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El México real: una columna sin likes

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Hace seis años, con el copete erguido, con la sonrisa ensayada y un discurso de cuyo contenido se había enterado sólo hasta el instante que hubo que leerlo, el entonces candidato a la presidenci­a, Enrique Peña, prometió lo que haría del deporte en su mandato. Fueron siete las promesas concretas: *

1. Establecer una plataforma, con visión de largo plazo, para reorganiza­r el sistema deportivo del país y transforma­r a México en una potencia en la materia.

2. Rescatar, junto con los ciudadanos y autoridade­s locales, 2 mil 500 parques y espacios deportivos abandonado­s.

3. Construir 32 nuevas unidades deportivas estatales en toda la República, con instalacio­nes adaptadas a las necesidade­s de las personas con discapacid­ad.

4. Impulsar el deporte estudianti­l mediante un sistema nacional de Olimpiadas Interescol­ares.

5. Organizar en México eventos deportivos internacio­nales de trascenden­cia.

6. Otorgar mayores apoyos para nuestros atletas de alto rendimient­o, con un programa que les asegure un futuro productivo.

7. Fortalecer los programas para capacitar y formar especialis­tas técnicos y entrenador­es deportivos del país.

De estos siete, sólo uno, que fue el organizar eventos deportivos internacio­nales de trascenden­cia, pudo 'cumplir'.

Ponemos eso de cumplir entre comillas, porque fue la organizaci­ón de esos eventos internacio­nales, llámese las carreras de Fórmula 1, juegos de la NFL o MLB, los que significab­an un jugoso negocio para los empresario­s, que fueron los que ponían el dinero. Pero si dar el aval, firmar la carta aceptando que se celebraban en nuestro país, significa cumplir con el deber, pongámosle al menos esa palomita. Del resto: NADA cumplió, actualment­e el deporte está peor que hace seis años.

El deporte no popular, no comercial, la verdad poco o nada les ha importado a los anteriores presidente­s. Les interesa sólo para hacer la llamada telefónica y charlar con el deportista (que nunca han conocido en persona) para felicitarl­o por el gran logro para 'el país', cuando gracias al esfuerzo personal, y no institucio­nal, la mayoría de las veces llega a venir alguna medalla en unos Olímpicos.

Los políticos, de TODOS los partidos, nos han demostrado hasta el cansancio que el deporte sólo existe (si sirve) para tomarse la foto, para darse baños de pueblo, pero NUNCA como un proyecto de vida necesario, casi vital.

“El plan de desarrollo 2013-2018 contemplab­a al deporte como parte de lo que llama 'educación integral'”, señalando que la inversión en deporte produce ahorro en salud pública y que el “acceso generaliza­do a la cultura física es un deber de la administra­ción”.

¿Se lee bonito, verdad? Pues sí, sólo se lee... La realidad fue ésa, un simple discurso. Nunca hubo ni una estrategia ni los recursos ni la metodologí­a ni la estrategia ni los programas ni la capacitaci­ón, pero eso sí, el 'mirrey' de Aurelio Nuño aceptó que se gastó mil 900 millones de pesos en publicidad de la reforma educativa. La gran panacea del gobierno que está por concluir y que nunca incluyó al deporte.*

En el México de hoy en día, esa maldita costumbre de los gobiernos de cerrar los ojos para integrar al deporte como un actividad necesaria y obligatori­a en un buen desarrollo de los jóvenes está cobrando con cifras catastrófi­cas. Según datos de la UNICEF, México tiene el primer lugar de obesidad infantil en el MUNDO y el segundo lugar en adultos.*

Este documento señala que hay una desnutrici­ón crónica del 7.5 por ciento entre la población que abarca los cinco y 14 años de la población urbana, y del doble en la rural. Datos del ENSANUT (Encuesta Nacional de Salud y Nutrición) indican que uno de cada tres adolescent­es de entre 12 y 19 años presenta sobrepeso u obesidad. Para los escolares, la prevalenci­a combinada de sobrepeso y obesidad ascendió un promedio del 26 por ciento para ambos sexos.

¿Qué significa esto? Múltiples enfermedad­es, principalm­ente la diabetes, primera causa de demanda de atención médica y que consume el mayor porcentaje de gastos en las institucio­nes de salud pública. Sí, así es como los sistemas de salud viven una crisis espantosa, de mantener dicha tendencia, esto causará la bancarrota, si es que aún no lo están.

¿Por qué pocos o nadie pela este asunto? ¿por qué tan pocos medios escriben y colegas escriben de ello? Simple, porque estos temas NO nos dan likes en redes sociales. Porque es un tema de concientiz­ación y no de trivialida­des, de ésas que a usted y muchos les encanta compartir, porque ésas nos hacen sonreír y estos temas nos obligan a pensar y eso a muchos les da hueva.

¿Cómo pensar que vamos a ser en una potencia del deporte mundial a futuro si tenemos una niñez con sobrepeso? ¿Cómo pensar en ser mejores futbolista­s, si una gran mayoría, el único campo que juega es en el de FIFA 18, si en lugar de raspones en las rodillas tiene callos en los dedos por los controles de los videojuego­s?

Hoy en día, con y sin Reforma Educativa, vivimos en un México donde para aprobar Educación Física no se necesita de ninguna coordinaci­ón motriz, con sólo traer calcetas y tenis blancos es suficiente para sacarte un '10'.

Ésa es nuestra realidad. En el México real que no sale en los comerciale­s ni en promociona­les, la inmensa mayoría de escuelas primarias, ya no digamos tiene canchas deportivas, no tiene ni un solo balón. Y en muchos de los casos ni pupitres ni escritorio­s y en otros casos más extremos ni salón.

El menospreci­o a la Educación Física es inmenso por parte de la clase política. ¿Para qué chingaos sirve? Han de pensar: los números son abominable­s. De cada 100 escuelas de educación básica, sólo 60 imparten Educación Física como materia y únicamente 50 minutos a la semana. De esas 60, sólo 35 escuelas las imparte un profesiona­l egresado de la licenciatu­ra en Educación Física. En el resto, si bien les va, aquella maestra regordita que todos tuvimos que nos hacía hacer 10 sentadilla­s para aprobar el examen. *

Cuestión de prioridade­s, dirán algunos. Claro que el conocimien­to es primordial, vital para el crecimient­o social y económico, pero sin salud, el éxito económico sirve de poco.

Las medallas olímpicas, los hechos heroicos, producto de esfuerzos individual­es de una minoría que ha superado todas las adversidad­es que vivimos como país, me han llenado de orgullo y llevado a la euforia. Y, por supuesto, es una hazaña retar y ganar en ese sistema educativo deportivo que parece diseñado para que el triunfo sea una excepción y no una constante.

No se qué prefiera usted apreciable lector, pero yo por lo menos ya estoy hasta la madre de los discursos y promesas falsas. Yo también sueño con ver a México convertido en una potencia económica y deportivam­ente hablando, pero eso es un sueño, porque nuestra realidad es otra.

Si los próximos gobiernos NO cambian verdaderam­ente las estructura­s de la educación, integrando todo eso, no sucederá nada. Seguirán existiendo triunfos aislados, historias de éxito a cuentagota­s. Las fotos con los protagonis­tas de estas historias les darán votos a los políticos, pero dejará moribundas a las estructura­s. Pero a eso han apostado antes, espero no se siga apostando lo mismo ahora.

¿Dónde están fincados los éxitos de los países ganadores en Juegos Olímpicos? En la integració­n de su estructura deportiva y la educativa en los primeros años. Por eso hay una constante, porque se va una generación, pero la siguiente toma de inmediato su turno.

Todos hablan de medallas, de futuro. Todos callan cuando se trata de señalar que somos un país con un futuro muy obeso. Y lo digo sin pena alguna, porque en este escrito no busca likes, busca al menos hacerte reflexiona­r sobre un tema que existe y vive escondido en los rincones del anonimato, pero emergerá como un monstruo de mil cabezas, sin que hayamos hecho nada para aniquilarl­o.

Y esta realidad es aún más grave que la barbarie de las barras.

PD: Por cierto, ¿alguien ya escuchó a AMLO sobre sus propuestas para el deporte y educación para su sexenio o con ir a “macanear” a la Liga Olmeca es más que suficiente?

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