lo toma con medida: “La champaña está muy presente en mi vida, pero al ser deportista, no tomo tanto. Sólo lo justo”.
Es verdad, él y su esposa, la también modelo Delfina Blaquier, ocuparon dos sitios en la lista más codiciada del año: los invitados de la boda de Meghan Markle y el príncipe Harry. Aun así Nacho lo toma con modestia. “Lo voy a simplificar”, comienza. “Yo fui al casamiento de mi amigo. Para mí era acompañarlo en un día muy especial. Obviamente no era un boda cualquiera pero lo viví de esa manera. Fue tremendo”.
Es cierto, se mueve en un mundo en que las celebs top –como Penélope Cruz o Freida Pinto– corren a verlo jugar en el Veuve Clicquot Polo Classic; ese mismo evento para el que la crème de la crème de la sociedad neoyorquina agota los boletos en sólo ¡60 segundos! (No te pierdas los detalles en la pág. 86). Pero para él ese no es el foco. “Yo vivo el polo desde otro lugar: miro el pasto, los caballos, la relación de los padres con los hijos, el compartir algo con un equipo. Todo lo que pasa alrededor es el marco”, explica con humildad. Nosotros sólo podemos decir que es un marco muy bonito.