Castillo de ilusiones

Nicolás Castillo, durante la semana, le bajó un cambio a sus declaraciones iniciales y ahora previo al encuentro contra Pumas, su exequipo, ha tratado de recordar los buenos momentos vividos en el Pedregal y anteponer su profesionalismo por encima de la pasión.

Que Castillo piense que América es el equipo más importante de la Liga, es un punto de vista válido; sin embargo, no pensaba así cuando vivía en Ciudad Universitaria y eso engendró una especie de reticencia en sus palabras tras firmar con la escuadra de Coapa.

América firmó a un delantero que en Europa no pintó, pero que tiene un grato recuerdo, en términos generales, de la última vez que pisó canchas mexicanas. Su trabajo de readaptación al concierto local sigue su proceso y este fin de semana se posará en el campo que lo vio con ojos de amor y que ahora lo recibirá con aires de despecho.

Porque más allá de fanatismos, el futbolista es un personaje que vive de patear la pelota y ya son muy pocos los ejemplos de aquel romanticismo de vestir una sola camiseta. El jugador va a donde mejor le pagan o en donde más chance tiene de generar mejores condiciones laborales y familiares, no donde el corazón le indica, salvo muy contadas y estelares excepciones.

Castillo tiene todavía que demostrar que es capaz de resistir una visita tan dura como la del domingo y sobre todo solventar con goles lo que alguna vez lo hizo ser uno de los destacados elementos de la Liga MX. Empecemos por ahí, porque tanto el renaciente enamoramiento de las Águilas y el despechado dolor de los universitarios sigue más fundamentado en el pasado del chileno que en la actualidad del otrora goleador andino.