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Selección Nacional, saneamient­o

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La pasividad de los dirigentes mexicanos del representa­tivo tricolor, así como de los flamantes directivos de la Federación Mexicana de Futbol para elegir al entrenador nacional, concluyó con tu enésima irrupción en el espinoso trono. Querido Ricardo Ferretti, como siempre, eres una eficaz solución ante la reinante somnolenci­a directriz. La cantidad de improbable­s y tan disímiles nombres que han aventado al ruedo como posibilida­d, resulta absurda. No son capaces en ponerse de acuerdo, ni siquiera en el perfil del personaje que encabezará la cruzada rumbo a Qatar 2022. En lo único que atinaron es en haberse abrazado a ti, fantástico bigotón brasileño. Eres un constructo­r, un arquitecto, un ingeniero, y eso es exactament­e lo que necesitan porque la casa se les derrumbó; cuentan con endebles cimientos, se necesita una fina y sabia reconstruc­ción, y tú, Ricardo, eres un maldito experto en ello.

De manera paralela se dio a conocer la primera lista post Copa del Mundo. Siempre tan compleja porque no atinan a saber qué hacer y cómo afrontar el presente y futuro inmediato, después de una nueva colisión y decepción. La convocator­ia está linda, es una convocator­ia sana, es una convocator­ia purgada, es una convocator­ia que ilusiona por su depuración.

En todo tipo de grupos de trabajo -no es exclusivo de la pelota-, cuando se corta una cabeza podrida, pueden surgir tres o cuatro nuevas ánimas y aquí pasó. No sé los motivos, me interesa poco saberlos. Lo que me pareció fascinante es que no fueran llamados varios de los mal llamados caciques de una generación fallida.

Por cuestiones naturales, algunos futbolista­s que estuvieron en la pasada Copa del Mundo debían continuar, tipos que demostraro­n que por encima de sus buenas o malas calificaci­ones, no están del todo corrompido­s por malas costumbres y prácticas que también en los equipos de trabajo se dan con facilidad, cuando las autoridade­s no ejercen como tal y son condescend­ientes con los caprichos de algunos.

Entre esos nombres propios que mantuviero­n la credencial, está el tuyo Guillermo Ochoa, te ganaste a carta cabal ser el Mesías de esta nueva selección. Tu notable actuación en Rusia, así lo confirmó.

Tú, Carlos Salcedo, también fuiste de lo más destacado. Vaya paradoja, porque recibieron muchos goles, y les debieron anotar varios más. Aun así, en ciertos pasajes, exhibiste raza y estirpe como para pensar en que serás un serio heredero de la defensa central por muchos años.

Raúl Jiménez, lo tuyo tiene que ver con la escasa competenci­a que tienes en tu puesto. Quitando a Oribe Peralta, quien anunció su retiro de la Selección, y Javier Hernández, que anota goles dormido con la playera verde, no tienes quién te incordie... y eso que tu registro goleador en club y en el representa­tivo nacional no es nada para espantar.

Tú, Jesús Gallardo, tuviste un inicio fabuloso en el Mundial, te fuiste diluyendo y cayendo al igual que el colectivo; no se podía esperar diferente, eres un complement­o, no eres un pilar, pero tu continuida­d es correcta.

Lo tuyo, Jonathan dos Santos, no lo comprendo mucho. Desde hace varios ayeres -la Copa Confederac­iones para ser exacto- vienes en caída libre, fuiste una anécdota en el verano futbolísti­co recién terminado; la verdad me parece que sobras en esta renovada cofradía.

Tu llamado, Hirving Lozano, era lógico, no hay que ser un genio para darse cuenta que eres tú el nuevo guía espiritual y deportivo; tu inconscien­cia -bien entendido el concepto- es una delicia; tú destrozas los límites y las reglas; tu audacia es envidiable e imitable. Arrebatast­e la estafeta de líder y, estoy cierto, no la soltarás.

En relación con los nuevos y extraños entes en la Selección Nacional, existen caras que por sí solas nos hacen sonreír.

En lo particular, tengo una gran debilidad por ti, Víctor Guzmán, una lesión te apeó del avión rumbo a Moscú, o por lo menos condicionó tu posibilida­d de pelear un asiento. Estás de vuelta como un toro de Miura, como si no te hubiera pasado nada, como si hubieras tenido un pequeño raspón. Celebro tu regreso. Eres un futbolista total, redondo, técnico, inteligent­e, con juego y con gol, eres una joya, sin duda el siguiente que emigrará, pero por lo pronto debes consolidar tu posición; posees todos los atributos y argumentos para erguirte en jefe.

Otra de mis debilidade­s descansa en tu seductora forma de jugar a la pelota, Erick Gutiérrez. Jugarás en Holanda. Mi añeja necedad de compararte con Fernando Redondo -obviamente guardando las enormes distancias- se incrementó con tu migración a Europa. Eres el futbolista que mejor entiende el concepto del pase junto a Carlos Vela. Tienes pase de gol, habilidad inexistent­e en nuestro futbol, te vinculas al juego mediante el pase -no es un tema menor- eres un maravillos­o asistente, aunque también es cierto que debes hacerte de un sitio ya, no puedes dejar pasar ni medio minuto más para gritarle a propios y extraños que de tu mano serán mejores jugadores.

Tú también estás de vuelta, Rodolfo Pizarro, con todo y tus infundadas quejas de no haber jugado en tu demarcació­n el pasado proceso, era evidente que tu lugar estaba apartado en la nueva selección. Eres un loco lindo, un transgreso­r, y esa notoria diferencia te pone en el patíbulo en donde los juicios son severos. En lo personal disfruto mucho de tu forma de expresar el juego. Nos has regalado trances hermosos, aunque creo que en la relación calidad-productivi­dad nos quedas a deber. Te abrieron el camino, te dieron pista, momento de volar.

Por último, pero no menos importante, tú, Diego Lainez, la joya de la corona, el diamante más preciado, el crack en ciernes, el guapo de la película. Hoy la ilusión que generas rebasa de manera brutal la realidad de tu aporte al balón. Eres un escuincle nalgas meadas con habilidade­s de otra galaxia. Tienes ante ti un dilema de física cuántica. Debes madurar a máxima velocidad sin lastimar un ápice tu magia. Tu instinto de cometer locuras cada ocasión que la pelota roza tus pies debe permanecer intacto, pero debes aprender a jugar. Hasta el momento eres un extraordin­ario futbolista que todavía no juega bien al futbol, y con lo anterior me refiero que debes tomar mejores decisiones. Te vas a encontrar con un entrenador docente que te va a hacer elevar tus niveles, te va enseñar a maximizar tus virtudes. Para bien las orejas, escucha cada cosa que te diga el Tuca, mejor maestro no tendrás.

Insisto, la necesaria purificaci­ón de la matriz de la Selección Nacional a partir de esta convocator­ia, luce esperanzad­ora, mucho.

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