ESTE AMÉRICA DEL PIOJO... ES ÚNICO
Rondó la DERROTA, pero al final sigue el LÍDER INVICTO, que mejoró en el triunfo en un juego que hasta pudo llevarse la segunda mitad. Con este resultado, MIGUEL HERRERA firma su mejor inicio con los de Co apa: OCHO JUEGOS SIN DERROTA .“Es un equipo con c
En Veracruz se juegan los partidos de la transpiración. No es mejor el que juega más, sino el que suda más.
El Puerto no es para todos. Ahí la humedad se merece y el talento, a veces, no prevalece. Se subraya la intensidad y se aplaude más una playera empapada, que una jugada inesperada. Ahí los puntos se ganan desde el esfuerzo de no ser menos, aunque pocas veces se sea más…
En el Luis ‘Pirata’ Fuente se juega desde el bochorno. Los equipos se trasladan sobre un engrudo, que espesa las voluntades. Y así el América corría por un campo que cansa las piernas y envejece las ideas, pero donde se conserva el invicto y el liderato general y Miguel Herrera impuso una marca de ocho duelos al hilo sin derrota en un inicio de torneo.
Los Tiburones, predestinados a ser inesperados, al inicio de la segunda mitad olían la sangre. Como depredadores anónimos, ocultos en un oleaje bajo, se acercaron con el misterio de lo imprevisto y arremetieron con la improbabilidad de la amenaza hecha gol.
Carlos Esquivel hirió con un disparo de primera intención, colocado a la base del poste izquierdo. EntonFHV HO PDU UXJ¬D DJLWDGR OD DƩFL²Q jarocha gritaba con la garganta de carnaval y la luna se espejeaba en las olas violentas que habían roto en el marco azulcrema.
Oribe Peralta seguía lamentando aquella jugada en la que había amagado una y otra vez hasta derrumbar defensas de plomo. Aquel balón rebelde se había ido por encima de la portería y ahora vivía en algún muelle lejano.
/DV JXLODV FRQƩUPDGDV FRPR competitivas, se lanzaron a las aguas profundas en una expedición hacia el gol. Jérémy Ménez, Andrés Ibargüen, Henry Martín, Cecilio Domínguez y el capitán de las Águilas, Peralta, comandaron aquella exploración como señal inequívoca de que las predisposiciones ofensivas tienen su recompensa.
Y así, instalados en el barco de las ambiciones con banderas ofensivas, que cortaban el agua en dos, como con una navaja de afeitar, los futbolistas azulcrema se posaron en el área rival, pero Melitón Hernández sacó el pecho y detuvo en varias ocasiones el balón.
Y entonces en el último exhalar del partido, Martín tiró un taquito de espaldas a la portería, que viajó muchas leguas sobre el área sin que nadie le echara una red; sólo Bruno Valdez atinaría a darle sentido a aquella espontánea asistencia; casi en la línea empujaría el balón, hacia la portería.
Fue un empate de mucho cardio. De mucho fondo, de un futbol empapado. Fue la continuidad de un invicto de ocho juegos que el América salió a pescar en una tarde noche atestiguada por el viejo y el mar.