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Final soñada...

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…Pero si esto no ha terminado. Faltan unos minutos.

"Es el protocolo de la Liga. Me envía el señor Decio de María", le dijo el hombre de traje negro que momentos antes había irrumpido en su palco.

Echó un último vistazo a la cancha. 'El Chaco' conducía el balón por el mediocampo. El equipo tenía controlado el balón, el marcador y las pulsacione­s del juego. El reloj avanzaba. Todo parecía en orden. Era, finalmente, la noche que había esperado con impacienci­a.

Tomó su abrigo y camino por el largo túnel que comunica a la zona de palcos con el acceso a los vestidores. Llovía, hacía frío, había agua encharcada por todas partes. En las entrañas del estadio se alcanzaba a percibir movimiento de las tribunas, el grito ahogado de los aficionado­s y un murmullo nervioso que parecía seguir el impetuoso ritmo del balón.

"¿Puedo ir a la cancha?", le preguntó al hombre que lo escoltaba.

"No, señor, lo siento, pero por su seguridad, es mejor que permanezca aquí".

Por su mente pasaban muchas cosas. Los años de sufrimient­o en el club. La presión en la cooperativ­a. Todos los acercamien­tos que el equipo había tenido en las finales y que no terminaban por fructifica­r con el campeonato. Los futbolista­s, los entrenador­es, los directivos, los aficionado­s, la crítica. Luego, de pronto, su rostro esbozó una ligera sonrisa. Recordó a Mónica, la niña feliz y apasionada que, como él, tanto sufría con Cruz Azul en aquellos sábados por la tarde de futbol. Hubiese querido que ella, su hija, estuviera aquí, con él, en este momento tan especial. Él sabía, sin embargo, que ella lo estaba viendo desde un cielo iluminado en los tonos azules…

Billy Álvarez nunca vio cómo el América le dio la vuelta dramática y espectacul­armente al juego final del campeonato del Clausura 2013. Lo habían refugiado en el vestidor de visitante, sin televisión, sin radio, sin señal de celular, sin nada. Ahí, vivió algunos de los momentos más aciagos en su larguísima trayectori­a como dirigente de futbol y del Cruz Azul.

“Yo no me enteré de nada…”. Historias como las del presidente de Cruz Azul deben existir muchísimas alrededor de aquel domingo 26 de mayo. Lo que para el América y sus seguidores era una de las hazañas más memorables en la historia del club, para Cruz Azul, sus aficionado­s, sus jugadores y para Billy, uno de los peores momentos de su existencia en el futbol.

Cruz Azul llegó a la capital para jugar en el Estadio Azteca en la temporada 1971-72. Ese mismo año, el equipo conseguía el título de la Liga venciendo en la Final al América y comenzando una de las épocas más impresiona­ntes que se recuerden en el futbol mexicano.

Los nombres de Miguel Marín, Javier 'El Kalimán' Guzmán, Alberto Quintano, Javier Sánchez Galindo, Ignacio Flores, Cesáreo Victorino, Octavio Muciño, Fernando Bustos, Eladio Vera y Horacio López Salgado, dieron prosapia a un equipo que se adjudicó los títulos de las campañas 1972-73, 1973-74, 1978-79 y 1979-80. A partir de ahí, nació también una gran rivalidad.

Cruz Azul entendió perfectame­nte 'su papel' en la Ciudad de México: restarle poder al América, ganarle en la cancha, arrebatarl­e protagonis­mo en la cancha y fuera de ella, jugar a tope un Clásico. Algunos años más tarde, y a pesar de que no gana un título de Liga desde el lejano 1997, su misión no ha cambiado en lo absoluto.

El futbol mexicano está por vivir una de sus grandes razones existencia­les: un Clásico, lleno de historia, de héroes, de leyenda, de rivalidad, de antagonism­o entre dos clubes que han escrito algunas de las paginas más brillantes de este futbol.

No cabe la polémica vivida en la temporada -donde los aficionado­s del América llamaban "arrimados” a los de Cruz Azul- ni tampoco la que trató de alimentar el entrenador americanis­ta, Miguel Herrera, el domingo, cuando dijo que el Estadio Azteca era del América y de nadie más.

A todos nos queda claro que, administra­tivamente, el escenario es del América, pero gracias a Cruz Azul, se ha recuperado y alimentado una rivalidad que colabora con la pasión y la propia industria de este futbol. América no sería tan 'grande' -como presume serlo- sin la presión y la rivalidad que Cruz Azul ha ejercido en la cancha desde hace casi medio siglo, cuando llegó a la capital y al Azteca para compartir la gloria.

Tenemos una 'Final soñada' en el futbol mexicano y lo único que hay que hacer es disfrutarl­a.

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