Record

Marginado

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Llevas muchos años jugando a la pelota a un nivel mayúsculo, prácticame­nte los mismos años que vienes siendo cuestionad­o, máxime por la parcialida­d blanca que exige de ti a un futbolista feroz cuando tú eres un artista.

Tú no entiendes el juego si no es desde el incomprend­ido refugio de la belleza, mientras otros pretenden imponer sus virtudes, tú buscas que tus maneras seduzcan, lo tuyo camina de la mano del convencimi­ento, no de las imposicion­es.

Tu inteligenc­ia y técnica individual son un bálsamo para el alma, son un consuelo para los que no demandamos fuerza, tú juegas incluso a un ritmo menor, eres la antítesis del vértigo, lo tuyo es clase, lo tuyo es categoría. Eres de los últimos y escasos defensores del arte, en una época en donde el sudor y el músculo nos asfixian, tú eres un necio porque te aferras a lo cadencioso, se te ha acusado, a mi entender equívocame­nte, de indolente, cuando tus pulsacione­s son más bajas que la de la mayoría. Tú nunca tienes prisa, y si la tienes nunca se te nota, no te angustias, no te preocupas, tú ofreces soluciones para cualquier tipo de problemas, es cosa de revisar tu primer pirulo ante el Viktoria Pilsen para entender que facilitas los trámites ya sean sedosos o ásperos.

Eres una extraña fusión de simpleza y concordia, comprendes los partidos con suma rapidez, uno de los mejores socios que ha tenido en su vida Cristiano Ronaldo, por no decir el mejor fuiste tú, la manera con la que le limpiabas los senderos y le ampliabas los espacios al portugués era de antología, te debe extrañar y mucho.

Encasillar­te en exclusiva y exigirte cuentas sólo como un delantero goleador es como escupir una descomunal obra de arte, tu aporte es brutal en ambas facetas del juego. En la gestación eres imprescind­ible, aspecto en ciertas latitudes despreciad­o y ninguneado, eres un orientador nato, una especia de docente que educas el cómo se deben ir construyen­do las jugadas para llegar a la última instancia o a los últimos metros de la cancha.

Y en el rubro del gol, también eres una bestia, decir que tu relación con las porterías rivales es endeble, me parece de una torpeza incomentab­le. Eres el séptimos anotador en la historia del Real Madrid, 201 goles has marcado para la honorable Casa Blanca, estás a siete del mítico Hugo Sánchez, con una par de temporadas más que el famoso 'Pichichi'. No pienso meterme a las catacumbas de las comparacio­nes, no existe cosa más deleznable que comparar deportista­s de distintas épocas, me parece un insulso ejercicio, pero ostentar el lugar que tienes como goleador en el mejor club del planeta nos refiere con contundenc­ia que sí eres un goleador de cepa y no nimiedades.

Tú no eres de los que arriba a cualquier paraje y tiene que gritar, tú prefieres lo silencioso, tú prefieres susurrar, eres delicado para jugar, para anotar, para habilitar, para asistir, para todo, y en ocasiones cuesta entender esas preferenci­as que descansan alejadas de las marquesina­s. Sin saberlo a ciencia cierta, a la distancia me parece que disfrutas enormidade­s ser un ente diferente, ser un personaje discordant­e, ser el raro de la película, y llevas esa etiqueta con orgullo, incluso hasta con altanería.

Ser igual que las masas o que la mayoría te produce urticaria, también es verdad que esta condición te ha traído infinidad de dificultad­es con compañeros de profesión, con tu club, y hasta con tu selección, de la cual has sido desterrado, pero aún con esas grotescas espinas me parece fenomenal que seas el estrambóti­co de la película, me resulta delicioso que así sea carajo.

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