El ‘Canelo’
No tengo nada personal contra Saúl ‘Canelo’ Álvarez. Quizá mi único pecado haya sido considerarlo con las suficientes condiciones para colocarle y compararle con la clase más refinada del boxeo mexicano de todos los tiempos. Quizá no es el boxeador que yo —y muchos— imaginé que podría ser.
Siendo objetivo, hay poco qué recriminarle a lo que ofreció el sábado en Las Vegas. Siendo pasional, hay demasiado para la incertidumbre.
Fue hacia adelante —ya por eso hay que premiarlo—, tiró los golpes de mayor poder y físicamente terminó mejor que su oponente.
Está bien: pudo haber ganado o no la pelea en un deporte de apreciación, donde cada quien interpreta lo que ve, lo que siente o lo que percibe. Lo único que yo puedo reclamarle es que era —otra vez—, la noche, el momento, el punto de inflexión que tanto ha buscado en su carrera para colocarse al nivel de los más sagrados boxeadores de la historia de México. No lo hizo. El ‘Canelo’ volvió a ser detenido por el propio ‘Canelo’, por un Gennady Golovkin que físicamente se arrastraba a sus 36 años y que, tirando jabs, algunos uppercauts, boxeando en retroceso por primera vez en su carrera y quitándose golpes, fue capaz de emparejar el combate.
El ‘Canelo’ tenía a su alcance una noche de consagración. La vio, la palpó, la acarició y volvió a dejarla escapar.
“Hemos visto la mejor pelea del ‘Canelo’ en toda su carrera”, confesó el prestigioso manager y maestro del boxeo, Ignacio Beristáin, quien, sin embargo, en la “mejor pelea” del ‘Canelo’ vio ganar a Golovkin.
¿Qué pensábamos que podría o debía ocurrir? Que el ‘Canelo’ se pusiera de pronto el traje de superhéroe de aquel Julio Cesar Chávez con el dramático golpe de último momento ante Meldrick Taylor; o quizá, que fuese el Juan Manuel Márquez del brutal impacto sobre Manny Pacquiao; o tal vez el Salvador Sánchez que apabullaba frenéticamente a Wilfredo Gómez en los episodios finales de aquel épico combate; o probablemente que se envolviera en el fuego y la sangre que Rubén ‘Púas’ Olivares ofrecía en cada exhibición; quizá algún destello técnico del ‘Terrible’ Morales, o de pronto, un atributo defensivo de Ricardo López o una brava reacción al estilo de Marco Antonio Barrera. Mas allá, a lo lejos, en el graderío, lo veían el ‘Mantequilla’ Nápoles, Carlos Zárate, el ‘Toluco’ López, Lupe Pintor, Pipino Cuevas, el ‘Ratón’ Macías, Chucho Castillo y otros más.
Saúl Álvarez es un magnífico boxeador, un profesional al cien por ciento, un Campeón Mundial legítimo, un boxeador mediático y tal vez también, una respuesta efectiva a las necesidades de la industria actual, pero no es todavía —y tal vez nunca lo será— el boxeador que alguna vez pensábamos que podía ser.
La pelea del sábado fue muy buena, emotiva, cerrada, disputada, con muy buenos intercambios y con momentos donde los dos pugilistas ofrecieron lo mejor de su repertorio. Habrá una tercera pelea en el futuro y la esperaremos con impaciencia. De lo único que me arrepiento es de haber declarado —al calor de la batalla y de las emociones— que había sido un “robo”. Después lo cambié por un “despojo”. La realidad es que fue una pelea cerrada donde yo — como otros muchos expertos— vi a Golovkin como ganador.
Me siento culpable con el ‘Canelo’. Me siento responsable y culpable de haberme atrevido a compararlo con los más sagrados y legendarios boxeadores de México. Fue, la mía, una irresponsabilidad.
Sin supervisión
Hace algunos meses felicité a mi amigo Arturo Brizio, por correr a un grupo de gángsters que manejaba las designaciones a su antojo en la Segunda y Tercera División. Lo que no me explico es quién lo convenció para recibir nuevamente a Cristos Torrentera y a Mauricio Morales, ambos son unos cuatreros e irresponsables. Morales designaba donde tenía “asuntitos personales”, Cristos es un vividor que abusa de los silbantes. Mi querido Arturo, ¿por qué los recibiste nuevamente?, pensé que harías una limpia en la Comisión de Arbitraje, pero es todo lo contrario, ¡qué pena!
Por último, otra situación que me confundió totalmente fue la designación de Alfredo Peñaloza para la Sub 20 como árbitro central en el Atlas 1-1 Xolos y luego como cuarto árbitro para el Atlas 0-1 Xolos. Están por correrlo y lo ponen en el juego donde se probó el VAR, sinceramente no lo entendí. Lo que es notable es que no hay réferis ni para el VAR, ni para estar dentro del campo, esa es la realidad del arbitraje mexicano.