Record

EL GUION DE LA VICTORIA

EL CEPILLO HIZO DOBLETE Y CRUZ AZUL NO DA UNA

- Por Felipe Morales

Oribe Peralta realizó una actuación digna de un galardón

Decir que “el tiempo no perdona” es acudir a una máxima biológica que no escapa del futbol. El Clásico Joven está envejecien­do con la dignidad de un vino, o con la virtud de un recuerdo tan preciso como una navaja.

Atrás quedaron los esgrimas verbales de La Volpe y Jémez, y aún más atrás esa Final cardiaca que hoy sigue despertand­o sospechas: no puede ser accidental tanto drama.

El de ahora fue una noche de sábado, donde el primero en comparecer fue Silvio Romero, cuya puntería ansiaba tanto el ángulo, como las gradas del Azteca necesitaba­n un lleno que nunca fue.

Entonces, este juego, que es la expresión de lo joven en su concepto, empezó su lenta maduración, con un Michael Arroyo que fluye por la banda izquierda como metáfora de su apellido.

Pero Cruz Azul nunca se planta frente al América ni como víctima ni comparsa. Se apersona con la estatura de su grandeza, y ocurre lo inolvidabl­e. O lo inevitable.

Y la trama fue tensada con un mano a mano de Jorge Benítez, exco- mulgado por el discreto héroe que es Agustín Marchesín en el América.

El juego fue una recepción de Oribe Peralta que recuerda a Zidane y que se disipa en una pierna fortuita.

Un tiro libre que el Chaco imaginó en su etiqueta de héroe, pero que nadie más entendió, porque Giménez tiene mucho de isla desierta.

Hasta que un tiro de esquina forzado por Arroyo en una mano perfecta de Corona, nos recordó que Peralta es un capitán ‘de facto’: rompe desde el punto penal, y como una mala noticia, se anticipa a todo. El Azteca festejó el gol, menos con euforia, y más con la certeza de que las tienen pulso.

El segundo tiempo empezó a sobrar. América, cómodo en el contragolp­e. Cruz Azul, merodeando el área con menos recursos que un mimo atado de manos.

Pero cada triunfo amerita un caudillo. Y Oribe, el de los Juegos Olímpicos, el de la máscara, el del gafete como anillo al dedo, definió el partido como quien se anuda los zapatos o conquista un imperio antes de que se ponga el sol.

“¡Oribe Peraaaalta!” corea el estadio. La voz impersonal que anuncia a su redentor, que minutos antes de la conclusión, sale con una ovación cerrada, como torero caro en una tarde de venia.

Así concluyó el Clásico Joven, y terminó porque el tiempo no perdona. A nadie, porque estos duelos tienen mayoría de edad y comienzan a envejecer. A nadie, aunque, con perdón de la biología, el tiempo otorga licencia a un grito, que resuena así en la noche de Tlalpan: “Oooooribe Peraaaalta”.

 ?? @explosions­andia
/explosions­andia ?? La Volpe vio el duelo desde el palco.
La roja de Roco condicionó a los celestes.
Oribe festeja con Darwin, tras su doblete.
@explosions­andia /explosions­andia La Volpe vio el duelo desde el palco. La roja de Roco condicionó a los celestes. Oribe festeja con Darwin, tras su doblete.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico