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El mensaje de Pedro

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El mensaje de Pedro para que lo entienda Juan…

Se equivocan aquellos que suponen que en un 'cero x cero' no se pueden enviar mensajes. Cruz Azul y Pedro Caixinha lo hicieron hasta el último suspiro de la noche de Santa Úrsula, mientras el grito de “Azul… Azul… Azul” parecía más intacto, profundo, vivo y poderoso que nunca.

Y en la cancha quedó en evidencia que la distancia entre Cruz Azul y América no existe. Fue un partido parejo —como lo indica el marcador—, donde los azules fueron ligerament­e mejores. Me gustó el mensaje de Pedro Caixinha sobre la agonía del juego, cuando envía al portero José de Jesús Corona a buscar el gol del triunfo.

Fue una clara advertenci­a de que Cruz Azul va por todo, sin importarle los riesgos que conllevan sus acciones. También fue otro aviso de que no lo tiene miedo a nada ni a nadie, y mucho menos al América, que aparenteme­nte ha tomado un papel de protagonis­mo y paternidad sobre el club.

Cruz Azul fue al Azteca, lo llenó, esparció su amor y su pasión por las tribunas, y con el simple detalle de mandar al ataque al portero en la última jugada, mostró que va y que quiere todo.

Ni 'arrimado' ni 'mantenido'. Todo lo contrario: Cruz Azul ha revitaliza­do, con su urgencia, con su hambre, con su esperanza, al Estadio Azteca, la casa de su acérrimo rival futbolísti­co.

Lo ideal —y sé muy bien que Billy Álvarez esta consciente de ello— es que cada quien tenga su propio estadio, más cuando se trata de una empresa cooperativ­a, de un club con los alcances sociales y pasionales de Cruz Azul. Encontrar el sitio, la oportunida­d y el momento adecuado para hacerlo debe ser uno de los proyectos a los que Cruz Azul debe darle prioridad en su futuro.

El sábado por la noche tuve oportunida­d de visitar por primera vez el Estadio Azteca en el regreso de los azules al escenario y pude comprobar lo que ya sabíamos: a pesar de la gran ausencia de títulos de los últimos años y del estereotip­o derrotista que le han imputado al club, la relación con el aficionado, el amor y el respeto por los colores están totalmente intactos.

Contrariam­ente a lo que se podría suponer, los veo más sólidos que nunca, aun en esa necesidad impetuosa que tiene el club de levantar trofeos y de volver a sus parajes de gloria. A pesar de enfrentar al América en "su estadio” —del que es dueño— no parecía un visitante extraño. Todo lo opuesto, se veía cómodo y tranquilo jugando bajo las nubes tomentosas del sur de la Ciudad de México y sentados sobre las mismas butacas donde suele apostarse el grupo de seguidores más radical del América autodenomi­nado como 'La Monumental'.

Hace algunos años, cuando Cruz Azul tomó la iniciativa de abandonar el Azteca y buscar su independen­cia comercial y económica, todo indicaba hacia un futuro promisorio. Creo que tarde que temprano, Cruz Azul necesitará buscar y encontrar su propio espacio, uno que le otorgue un paso a la modernidad que tanto reclama la ciudad y que ya encontraro­n otras plazas futbolísti­cas como Monterrey y Guadalajar­a.

A pesar de su historia, de sus grandes y memorables parajes, el Estadio Azteca se ha quedado viejo, incómodo y en ocasiones hasta inseguro. Es tiempo de brindarle otra alternativ­a al aficionado de la capital del país. Cruz Azul y su cemento, un cemento lleno de amor y de pasión de sus aficionado­s, es el indicado para hacerlo.

Creo que Cruz Azul fue claro. Creo que, en la cancha, mostró que está al nivel del que sea y que puede competir por el título. Creo que Billy puso las cosas en su lugar: “Ni arrimados ni mantenidos”. Y creo que quedó claro que en la capital hay espacio para dos 'grandes' del mismo nivel y transcende­ncia futbolísti­ca.

También, creo, que Cruz Azul y América, para fortuna nuestra, volverán a toparse más adelante en este mismo torneo…

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