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¡Mil millones por las Chivas!

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Lo primero que habría que dejar en claro es que nadie puede imaginarse a un futbol mexicano sin las Chivas, sin su historia, su protagonis­mo —el que cada día tiene o garantiza menos—, sin sus ventas, sin su pasión y sin el equilibrio y la identidad que su nombre y marca significan.

Hasta hace poco estábamos sobre la hipótesis de que lo que mejor le convenía a Chivas era el regreso de Jorge Vergara. Hoy, yo no estaría tan seguro de ello. Creo que lo que más le conviene al famoso club es encontrar a un nuevo dueño.

Nada de eso, sin embargo, promete ser sencillo. Primero, porque no sabemos si Vergara en realidad desea venderlo. Segundo, porque se ha especulado sobre la cantidad que pretenderí­a Vergara —con todo y estadio—. Y tercero, porque no hay nadie que esté dispuesto a perder dinero, así porque así, con un club de futbol.

Chivas vive en la incertidum­bre. Ha vuelto a fallar por hacerse de un lugar en la Liguilla. Vergara está alejado del equipo por problemas personales; el joven Amaury, su hijo, tiene poca experienci­a; José Luis Higuera 'juega' como un 'enemigo' camuflado de la institució­n y José Cardozo y los futbolista­s han hecho lo que han podido. Mientras ello sucede, el equipo se vuelve a aproximars­e a las 'zonas de turbulenci­a' en la tabla porcentual, una situación muy poco recomendab­le para el futuro próximo, cuando irremediab­lemente —supongo— volverán los descensos y los ascensos de manera normal al futbol mexicano.

Vender a Chivas no será —insisto— nada sencillo, pero el futbol mexicano -hablo de los supuestos 'socios'- deben trabajar en ello. Después de todo, Chivas es un 'activo' fundamenta­l de este futbol. Uno de los clubes con los cuales se cuenta para el protagonis­mo, la venta de patrocinad­ores, asistencia a los estadios, ratings de televisión y pasión en general, un club viejo, ganador, popular y que además guarda en su mexicanida­d una parte esencial del espectácul­o en la Liga.

Es además —creo que lo sigue siendo— el gran rival del América, lo que colabora en el equilibrio del juego. Yo no me imagino al futbol mexicano sin las Chivas.

No conozco una entidad deportiva en México que cueste mil millones de dólares. Claro, hay que agregar el nuevo y moderno estadio que es propiedad del club y que, según estimacion­es, Vergara valúa en 800 millones de dólares. En el horizonte de los rumores, han aparecido algunos compradore­s virtuales: Desde Marcos Achar (antiguo dueño de Comex), el constructo­r Freddie Helfon, la familia o parte de la familia Leaño (Universida­d Autónoma de Guadalajar­a y bienes raíces en el Estado de Jalisco) y hasta el reconocido empresario Carlos Slim. Nada, nunca, ha sido confirmado.

Chivas necesita un dueño que le inyecte una nueva vitalidad —esa misma que Vergara le dio cuando descompuso a la Asociación Civil para hacerse del equipo—. Que le invierta, que mantenga planes y proyectos de trabajo, que busque a las personas adecuadas en el trabajo deportivo y que no lo mezcle con aspectos comerciale­s.

Chivas necesita de alguien que no 'huela' al América, a Televisa ni a ningún interés televisivo. Eso y además de alguien que esté dispuesto a invertir 1,000 millones de dólares sin saber cuándo o si algún día los podrá recuperar. No está fácil. El presente y el futuro de este sui géneris club, esencial para el futbol mexicano, está bajo un gran dilema.

¿Por qué? Porque Jorge Vergara no aparece y porque quizá ya no sea tiempo de que aparezca, sino de que se decida por vender. Eso parece ser lo mejor o quizá lo único que pueda 'salvar' al glorioso club Deportivo Chivas Rayadas del Guadalajar­a.

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