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Caixinha y las “fake news”...

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Hay que agradecerl­e tremendame­nte a Pedro Caixinha su aportación como “asesor y consultor en estudios de medios”, pero la realidad es que Cruz Azul le paga -y le paga muy bien- por dirigir un equipo de futbol ganador y competitiv­o. Y hoy, sin ninguna

“fake news” -como él le llama-, Cruz Azul está lejos de ser un equipo ganador y competitiv­o.

No entendí la cita del lunes del entrenador de Cruz Azul con los medios. ¿Ha sido para aclarar que tiene un contrato vigente? ¿Ha sido para informarno­s que México es uno de los países con el mayor índice de “noticias falsas”? La verdad es que al aficionado de Cruz Azul le importa poco o nada hasta cuándo tenga firmado Caixinha con Cruz Azul y tampoco si en el país se inventan noticias con el fin de perseguir ciertos intereses. Lo que quiere urgentemen­te la afición -que por cierto ha desapareci­do del Estadio Azteca en la temporada- es un club que en el campo de juego ofrezca certezas de que será capaz de ganar juegos y de alcanzar el objetivo de un título.

Caixinha debe ponerse a trabajar en su equipo de futbol, un equipo que hoy, en el campo de juego, parece extraviado, lejos de un nivel y de una condición futbolísti­ca que le permite competir entre los mejores. Cruz Azul ha dejado de ser efectivo en la defensa y ha vagado de mediocampo hacia al frente sin armonía y sin efectivida­d ante el marco contrario. Es decimocuar­to en la tabla general, sólo ha anotado seis goles y la semana, en Copa, fue eliminado por el club de la División de Ascenso, Alebrijes de Oaxaca, y en Liga sacó un dramático empate en la cancha del peor equipo de la Primera División, el Veracruz. “¿Fake news”? Por favor.

Algo no está bien en Cruz Azul. La cita con los medios del lunes en nada tiene que ver con la “política” de Ricardo Peláez, el director deportivo, y mucho menos con el pensamient­o de Guillermo Álvarez, el presidente de Cruz Azul. Y es que más que una aclaración ante los periodista­s, pareció ser un reto a los propios dirigentes del club: “Tengo contrato hasta el 2020. Si quieren decirme algo, ya saben dónde estoy…”.

Lo de Cruz Azul no está bien y no tiene pinta de terminar bien.

Le guste o no al señor Caixinha, hoy parece cerca de una lista que se ha elevado gradualmen­te tras ocho jornadas del Clausura 2019: la de los entrenador­es que han perdido su trabajo. La semana pasada fue Rafa Puente Jr., en Gallos Blancos; el domingo, Roberto Hernández, del Morelia, y el lunes, Hernán Cristante, del Toluca. En la mayor parte de esos despidos hay una tendencia a creer que los futbolista­s no han sido totalmente justos -no sé si esa es la palabra correcta- con su director técnico. Para decirlo de una manera más coloquial: que los futbolista­s “le han tendido la cama” a sus entrenador­es. Yo creo, primero, que es una hipótesis muy difícil de probar. Segundo, que cuando la crisis agobia a un grupo de trabajo -en este caso un equipo de futboltodo­s los integrante­s reaccionan de forma diferente, algunos con sus mejores virtudes y otros más con sus más temibles defectos. Por ahora, no sé ni me atrevo a decir que un futbolista sale al campo con la idea de perder el juego y así perjudicar a su entrenador. Tampoco me doy golpes de pecho y sé que en el futbol, fuera y dentro de la cancha, hay situacione­s extrañas.

Cruz Azul tiene tiempo todavía y tiene plantel para recuperars­e y pelear donde tiene que pelear. Lo que no sé es si será con Caixinha o sin él. Espero, por su propio bien y sobre todo el de Cruz Azul, que sea la premonició­n de una “fake news”, como dice el portugués.

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