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EL HEROE INESPERADO

BRUNO VALDEZ RESCATÓ EL EMPATE A UNO ANTE SANTOS

- Felipe Morales

Al futbol se le olvida una cosa: el cambio de ritmo. El freno derrapante para que todos pasen de largo y la aceleració­n para que los demás parezcan más lentos. El Santos contra América fue eso: el galopante intento hacia lo impreciso.

Pero también hacia los guantes de Marchesín, que lo repele casi todo, desde la ubicación, desde el lance, desde la intuición y desde el recuerdo, porque ‘Marche’ atajó contra Santos, como si estuviera en Santos, situación que lo llevó al América.

América es el salto al vacío ofensivo. Se tira al precipicio y averigua en el aire si sirve el paracaídas. No es que no ataque; no es que no se lance: es que cuando lo hace, hay previsibil­idad. Frontal, facilitó las tareas del central. Una cosa es buscar por todos los medios y otra, es que eso sean los conductos adecuados. Aunque eso le bastó para mantener el invicto ante los ahora ocho clasificad­os a la Fiesta Grande

Entonces, Santos respiró desde su pulmón de gol. Julio Furch, que tiene un pacto de sangre con la red, anotó, porque sí. Porque puede, porque siempre quiere, porque busca todas y porque normalment­e las encuentra, como cuando fue al encuentro de un envío de cuero de Brian Lozano, que con mucha comba, surtió un tiro de esquina, conectado por la cabeza llena de radares de Furch: el delantero satelital.

Un punto de diferencia entre el segundo y el cuarto del torneo, se dirime en una pelota dividida, en un pase al pie, en un cambio de frente, en un disparo de fuego o en una atajada de hielo. Pero en este partido, se diluyó en el agua tibia, no del conformism­o, pero si de aquel oscuro pasadizo en el que entran algunos equipos, que lo convierten en laberinto sin salida hacia el peligro.

Y así, se consumía un partido reactivado por Bruno Valdez, que, a veces, se cuelga el cartel de héroe en el cuello para girarlo desde la profundida­d de los aires para encontrar la profundida­d de las porterías. Fue así como empató, desde su rol encubierto de gobernador de los vientos.

Rodríguez tuvo en sus pies el gol, que se desvaneció como se desvanece un ciervo acorralado. Con pelota en movimiento, a cinco metros del arco, pudo ser un rugido furioso de gol, pero prefirio ser presa de su desatino Pudo ser triunfo y fue empate. Santos pudo ser más, aunque el América tiene la suerte de no ser menos, hasta cuando lo es.

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SALVADOR. Valdez conecta el balón para poner el 1-1 final.

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