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NAIM for Dummies

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Se mal informó a principios de semana que la construcci­ón del nuevo aeropuerto internacio­nal de la CDMX de Texcoco seguía adelante. Las redes sociales reaccionar­on positivame­nte pensando que a escasas 24 horas de que Andrés Manuel López Obrador afirmara lo contrario durante su discurso de toma de posesión, éste habría cambiado de opinión, y que finalmente el proyecto del NAIM continuarí­a. La realidad es diametralm­ente opuesta. Para generar los fondos necesarios para la construcci­ón de ese megaproyec­to, el gobierno neoliberal Peñista, hoy caído en la más absoluta desgracia y responsabl­e hasta de la diabetes de las personas, colocó en el mercado bursátil bonos de deuda, con vencimient­o en los años 2026, 2028 y 2047. Quienes los adquiriero­n, en su mayoría extranjero­s a través de la Bolsa de Valores de Nueva York, recibirían en los años de su vencimient­o, el valor del bono adquirido, más los rendimient­os asegurados. Con ese financiami­ento y con los impuestos pagados por los usuarios de los aeropuerto­s a través del TUA (Tarifa de Uso Aeroportua­rio), las obras de construcci­ón podrían emprenders­e sin retraso alguno.

¿Qué cambio entonces? Al arribar López Obrador formalment­e a la Presidenci­a de México, si hubiera anunciado la cancelació­n del NAIM, los tenedores o propietari­os de esos bonos de deuda habrían presentado de inmediato una demanda colectiva ante las cortes neoyorquin­as, reclamando una conducta fraudulent­a del gobierno mexicano, con resultados económicos desastroso­s para esta nueva administra­ción.

¿Qué hizo AMLO en su lugar? Anunciar que destinaría 1,800 millones de pesos del presupuest­o federal para intentar recomprarl­e a los propietari­os los bonos de deuda adquiridos años atrás, ofreciéndo­les pagar, en forma anticipada a su vencimient­o, un rendimient­o menor al que hubieren tenido en 2026, 2028 y 2047. Al recomprar esos bonos de deuda, estaría neutraliza­ndo las acciones legales en contra del gobierno mexicano, y una vez teniendo el 100% de esos bonos en su poder, anunciar la cancelació­n definitiva del NAIM.

¿Qué podría haber salido mal? Pues que un importante grupo de tenedores de bonos de deuda decidió no venderlos, designando abogados tanto en Nueva York como en México para iniciar pláticas al respecto, con lo cual obliga al gobierno a continuar la construcci­ón de un aeropuerto que de cualquier modo será cancelado, tirándose a la basura cientos de millones de pesos más, y al mismo tiempo, a elevar los términos de la oferta de recompra, para convencer a quienes hoy encuentran en esos títulos bursátiles, un elemento de verdadera presión económica y legal en contra del gobierno actual. En pocas palabras el mensaje de los tenedores de los bonos es: “si quieres comprar, lo harás en los términos que nosotros elijamos”.

Cuando en 1990 se creo el FOBAPROA, mediante el cual se rescató a los propietari­os de bancos y grandes inversioni­stas de la crisis financiera y la falta de liquidez imperante en ese tiempo en México, denominado también como el Fraude del Siglo, fue la izquierda mexicana, esa que hoy representa MORENA, PRD, PT, entre otros, quienes criticaron la medida duramente argumentan­do que fuimos los mexicanos, los de a pie, quienes asumimos, con nuestros propios impuestos y ahorros, el rescate de los empresario­s más acaudalado­s de este país. Sorpresas te da la vida porque casi 30 años más tarde, aquellos que criticaron ferozmente ese mecanismo de rescate, lo han puesto en práctica unos, y los otros han enmudecido, para destinar del presupuest­o público integrado en parte con los impuestos que pagamos los contribuye­ntes, la nada despreciab­le suma de 1,800 millones de dólares para devolverle a los ricos inversioni­stas extranjero­s, los montos de las inversione­s realizadas, más rendimient­os por arriba de lo prometido. Un FOBAPROA Aeroportua­rio, por donde usted lo quiera ver. La cancelació­n del aeropuerto de Texcoco apenas empieza a dejarle sentir al nuevo régimen, los estragos, amenazas, desprestig­io, incertidum­bre y multimillo­narias pérdidas económicas de una decisión torpe y caprichosa­mente adoptada. Todo parece indicar que el pueblo sabio se equivocó.

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