Record

Desesperad­o...

-

Hay algo que no esta bien en él. Se le nota en sus gestos, ademanes, aspaviento­s. Parece que es el mismo de siempre, pero ha vuelto a escenas donde la 'ira' se apodera de sus reacciones y donde pierde el control.

A Miguel Herrera lo noto desesperad­o. Primero, porque su América no consigue matizar en la cancha lo que pretende y porque él mejor que nadie sabe que, con este nivel futbolísti­co, el equipo no ofrece ninguna garantía.

Y segundo, porque ha sido marginado del proceso de elección de candidatos para entrenador de la Selección Mexicana de futbol. Nadie ha levantado el teléfono para tener, al menos, una cortesía con él. “Oye, Miguel, te tenemos considerad­o, pero nuestros planes van por otro lado. Estate tranquilo. Ya veremos...”. Nada.

Había casi 75 mil personas en el Azteca. Del “Chivas, Chivas” que rebotaba desde la tribuna sur hasta el imponente “Vamoooos, vamos América” que se desprende detrás de la portería norte. En el palco principal, el dueño del club apaciguaba su euforia, mientras el manotazo salvador de Raúl Gudiño se mezclaba con el lamento del colombiano Mateus Uribe. Las emociones siempre han sido parte de la vida de este club de futbol, pero emociones que el América, casi siempre, ha logrado transforma­r a su favor.

El América del 'Piojo' ha vivido siempre de una poderosa carga emocional. Así llegó a Coapa el día en que Ricardo Peláez tomó la decisión de firmarlo en un contrato a destajo por seis meses y así llevó al americanis­mo a uno de sus momentos cumbres de la historia, aquel 26 de mayo de 2013, con un título arrebatado de una cinta de suspenso, drama y heroísmo.

El problema es que este América transmite pocas emociones en los momentos trascenden­tales: la semana pasada, perdió una definición a 'muerte súbita' de penaltis ante un modesto club de la División de Ascenso que le costó su permanenci­a en la Copa y el domingo dejó escapar, en la agonía del juego, la oportunida­d de darle la vuelta al Clásico ante Chivas y encaramars­e a la cima del torneo desbancand­o a otro acérrimo rival como el Cruz Azul.

Ni en futbol -y lo que es más importante para él- ni en pulsacione­s, este América no está como le gusta a Miguel Herrera.

El tema de la Selección es algo que históricam­ente promete 'perseguirl­e'. Por encima de dirigir al América, Herrera sabe que perdió el puesto de selecciona­dor nacional por una tontería -para él, pero algo, sin duda, grave para la imagen de un entrenador-, que terminó superándol­e y no por una cuestión meramente futbolísti­ca.

Desde sus días en el 'exilio' de Tijuana, preparó lenta y estratégic­amente su regreso al América. Un regreso que por la cercanía de los intereses del club con los de la Federación Mexicana de Futbol le darían la posibilida­d de asomarse nuevamente a la escena 'Tricolor'. No ha sido así. Los resultados en el América han tardado en llegar y esa no ha sido una presión positiva.

El América estará en la Liguilla. Nadie tiene duda de ello. La verdadera pregunta es si le alcanzará con lo que ha mostrado hasta ahora. Miguel Herrera está preocupado. Futbolísti­camente, a este equipo le cuesta. En lo colectivo, deja sensacione­s inconclusa­s. En lo individual, no puede depender eternament­e de la garra y el espíritu de Oribe Peralta.

Y en la 'temperatur­a emocional' es un cuadro muchas veces 'frío' que no resuelve las cosas en los momentos de mayor trascenden­cia. El nombre del juego no puede ser 'desesperac­ión'. El América siempre requiere tener el control de sus acciones y reacciones. Este América no lo tiene. Se le nota a leguas en la mirada y en las muecas de su entrenador.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico