Futbol: juego
“A mí no me gusta ser invasivo en los tratamientos, porque siempre es mejor la evolución natural, pero si es necesario se puede hacer, se determinaría llegando el momento”, sentenció.
Descartó cualquier problema en la rodilla de Uribe. “Fue el tobillo, la rodilla terminó sólo por ƪH[LRQDUVH P V GH OR QRUPDO aunque al principio aquejaba P V GRORU DK¬
Edson Álvarez ya se encuentra totalmente recuperado. Minutos
Pases
Precisión en los pases Faltas recibidas Faltas cometidas Goles
Remates a portería Remates fuera de portería Asistencias
Fuera de lugar Minutos
Pases
Precisión de pases Goles Asistencias Remates a portería Remates fuera de portería 1,491
582 80.2% 12 30 3 8 12 7 0 1,392
285 73.7% 5 0 12 20 Cuando uno juega a la pelota, sea la disciplina que sea, debe divertirse, es la inherente naturaleza de cualquier deporte, jugar. Estoy cierto así nos sucedió a la inmensa mayoría, cuando la práctica lúdica de cualquier deporte muta a la practica profesional por obvias razones las obligaciones se incrementan, y el divertimento disminuye, pero siempre, reitero, siempre, debe existir un espacio, ínfimo si se quiere, pero un espacio para entenderlo como un juego, pues bien, en la Final de Ida, ni Cruz Azul ni el América jugaron.
No nos quieran engañar diciendo que fue un duelo de complejas estrategias que nos condujo a la nulificación de estilos, el futbol no es física cuántica, es más sencillo de lo que se cree, algunos burdos doctos lo quieren elevar a instancias incomprensibles y de nulo acceso, mentira.
Uno de los genios de este deporte, sí, tú Pep Guardiola, fundamentas tu doctrina, hermosa, plástica, eficaz y lapidaria doctrina, en algo tan básico como el pase y la recepción de la pelota. Pues bien, en el juego del jueves en el mítico Estadio Azteca, cuando cualquier futbolista vestido de amarillo o azul pretendía encontrar a un compañero para darle un pase, el más cercano de los suyos como mínimo estaba colocado a veinticinco metros de distancia, siendo lo peor que no hacía nada para desmarcarse o acercarse para ayudar.
Ninguno de los dos quiso jugar, salieron a no perder y entiendo la tensión, la presión, lo espinoso de ganar o perder una Final, pero lo que no entiendo ni estaré de acuerdo nunca es en no querer jugar, en que el miedo a no perder boicoteé las ideas.
Fueron sumamente generosos en el esfuerzo, solidarios cuando no tenían el balón y sé que defender es parte medular del juego, es una de las dos vertientes y debe ser bien atendida, pero la otra también debe ser mimada. ¿Qué hago cuándo tengo el balón?, y ahí todos abandonaron sus responsabilidades.
Por encima de filiaciones, colores, playeras y demás, era un crucial momento para refrendar al futbol mexicano, para darle un guiño, un apapacho, una caricia, y terminaron por darle la espalda.
Los dos mejores equipos del campeonato, dos clubes históricos, dos clubes honorables, dos clubes mayúsculos, decidieron taparse, guardarse, no asumir riesgos, no aventurarse, si alguien podía hacerlo eran ellos, fue desquiciante y desesperante observar como pasaban los minutos y nadie se atrevía a cambiar de carril, a gritar que por ese sendero se irían al barranco, que estaban dejando pasar una invaluable oportunidad de cometer loqueras, hacer magia, y reventarnos los sentidos.
Que bueno que empataron y a cero goles, nadie hizo nada por merecer otra cosa, un juego que concluyó con insultos y baratas reyertas fuera de la cancha, porque dentro de ella todo fue desolación.
Una Final, más una Final que reúne a dos severos antagonistas, en donde existe una linda y añeja rivalidad, debe ser un espectáculo, y eso incluye los minutos anteriores al partido. No pretendo comparar la Liga MX con la NFL, pero sí existen cosas que se pueden imitar.
No pido imitar el exacerbado nacionalismo estadounidense, pero si la fiesta de colores, sensaciones, y locura que montan cada previo de partido; los minutos previos al silbatazo inicial parecía que estábamos en la fecha dos y no en una pletórica Final con dos entidades extraordinarias.
Todos estamos obligados a generar y entregar un mejor espectáculo, una mejor experiencia al aficionado, es el cliente, es muy importante, no el más, ese es el futbolista, pero desatender tan groseramente al cliente tiene consecuencias. Y la molestia mayor descansa en que uno revisa el once titular de cada equipo y sus relevos en el banquillo, y nos topamos con fabulosos futbolistas, jugadores con múltiples recursos, y enormes habilidades para jugar a la pelota, son inmensamente mejores futbolistas de lo que nos ofrecieron el jueves, sensiblemente mejores.
Se viene el desenlace y dado mi limitado porcentaje de pronósticos, no aplicaré la de Walter Mercado. Más allá que ambos desperdiciaron un juego entero para ir ganando la batalla, del lado de Cruz Azul observo a un equipo rocoso, estable, organizado, incluso robótico, si va a arriba en el marcador lo anterior lo fortalece, pero no sé que tanta capacidad tenga de salirse del guión si la película se le obscurece.
Y del lado del América observo a un equipo más desprolijo, más camaleónico, capaz de adaptarse a distintos ecosistemas, el riesgo radica en que tiende a desarticularse y ahí puede sufrir.
Espero con ansias la Vuelta, esperando que ambas organizaciones purifiquen su alma, y ahora sí nos regalen una épica Final, tienen los argumentos para hacerlo, los dejaron en la covacha el pasado partido, les pedimos los saquen y los expongan con alegría y desparpajo, seguro nos hacen muy felices si los esgrimen con la categoría que lo venían haciendo.
Mateus Uribe MEDIO
Roger Martínez DELANTERO
EN LA IDA DE LA FINAL NI CRUZ AZUL NI AMÉRICA JUGARON; SALIERON A NO PERDER