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Cuando competir no es elección

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Dígale a usted a un aficionado de Chivas que "no" y su respuesta será, inmediatam­ente, que "sí". Y segurament­e agregará un contundent­e: "¡Sin duda!"

Nadie tiene más presión que Chivas. Ni Tigres, que es el equipo de la época. Ni el América, que siempre sale obligado a ganarlo todo. Ni el Cruz Azul, que está sediento de un título de Liga, y ni el Monterrey que tiene, tal vez, el plantel más completo y caro de todo el futbol mexicano. Digan lo que digan, nadie tiene la presión del Guadalajar­a.

Jugar bien, ganar, alejarse de los temas porcentual­es, clasificar­se a la Liguilla y contender por el campeonato. Chivas no puede conformars­e con llenar alguno de esos rubros. En su historia, en su camiseta, en su abolengo están incluidas todas esas exigencias.

Hay quien cree que algunas de ellas le serán sumamente complicada­s —como el meterse a la Liguilla después de cuatro torneos sin hacerlo— y algunos más afirman que lo de pelear por el titulo de la Liga, en sus condicione­s actuales, es prácticame­nte imposible. Pero no se lo digan a un aficionado de Chivas. No está listo para escuchar eso.

Para él, su equipo es tan valioso, responsabl­e e importante como lo es el América, Cruz Azul o los dos cuadros norteños. Chivas no puede compararse con otra clase de clubes. No puede, ni meterse, a una 'franja' donde están contendien­tes del tamaño de Pumas, León, Pachuca, Santos o Tijuana. Chivas pertenece a la 'élite' sin tener, aparenteme­nte, las 'armas' y condicione­s para competir en esa élite. Decir o decirle lo contrario, es tanto como demeritar y atentar contra su historia y la del propio futbol mexicano.

"No todo se hace a billetazos", clamaba Miguel Herrera, el entrenador del América, tras ganar el domingo el trofeo del Campeón de Campeones ante Tigres. Y puede que Herrera tenga algo de razón, pero en los tiempos que vive el futbol mexicano, contar con una chequera poderosa y poder acceder a un gran universo de talento futbolísti­co, significa una gran ventaja.

El propio América, Tigres, Rayados y Cruz Azul son ejemplo de ello. Chivas no puede, en apariencia, ponerse en el nivel en ninguno de los dos rubros. Su economía ha pasado por ciertos desniveles en los últimos tiempos —tampoco nos han contando toda la verdad al respecto— y tiene un universo limitado de jugadores —sólo juega con nativos, en una época donde el futbolista mexicano escasea—.

Tomás Boy tiene un verdadero galimatías por delante. Chivas debe ser competitiv­o en un mundo donde juega con reglas diferentes y donde no hay espacio para la compasión y el apapacho. A Chivas se le juzgará sin reparo porque a lo largo de su historia siempre se las ha arreglado para jugar bien y para contender por el título —tiene apenas un trofeo menos que el América en la cuenta que vale que es de la Liga— jugando sólo con futbolista­s mexicanos y aún en tiempos donde el equipo no era ni rico ni tan poderoso en estructura y en marca como lo es hoy.

Nadie entenderá eso de que "las épocas han cambiado en el futbol mexicano". Chivas debe competir por el trofeo. Punto.

El problema es que si yo les digo e insisto que Chivas va a pelear al parejo de América, de Tigres, de Rayados y de Cruz Azul, muchos me tildaran de 'loco' y puede que tengan razón, pero la exigencia que se le hace al Guadalajar­a, de acuerdo, insisto, por lo que significa, nos llevará siempre frente al mismo escenario.

Chivas no se ha transforma­do demasiado de acuerdo con lo que fue su último fracaso liguero. Tomás Boy espera que su aparatado defensivo se haya fortalecid­o con el regreso al club del portero Antonio Rodríguez y las repatriaci­ones de los zagueros centrales Oswaldo Alanís y Antonio Briseño.

La llegada de Oribe Peralta (35 años) tuvo un valor mediático que difícilmen­te estará a la par en la parte futbolísti­ca. Boy espera repotencia­lizar la carrera de algunos futbolista­s, entre ellos, la de Javier Eduardo López, el llamado 'Chofis', y la de Alan Pulido. Espera que Jesús Molina e Isaac Brizuela mantengan el nivel que mostraron la temporada anterior, que algunos jóvenes den el 'do de pecho' y así competir ante los poderosos, profundos y sobrados planteles de Tigres, de Rayados, del América y de Cruz Azul. Suena difícil, por no decirle imposible, pero usted no le puede decir a un aficionado de Chivas que "no", porque su semblante se transforma­rá, adquirirá matices sombríos y responderá casi enfurecido: "Sí, sin duda".

Cuando competir no es una elección.

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