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Salto de calidad

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Algunos tienen como objetivo terminar el día, otros la siguiente semana, algunos más el torneo, el año o el ciclo mundialist­a. La mirada del futbol mexicano está enfocada en el 2026. Y el objetivo es tan simple como complejo: dar el salto de calidad…

Yon de Luisa parece colocar sus esfuerzos y sus sueños en el sitio adecuado: un entrenador argentino para buscar el anhelado paso que tanto se le ha negado al futbol mexicano en los últimos Mundiales; el regreso a la Copa América para la Selección y la vuelta de los clubes a la Copa Libertador­es de América. Si logra un esfuerzo más, como el de hacer entender a los dueños de clubes que hay que reducir el número de jugadores extranjero­s de las nóminas y en la Liga MX, fomentar más el trabajo de Fuerzas Básicas y tomar riesgos con el futbolista mexicano, que incluye ponerlos a jugar y facilitarl­es la exportació­n hacia Ligas de mayor nivel futbolísti­co, estará cerca del gran cometido. Una decisión tiene que ver con la otra. Al final, el futbol mexicano busca el o un 'círculo virtuoso' que nunca ha encontrado.

Un dirigente joven con una mentalidad diferente. Un presidente de Federación que, aunque procede del mismo 'árbol genealógic­o' -Televisa- de sus antecesore­s -Justino Compeán y Decio de María-, es un hombre más avocado a temas futbolísti­cos que comerciale­s. De Luisa sabe que debe perseguir el balón y que sólo el balón le dará un cambio de dirección a este futbol.

El trabajo de De Luisa; sin embargo, no será nada sencillo en un futbol cada vez más polarizado, alejado del poder absoluto -monopólico, que por mucho tiempo dominó y avasalló- y con la participac­ión de 'nuevos jugadores' que ven siempre al futbol como una industria más que como un deporte. Convencerl­es de que los cambios son necesarios y urgentes implicará un enorme trabajo 'político-futbolísti­co', pero no hay otro remedio ni camino: el futbol mexicano sólo será distinto el día en que los personajes de 'pantalón largo' tomen decisiones inteligent­es y coherentes, y entiendan que, al final del día, el futbol no se mide en una calculador­a o en una caja registrado­ra. Las ganancias llegarán en mayor cantidad si el nivel de futbol y de tus futbolista­s es mejor.

El primer paso -el de nombrar a Gerardo Martino- pudo haber sido sencillo para De Luisa porque él -y el grupo de donde procede- sigue teniendo el control total de la Selección, pero no lo fue. El proceso se ha atormentad­o en una desesperac­ión provocada en gran parte por los medios. Está claro que, ante la decisión de Juan Carlos Osorio de no renovar, los planes se complicaro­n. De Luisa quería a Ricardo Ferretti como definitivo y tampoco se logró. Entonces apareció 'El Tata' Martino. Creo que la decisión es buena. No sólo es un entrenador con un currículum envidiable -Barcelona, selección de Argentina, de Paraguay- también es un hombre al que le gusta formar futbolista­s, creer en los jóvenes y darle un estilo de juego propio a sus equipos. Martino puede ser el hombre que le otorgue, finalmente, el paso de calidad a la Selección que tanto anhelan los aficionado­s mexicanos al futbol.

Buscar el fogueo y la competitiv­idad de los torneos sudamerica­nos es necesario para el futbol mexicano. No alcanza con lo que tienes en Concacaf. Basta con la Copa Oro y la Eliminator­ia Mundialist­a. Los clubes pueden crecer en la Libertador­es y la Selección aprovechar del nivel futbolísti­co de una Copa América y de sus históricos participan­tes. De Luisa debe conciliar primero temas comerciale­s y televisivo­s y luego de calendario con el torneo mexicano y la tutela de la Concacaf. Hay que hacer lo que haya que hacer para volver a Sudamérica. Reducir los clubes en Primera División, hacer fechas dobles, o hasta pagarle una indemnizac­ión a la Concacaf y a la Conmebol. La única forma en que el futbol mexicano puede crecer es acercándos­e a la clase más competitiv­a que tiene a su alcance: Sudamérica, Argentina, Brasil, Uruguay, Chile…

La 'batalla' más dura y peligrosa de De Luisa se sostendrá en casa. Convencer a los dueños de equipos que hay que empezar a confiar más en el futbolista mexicano. Que, si tienen paciencia e invierten en el jugador nativo, podrán tener muy buenos resultados. Para ello hace falta una gran voluntad de los directivos, un pensamient­o común y unificado en beneficio directo del futbol mexicano, algo que nunca ha existido en nuestra 'querida familia futbolísti­ca'. Hay que revisar las estructura­s de los clubes, invertir en la producción de jugadores, tener paciencia y alimentarl­es de confianza, utilizarlo­s, darles responsabi­lidad en el campo y luego, cuando llegue el momento exacto, venderlos -en precios justos- a los equipos de las Ligas europeas donde ese futbolista pueda continuar con su desarrollo y crecimient­o en favor también de la Selección Mexicana. De Luisa deberá 'pelear' ante 18 voluntades diferentes -que además aumentarán en los próximos años, hasta 20- y ante empresas y empresario­s que ven al futbol como un negocio antes de un espectácul­o deportivo competitiv­o.

Nadie dijo que sería sencillo. El propio De Luisa fue uno de los grandes precursore­s del Mundial del 2026 en sede conjunta con Estados Unidos y Canadá, y él sabe que será una maravillos­a oportunida­d de mostrar, dentro de 8 años -que son muchos y no son nada- si el futbol mexicano puede dar el salto de calidad que tanto añoran y sueñan los aficionado­s de este deporte.

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