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LIGUILLA, EN VILO

Las Águilas tenían todo para obtener su boleto, pero el Atlas los sorprendió

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Ocurre a veces. El futbol es también un estado de ánimo. Por eso las piernas de pronto se rebelan a los designios de la mente. El Atlas entendió que durante la semana esa desconexió­n hizo crisis en un América sacudido por los vientos de la salida de Ricardo Peláez de la presidenci­a deportiva. Y así, los Rojinegros destrozaro­n a las Águilas en 20 minutos.

Atlas entendió que el trabajo suma y suma, hasta que multiplica y multiplica. Los Zorros desearon su camino y caminaron su deseo. Están en Liguilla.

El América no usó la cabeza ni para defender ni para pensar. Pero Leiton Jiménez sí la utilizó en un remate que tuvo mucho de martillo. Un cabezazo seco a la base del poste derecho fue la confirmaci­ón de que muchas veces las superiorid­ades nacen desde donde provienen las ideas.

Y Atlas fue muy racional. Demasiado pensante. Trabajó un triunfo con gafas, lapiceros y apuntes. Inteligent­es desde su concepción del juego, se abrazaron al más estudioso de todos. Matías Alustiza hizo un quiebre, cargado de contenido, y desde afuera del área puso el balón pegado al poste derecho. Fue un gol muy cerebral.

No es natural que un niño de 16 años sea el motor que impulsa a un equipo como el América, pero Lainez ya ha demostrado que no es un niño normal. Y a partir de sus pies de confeti, los azulcremas eran poquito más que nada.

Pero en Coapa cualquier anotador distinto a Oribe Peralta es un despropósi­to. Lo supo el poste resonante de Michael Arroyo.

El capitán del América tensó la trama con un penalti ejecutado desde la memoria operativa de quien entiende un cobro acertado con la misma naturalida­d con la que le pone leche al cereal.

Pero nada es suficiente cuando en tres minutos se quiere rescatar lo que no se cultivó en 87. Las Águilas tenían más prisa que un carte- rista perseguido. Pero fue atrapado por sus omisiones de futbol.

Agustín Marchesín subió a rematar en un tiro de esquina en el último minuto, pero se enteró después de que claramente él no es ‘Conejo’ Pérez. O Moisés Muñoz. Y así, consumido en la opacidad de sus esfuerzos, el América se alejó de la Liguilla, como quien se pierde sin brújula en altamar. Y hoy, todo mundo vive del recuerdo y extraña a Ricardo Peláez. Ocurre a veces.

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Jugadores del Atlas festejan tras una de las anotacione­s en el Azteca.

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