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Oribe Peralta, ícono

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como un salomónico observador, incluso como si no se tratara de ti, no te veo intranquil­o en ningún sentido.

Pensar que el colombiano Juan Carlos Osorio actuará en contra de sus intereses es absurdo, es un tipo preparado, culto, estudioso, es un hombre que debate las ideas, y ha elevado de manera sensible la categoría del puesto de entrenador de la Selección Nacional. Ahora, tampoco esperemos que modifique lo que ha venido haciendo desde que puso pie en nuestra nación. Y puntualmen­te en relación con los delanteros mexicanos, él juega con un solo punta, no utiliza dos, ni los va a utilizar, y existen tres jugadores para un solo puesto. Tú, Oribe, y tus cuates Javier Hernández y Raúl Jiménez.

Decir que eres menos que Javier Hernández sería equívoco, para mí en el análisis global eres mejor jugador tú, pero no podemos obviar la feroz conexión que tiene Hernández con el gol en Selección. Y acorde a lo visto durante muchos duelos del representa­tivo nacional, el nueve mexicano es usado en su mayoría para buscar definir, no para que participe en otras labores, y bajo ese esquema, la mitad de tus facultades no son requeridas.

Yo no decido nada, apenas puedo hacerlo en mi pequeño entorno familiar y laboral, pero no incluirte en la lista final de la Selección sería limitarse sin necesidad. Pero insisto, vayas o no al Mundial que será en Rusia, tú ya estás en otra dimensión, tú ya estás completo, tú ya llegaste a la meta, tú ya estás en paz, ¡qué bendición, carajo!

“Vayas o no a Rusia, tú ya estás en otra dimensión, tú ya estás completo, tú ya llegaste

a la meta”

del área, sea como un falso nueve, o como interior por cualquiera de los dos costados, no existe una sola zona del campo en la cual te sientas incómodo.

Cuando tus compañeros lo solicitan, te conviertes en el mariscal de las ideas y las velocidade­s, eres lo que defino como un facilitado­r para la gente que vive cercana a ti. Provees a los tuyos de sencillas y prácticas soluciones para que no sucumban ante la duda, apareces sin gritar y sin generar superfluo ruido y muestras a tus compañeros el camino a seguir sin excesivas presuncion­es, ni tampoco falsas modestias. Eres un ente dual, eres sólido ante los ojos de propios y extraños, pero a la vez considerab­lemente gentil.

Surgió un debate que descansa sobre tu participac­ión o ausencia en la próxima Copa del Mundo a jugarse en escasos meses en el país de Rusia. Recuerdo cómo el Mundial pasado (Brasil), cuando anotaste aquel gol ante Camerún en el debut mexicano en Brasil 2014, celebré que el futbol haya sido justo con un tipo que había sido solidario y generoso con la pelota.

No te podías ir del futbol profesiona­l sin anotar en un partido de Mundial, para mí esa definición con la parte interna de tu botín izquierdo fue la rúbrica para una luminosa e impoluta carrera. Lo que desde esa fecha se ha venido acumulando para bien, que no ha sido poco, en tu andar, sin duda suma, pero es extra, lo tuyo con el balón y con el juego está marcado, y estará en gracia por siempre, en los recuerdos y por los siglos de los siglos.

En relación con la resolución sobre si irás o no a Rusia, no te conozco para aseverarlo, pero a la distancia te imagino Contigo estamos en presencia de un futbolista redondo, pletórico, un hombre que ha maximizado la profesión desde uno de los parajes más peliagudos existentes, la demarcació­n de centro delantero. Sitio en el cual los números y las matemática­s suelen ser lapidarios, si no se consigue una cantidad relevante de anotacione­s por torneo o por año, el juicio resulta sencillo, no se es digno de ostentar la medalla de un confiable centro delantero como tú lo has sido.

Pero por otro lado, como bien versa la canción de mi compadre, Phil Collins, siempre existen dos partes de la historia, aunque no se juegue bien, se tengan sensibles falencias en la comprensió­n del mismo, si como delantero anotas gol estás salvado, el simple hecho, vaya paradoja, de reventar la red del arco enemigo otorga una especia de inmunidad ante palpables carencias en otros aspectos de la bella profesión de ser futbolista en estos tiempos.

El gol por su fabulosa naturaleza y por saberse la esencia del deporte, regala seductor perdón a quien lo consigue, si anotas gol obvias que se profundice sobre tus condicione­s y habilidade­s en otras vertientes, eres goleador, eres santo, eres el redentor, así de lapidario, y en múltiples ocasiones irreal.

Contigo Oribe Peralta, pasa algo extraño, tú aglutinas las dos caras, las dos partes de la fábula de manera armónica y prácticame­nte perfecta. Tu vínculo con el gol es enorme, es sustancial, eres un goleador consumado en el terreno de juego, en donde estés, sea cualquier club o Selección Nacional, te haces presente de manera frecuente en los marcadores.

El salir gritando como desaforado una anotación, o hacerlo de manera sentida como también gustas realizar, es sumamente común para ti en los partidos. Has gestado una deliciosa comunión con las porterías rivales, de esas lindas relaciones que fluyen, que no son forzadas, en las que no hay sufrimient­o, de esas que son estables por más que existan periodos naturales y necesarios de abstinenci­a.

También manejas con una elegante solvencia la otra parte de ser delantero, identifica­s los secretos y las claves de la posición, y la enalteces, no dependes de las anotacione­s para ser considerad­o un jugador ofensivo de alcurnia. No tienes el mínimo empacho de transitar alejado

“Tu vínculo con el gol es enorme,

es sustancial, eres un goleador consumado y te haces presente frecuentem­ente en el marcador”

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