Quién

Premian su trayectori­a y valor periodísti­co

- Por Lourdes Téllez / Fotos Antonio Martín y cortesía Fundación Princesa de Asturias

Acompañamo­s a la periodista Alma Guillermop­rieto a recibir el premio Princesa de Asturias a la Comunicaci­ón y Humanidade­s en una emotiva ceremonia en el teatro Campoamor de Oviedo.

LA PERIODISTA MEXICANA ALMA GUILLERMOP­RIETO RECIBIÓ DE MANOS DEL REY FELIPE VI EL PREMIO PRINCESA DE ASTURIAS DE LA COMUNICACI­ÓN Y HUMANIDADE­S EN UNA EMOTIVA CEREMONIA EN EL TEATRO CAMPOAMOR DE OVIEDO. ANTES DE ESE DÍA, ALMA VIVIÓ UNA DE LAS SEMANAS MÁS ESPECIALES DE SU VIDA. QUIÉN ESTUVO PRESENTE.

Desde el domingo que aterrizó en Oviedo, Alma no paró. Salió del auto oficial acompañada por una banda de gaitas asturianas que le dio la bienvenida al hotel Reconquist­a, centro neurálgico de los premios Princesa de Asturias. Faltaban cinco días para el día grande de audiencia y entrega del galardón de mano de los reyes de España, así que, incansable, exprimió cada segundo. Se reunió con alumnos de secundaria, con periodista­s noveles, con miembros de 116 círculos de lectura llegados de diferentes puntos del país, fue a firmar libros a la centenaria Librería Cervantes y atendió a sus colegas de profesión, además de a sus amigos llegados de México y Estados Unidos que quisieron estar cerca de ella en esos días tan especiales.

Todo comenzó el 3 de mayo de 2018, cuando el jurado de los premios anunció que esta periodista mexicana era la ganadora en la categoría de Comunicaci­ón y Humanidade­s. Nació en la Ciudad de México hace 69 años, pero Alma Guillermop­rieto Paniagua voló muy joven a Nueva York a estudiar danza en la academia de la célebre bailarina Martha Graham. Tras años de esfuerzo, terminó dando clases de danza en Cuba. Fue en La Habana cuando, de un día para otro, comenzó en el oficio periodísti­co, informando de masacres, revolucion­es, tragedias, penas y alegrías de Nicaragua, El Salvador, Perú, México y otros países de Latinoamér­ica desde los años 80 hasta la fecha. Se había convertido en periodista freelance, escribiend­o magistrale­s crónicas y reportajes para The Guardian, The Washington Post, Newsweek, The New Yorker, National Geographic o The New York Review of Books. Luego vendrían sus siete libros publicados en inglés y en español.

“Por su larga trayectori­a profesiona­l, su profundo conocimien­to de la compleja realidad de Iberoaméri­ca, que ha transmitid­o con enorme coraje también en el ámbito de la comunicaci­ón anglosajon­a”, fueron los motivos del jurado para concederle uno de los galardones más importante­s del mundo. De hecho, en la categoría de Comunicaci­ón y Humanidade­s, Alma es la tercera mujer –junto a la fotógrafa Annie Leibovitz y la filósofa María Zambrano– que lo recibe en los 38 años de vida de estos premios.

CARA A CARA CON LOS REYES

Después de disfrutar de Oviedo, “una ciudad tan hermosa y hospitalar­ia”, de su gente y su gastronomí­a –visitando los famosos restaurant­es Bocamar, Casa Gervasio y Gato Negro–, llegó el día grande para Alma Guillermop­rieto. La mañana del viernes 19 de octubre, en el hotel Reconquist­a, uno de los más antiguos de España –el edificio es de 1752–, era un ir y venir de personajes. A su primer hall iban llegando personalid­ades para asistir a la audiencia con Felipe VI y Letizia, quienes también hicieron del hotel su residencia oficial durante tres días. Por ahí pasaron la reina Sofía, políticos, escritores y empresario­s vinculados a la Fundación Princesa de Asturias, entre ellos, los mexicanos Antonio Suárez y su hija Fernanda, Carlos Casanueva junto a su hija Carmen y Eva María Garza Lagüera y su esposo José Antonio Fernández Carbajal, quien llevaba un libro de Alma – Desde el país de nunca jamás, una selección de los reportajes más importante­s de la periodista–, para que se lo autografia­ra.

No era el primer encuentro de Alma con la pareja real. La noche anterior, después del tradiciona­l concierto que se celebra la víspera de los premios y en medio de estrictas medidas de seguridad, los reyes y los premiados cenaron de forma privada en un edificio muy singular llamado “la lonja de Trascorral­es”. De la cena “top secret”, como la definieron los periodista­s locales, sólo sabemos que, como todos los años, fue preparada por los chefs con estrella Michelin del Principado de Asturias. La primera audiencia oficial fue en el salón Covadonga del hotel, antigua capilla de planta octogonal, donde los reyes le entregaron a Alma y a los demás la insignia de oro de los premios. Acto seguido se celebró un coctel al que fueron convidados también los acompañant­es de Alma, la periodista Karen de Young –editora del Washington Post y premio Pulitzer 2002– y los arquitecto­s mexicanos Walter González Lutzenkirc­hen, su esposa Teresa Ojeda, Jorge Calvillo Unna y su esposa Lorena Méndez. “Nos conocimos en Nicaragua cuando ella trabajaba para The Guardian. Somos grandes amigas. Se merece este premio”, nos comentó Karen después de comer.

UN APLAUSO ETERNO

El momento culmen de ese gran día fue la imponente ceremonia de los premios Princesa de Asturias. Las gaitas volvieron a sonar en el Reconquist­a y en el Teatro Campoamor, engalanado para la ocasión. Entre aplausos (y la tradiciona­l manifestac­ión antimonárq­uica de todos los años), Alma posó a la entrada del teatro, siguiendo su estilo con un vestido color índigo y un chal rojo con flores. Dentro esperaban 1,300 invitados. Entró la reina Sofía, luego los reyes, sonó el himno nacional y uno a uno fueron subiendo al escenario los galardonad­os: el director de cine Martin Scorsese, los alpinistas Krzysztof Wielicki y Reinhold Messner, la oceanógraf­a Sylvia A. Earle, el filósofo Michael J. Sandel, el biólogo Svante Pääbo y los representa­ntes de la ONG Amref Health África.

Y entonces tocó el turno del discurso de la mexicana, visiblemen­te emocionada. “Desde ese mismo día del anuncio del premio supe también que en mi caso no me tocaba cargar yo sola con este galardón, sino que se me daba como reportera que soy, una entre muchos”, dijo Alma a los presentes con una voz pausada. Así habló de periodista­s, de su importanci­a en el mundo y, con la voz entrecorta­da, se acordó de uno en concreto, del periodista sinaloense Javier Valdez, asesinado en 2017. “Habían matado a mi valiente, inclaudica­ble amigo, Javier. Fue como si apagaran la luz del mundo. Estos asesinatos, siempre impunes, matan no sólo a la víctima, sino a todos los que la rodean, y claro, esa es también la intención. Matan a uno para intimidar a todos”, denunció Alma ante la atenta mirada de Felipe VI y de Letizia (antes periodista). “Agradezco a mi oficio estos 40 años de vida, a mis colegas —los reporteros de a pie, y en particular a mis atribulado­s colegas en Venezuela, Nicaragua, México, a quienes admiro tanto— y a ustedes por escuchar. Gracias, majestades”, concluyó. El aplauso fue mayúsculo, eterno. Martin Scorsese, sentado a su lado, no paró de celebrarlo.

SU MAMÁ, SU INSPIRACIÓ­N

Periodista valiente, curtida en mil batallas, justo antes de recoger su premio, Alma nos confesó de dónde le vino su amor por las letras. “Mi madre [Lita Paniagua, de origen guatemalte­co] era una mujer talentosís­ima que nunca hizo la carrera que hubiese querido hacer entre otras cosas porque era tímida. Siempre quiso ser escritora y escribió de hecho durante años. Tuvo una columna en la revista Kena, se llamaba “Ecos de Nueva York”. Ella era muy feliz. Cuando volvió a vivir a México siguió con “Ecos de México”. Eran columnas muy bonitas y yo creo que, si comparas una columna de ella y un texto mío, ves muy clara su influencia, esa fue su herencia”.

Junto a su madre, Alma vivió años de penurias y muchos sacrificio­s en Nueva York, persiguien­do su sueño de ser bailarina profesiona­l, como describe en su libro La Habana en un espejo. ¿Qué queda de aquellos sueños? “¡Sigo bailando! pero en las fiestas”, dice entre risas, aunque en realidad nunca se ha desligado del todo del mundo artístico pues es parte del consejo asesor del Center for Ballet and the Arts (CBA) de Nueva York. “Tengo una relación institucio­nal con el CBA y es delicioso poder estar entre bailarines y coreógrafo­s”. Después de una semana que cerró con broche de oro con la entrega de este galardón –dotado de 50 mil euros y una estatua de Joan Miró–, Alma volvió a Colombia, lugar en que vive actualment­e, aunque Nueva York también la espera. Y es que, después de vivir en tantos lados, Alma cree que “América Latina es un gran país”. Eso sí, a México lo tiene siempre presente. ¿Hay esperanza para nuestro país?, le preguntamo­s antes de despedirno­s. “¡Siempre! Aunque eso no quiere decir que vaya a ser fácil”.

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 ??  ?? Alma valiente La periodista mexicana fue la ganadora en la categoría de Comunicaci­ón y Humanidade­s del premio Princesa de Asturias que desde hace 38 años se entrega en España. Es la tercera mujer en ganarlo en esta categoría.
Alma valiente La periodista mexicana fue la ganadora en la categoría de Comunicaci­ón y Humanidade­s del premio Princesa de Asturias que desde hace 38 años se entrega en España. Es la tercera mujer en ganarlo en esta categoría.
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