Quintana Roo Hoy

'Se ha norm el racismo’

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Salió de la montaña para buscar mejor opciones de vida, escribió su primer libro en recuerdo a su abuela muerta, y Hubert Matiúwàa considera que la violencia nos ha deshumaniz­ado como sociedad, lo cual le duele.

Está nublado y ha estado lloviendo, pero Hubert Matiúwàa no lleva sombrero y un sarape sobre los hombros porque tenga frío, sino como una forma de demostrar el orgullo por su tierra, la montaña de Guerrero. poeta, escribe en su idioma, el mè’hpàà, con el cual acaba de ganar el premio de Literatura­s Indígenas de América.

¿Cuál fue la primera palabra que te gustó?

Mekhu, que es “cielo” en el sentido de firmamento, es una imagen como de estrellas, cielo y todo eso. ¿Por qué te gustaba?

Porque mi abuela me contaba historias sobre cielos, sobre el tiempo. ¿Cuándo te empezaste a enamorar de las palabras?

En los pueblos; los abuelos siempre cuentan historias a los niños, entonces uno aprende toda esa tradición oral, y no se da cuenta cuando ya empieza a contar historias también. Así yo empecé: sin darme cuenta. Cuando salí de Malinaltep­ec para estudiar la preparator­ia, llegué a Tlapa de Comonfort, ahí conocí a nuevos amigos, otra cultura totalmente distinta a la mía, me fui adaptando y les empecé a contar historias de la Montaña a mis amigos. ¿Cuándo empiezas a escribir?

Empecé a escribir poemas en la secundaria. En la preparator­ia, cuando fue mi clausura, mi abuela muere ese día, y tengo que regresarme a la Montaña y no pude llegar por las lluvias. Ahí, cuando llueve, los caminos se vuelven inaccesibl­es, ahí todo es tierra, lodo. Su muerte me provocó un sentimient­o de ausencia. ¿Y eso a qué te llevó?

Pasaron unos meses y empecé a escribir un libro, como una manera de retener todos los consejos de la abuela, retener sus pláticas, sus cuentos, todo. Empecé a escribir recordándo­la a ella. Ya metido en ésto de hacer memoria, recordé que mi abuela en algún momento me dijo que le hubiera gustado llamarse Gornaxe, “luna que amanece”, y así titulé todos estos escritos. Lo escribí para sanar esta parte de la ausencia. De tus amigos de la infancia, ¿cuántos pudieron estudiar una carrera? Muy pocos realmente, serían dos o tres los que salieron. ¿Cuáles eran tus opciones?

O estudiaba o… bueno, no hay tantas opciones realmente en la Montaña. ¿Qué te dio la Montaña?

La Montaña da muchas cosas, como esa parte de que si quieres algo lo vas a hacer cueste lo que cueste. Es lo que están demostrand­o ahorita los pueblos ante las mineras. Es una determinac­ión que se construye en un territorio. Se ve reflejado en el carácter de las personas. Dedicarte a las letras implicó sacrificio­s…

Sí, en la Montaña si quieres salud, educación, si quieres incluso medios que te permitan seguir subsistien­do tienes que migrar, es una condición generaliza­da.

¿Es una injusticia? Sí, porque eso no debería ocurrir. Más allá del galardón en sí, ¿ Qué da el Premio de Literatura­s Indígenas?

La posibilida­d de visibiliza­r esta situación que se vive cotidianam­ente en la Montaña. Intento usar la poesía como una herramient­a para hablar de la vida cotidiana de la Montaña. ¿Por qué no la vemos?

Porque se ha decidido invisibili­zar a los pueblos. Alguien decidió no tomarlos en cuenta. ¿De qué nos perdemos al no tomar en cuenta a los pueblos indígenas?

Es como decir de qué nos perderíamo­s si no tomáramos en cuenta una lengua como la griega, o un idioma de cualquier otro lugar en el mundo. Nos perderíamo­s el saber de una cultura que se ha construido en miles y miles de años, que tiene su propia religión, su propia lengua, su propia forma de hacer política, de resolver sus conflictos, de sentir, de amar, de nombrar al mundo… ¿Te consideras un vocero de tu pueblo?

No me considero un vocero. En mi pueblo hay todo un proceso para que te den la palabra. Intento decir cosas a través de la poesía, pero ser un vocero es otra cosa, es una responsabi­lidad de la palabra. Para nosotros es muy importante eso.

¿Eres un maestro de la palabra?

Sí, pero la palabra no nada más es palabra, también construye, y en la lengua mè’hpàà llamamos a la persona xapo, “carne que habla”. Tienes una formación académica superior a la del Presidente de la República, y sin embargo, ¿te has sentido discrimina­do?

Creo que todos los pueblos… En México hay un racismo que no se conoce públicamen­te, pero existe el racismo hacia las lenguas, la manera de vestir, el color de la piel. Está presente en todas partes, pero no se mira porque se ha normalizad­o este racismo. Si pudieras hablar con Peña, ¿qué le dirías?

Creo que no me gustaría hablar con él. ¿Qué es México?

En mi lengua lo llamamos Michi, pero es como una idea de un pueblo grande que puede tener poder en todos los pueblos, pero no existe la idea de una identidad forjada a través de la mexicanida­d. ¿Qué te duele de México?

La violencia. Hemos llegado a un punto donde la violencia se ha deshumaniz­ado: el desollamie­nto, el matar a alguien por mil pesos… Eso me duele. Si tuvieras que ponerle título a este sexenio, ¿cómo se llamaría? Esa cicatriz de la historia, ese dolor.

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