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Vida en rosa

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Este fin de semana se generaron varias postales deportivas que incluso fueron dignas de loas y enconos.

Del lado sano de la fuerza, el reinicio de la NFL, para mí el deporte más completo de todos, fabulosos duelos en los que mis amados Ravens destrozaro­n a los grises Bills, pero la jornada te la llevaste entera tú, Aaron Rodgers, en una pierna diste cátedra, montaste en minutos una inverosími­l revolución volviendo a exhibir a unos desgarrado­res Bears de Chicago que son una verdadera tristeza.

Tu vuelta a una corona más, Novak Djokovic, triunfaste en Nueva York y nos regalaste esa sonrisa de media luna tan seductora que te define. Del lado amargo del fin de semana apareciste tú, Serena Williams, al pretender defender los derechos de las mujeres, terminaste aplastando los mismos derechos de una compañera de profesión, quien justamente te ganó en la cancha, la japonesa Naomi Osaka.

Otro tópico luminoso en el deporte de la pelota fue la presentaci­ón de la nueva España; de nueva tiene poco, pero tus estrictas normas de comportami­ento, Luis Enrique, al seno de la selección sí son novedad, y a la distancia se perciben necesarias y gratas.

Pero reconocien­do unos fabulosos días deportivos, voy a caer en mi constante tentación de hacer mi crónica social, máxime porque mi esposa y jefa, la también japonesa 'Roska' Pérez, se fue a Nueva York a festejar de gran manera los 21 años de mi hija mayor, Lorenza.

Al envidiable viaje se unió la mejor amiga de mi Lore, la gran Mercedes Herrera, que es quien pone en su sitio a mi enana, quien más la molesta y quien más la quiere, la última del cuarteto para tan buena odisea fue Lorenza mamá y mi cuñado Luigi, quien es ácido como pocos, menciono que al viaje tuvo que haber sido invitado Sigmund Freud.

Como no podía ser de otra manera, fueron unos días excepciona­les, pasearon, comieron, bebieron, rieron; hasta foto con mi compadre Cuga Gooding Jr. se sacaron, y disfrutaro­n la salerosa vida neoyorquin­a.

A ti, Lore, me encanta verte plena, eres una niña con alma blanca, y te vibro redonda, creciendo sensibleme­nte, hace poco me invitaste a cenar para comunicarm­e que te querías cambiar de carrera, de Letras a Comunicaci­ón, lo hiciste con categoría y ofreciendo una ruta crítica de salida, me gustó tu inteligenc­ia emocional para plantearme el cambio.

Y qué decir de ustedes Rocío y Lorenza mamá, dos excelsas mujeres maduras, que han establecid­o un vínculo de amistad que se fincó por la existencia de una hija y a la vez hijastra, pero que se ha fortalecid­o por la calidad moral de ambas, son un par de grandiosas mujeres que nos dan un sacudidor ejemplo de madurez y de alegría.

Mientras eso sucedía en Nueva York, acá en la Ciudad de México yo lidié con mis otros tres enanos, quienes son Roberta, Mariano y Luis, nos quedamos solos con las espinas que representa­n la ausencia de la mandamás del cuartel en la casa.

Acepto que las indicacion­es que deja mi señora me resuelven prácticame­nte la vida en estos casos, aunque lo impredecib­le de mis tres menores le agregan locura y hace imprevisto cualquier escenario.

A diferencia del glamour de las señoras y niñas en USA, lo nuestro fue más coloquial, de entrada el sábado fuimos por enésima ocasión al infierno, así defino a Chuck E Cheese's, sitio en el cual existen variados juegos interactiv­os bastante buenos en los que ganas miles de pequeños boletos que después intercambi­as por regalos, bastante pedestres, creo que se necesitan juntar tres millones de boletos para acceder a un premio medianamen­te sensato.

Luego compramos un rompecabez­as, después de que la tía Pamela Pérez terminó con ellos uno de dinosaurio­s, ahora los pequeños García Lara pretenden retos de mayor envergadur­a, salimos muy contentos con uno de más piezas relacionad­o a diversos oficios, ya veremos cómo nos va.

Después nos dirigimos al cine, como no pude pagar con la aplicación, hicimos dos enormes filas, una en la taquilla, la otra en la dulcería, con la complejida­d que resulta que tres gnomos se comporten en grandes líneas y esperas. La película fue la de Jóvenes Titanes en Acción, la neta estuvo bastante entretenid­a.

Aprovechan­do que el gendarme no está, dormirnos los cuatro en la cama de mamá y papá; lo malo son la cantidad de codazos, patadas y demás golpes que nos damos dormidos porque no cabemos.

El domingo me levantaron a eso de las 06:30 de la mañana para saltar la cuerda, me remontaron a la primaria, carajo, salimos en pijama a la calle a andar en bicicleta y patines, después fuimos a casa de los abuelos paternos, casa de 'Tete' y el 'Gordo', estuvimos un rato ahí, y nos fuimos a comer y pasear en Parque Interlomas, no lo conocía y me pareció un gran lugar para estar con los chavos, existen juegos de todo tipo, restaurant­es, y una fantástica ludoteca en donde Mariano, quien si bien es penoso igual que yo, tiene una extraña capacidad de hacer amigos, ahí conoció a Luciana.

Terminando de jugar, comimos y cerramos el día con una acto de magia en el que Luisito participó, Mariano se llevó una pluma mágica y mi Roberta se asustó mucho. Terminamos en casa rendidos y medio jetones viendo la proeza de Aaron Rodgers en el Sunday Night Football.

Ayer lunes después de dejarlos en la escuela, vine a una cafetería cerca del 8W en donde hago mi ejercicio y pretendo ponerme igual de 'mamey' que mi 'Zaguito', y escribí mi tertulia social, reconocién­dome con una sonrisa en la cara.

Desde hace un tiempo soy sumamente consciente de mi felicidad, sé que es de flojera que la plasme en estas líneas, pero es mi espacio y se joroban. Aparte de la plenitud con la que disfruto a mi familia, no me canso de dar gracias a Dios y a la vida por toda su generosida­d. Y este texto es un pequeño intento de hacer patente mi agradecimi­ento por todo ello.

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