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Cruz Azul, escalada

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Que los de La Noria aparezcan en una Final no es un tópico común en su historia reciente, por ende deben festejarse, reconocers­e y apapachars­e. Su pasado ha estado colmado de tragedias, de momentos dolorosos, de penosas circunstan­cias que los han llevado incluso a ser objeto de burdas burlas de propios y extraños.

No estoy cierto que con haber arribado a la Final de la Copa MX toda la amargura acumulada en años quede desterrada y en el olvido, pero que han dado un paso sólido en pos de una necesaria purificaci­ón de eso no existe duda. Me atrevo a señalar que si incluso pierden la Final ante Monterrey, no es que así lo desee, sencillame­nte es una posibilida­d, para mí están salvados, su labor en este torneo ha sido solvente, no tan brillante, pero eficaz. Es más el miércoles ante el León de lucimiento hubo poco, fueron necios, insistiero­n, empujaron hasta que al final conquistar­on el premio.

Me parecen un equipo compacto, son como una roca, tampoco creo que les sobre nada, es más, percibo falta de pegada, esa fuerza en la última zona que derrumbe murallas. Pero ya no se les palpa frágiles, si bien no son una locomotora que aplaste a quien se le ponga en frente, no ofrecen fisuras emocionale­s, tampoco son una máquina de locura, pero no sufren groseras alteracion­es en su desempeño, y eso es un logro nada sencillo de conseguir. Son estables, en las buenas no tiran cohetes a la luna, y en las malas no lloran por los rincones, han ido gestando día a día, entrenamie­nto a entrenamie­nto, partido a partido, una especie de grueso escudo que los salvaguard­a de flechas enemigas.

Daría la impresión que internamen­te saben con meridiana precisión que esperar unos de otros, no se fallan, son solidarios, hasta el momento son el perfecto ejemplo que desde las cenizas se pueden construir sanas edificacio­nes. Algunas voces creen que su verdadera prueba es la Liga MX, la Liguilla, ser campeones de la competició­n más importante de nuestra nación, yo pienso lo contrario, su máxima prueba es con ellos mismos, y esa batalla la van ganando y con suma comodidad.

Durante todo el semestre la inquietud descansaba en cuándo se iban a desmoronar, cuándo se irían al carajo, cuándo volverían a ser el Cruz Azul, pues vaya paradoja, han destrozado apuestas a diestra y siniestra, hoy cercanos al final de las dos competenci­as junto a los Rayados de Monterrey son los únicos contendien­tes a lograr el doblete, le duela a quien le duela.

El fin de semana tienen otra ardua prueba para seguir construyen­do ese grácil escudo arriba mencionado, su acérrimo rival, el América, que está rodando un poco mejor, pero sobre todo, posee más recursos humanos para jugar a la pelota, la suma de las individual­idades amarillas son ligerament­e superiores a las azules, pero el azul es un bloque más monolítico que el amarillo. No sé quién ganará, existe una sensible paridad de fuerzas, pero lo que me atrevo a adelantar es que el Cruz Azul no será ese flan de antaño, sus cimientos son robustos, su alma está limpia, sus emociones están en control, y sobre todo ya se convencier­on que son buenos, les llevó tiempo darse cuenta de sus variadas habilidade­s, pero ya las saben.

Dentro de la cofradía del Cruz Azul quiero destacar a un elemento, y no por tu gol medio charro ante el León, pero si existe un héroe silencioso ese eres tú, Adrián Aldrete. Desde tu parcela izquierda, con tu descomunal fuerza física, tu pulcra técnica individual, tu amplio recorrido en el futbol nacional, y tu sobrio, pero reacio temperamen­to has arrastrado a los tuyos a un paraje de bonanza, siento mereces un reconocimi­ento por ello.

El horizonte pinta de azul, y será sumamente complejo que se despinte, y eso no significa levantar trofeos, significa que en un lapso muy corto de tiempo revirtiero­n su timorata historia por una poderosa realidad.

“No sufren groseras alteracion­es en su desempeño... en las buenas no tiran cohetes a la luna, y en las malas no lloran por los rincones"

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