Gignac, la mina de oro
El futbol mexicano es un futbol donde han jugado muchísimos extranjeros, casi todos sudamericanos, la mayoría, como 90 por ciento; sin embargo, han llegado jugadores de Europa.
Recuerdo, los primeros jugadores europeos que llegaron a México no los vi jugar, pero venían procedentes de la Selección Vasca. Estaban en una gira por la Unión Soviética en 1934 y con la Guerra Civil en España se brincaron hacia México.
Tenía jugadores de extraordinaria calidad, todos ellos destacaron enormemente en el futbol de aquel entonces. Hablo de Isidro Lángara, Ángel Zubieta, Martín Vantolrá, Luis Regueiro, Gorostiza, Iborra, ‘Emilín’, jugadores todos de Selección Nacional, que habían representado a España en el Mundial de Italia 1934 con una actuación muy brillante, a excepción del partido contra los locales, donde Mussolini no los fusiló de milagro.
Dejaron de venir, no vinieron más, triunfaron. Lángara se fue a jugar a Argentina, fichó por el San Lorenzo de Almagro, la prensa argentina dijo nos mandan un tronco vasco, pero el primer partido metió cuatro goles y en la temporada hizo 40, era un súper jugador, Zubieta era finísimo y Regueiro y Vantolrá eran fantásticos, pero bueno, eran otras épocas que no viví y que me contó mi padre.
Viví la época de jugadores de talla internacional como Pirri y Asensi, futbolistas españoles ya en su etapa final que vinieron al Puebla, o más adelante cuando Butragueño vino al Celaya, destacó mucho Butragueño en un equipo chico, Bakero que vino al Veracruz y era jugador de Selección Nacional.
Monterrey tuvo a jugadores, no europeos, pero brillantísimos. Tigres a Barbadillo, Mantegazza, Batocletti, Edú, entre otros que yo recuerde, mientras que Monterrey tuvo a Guarací Barbosa, Milton Carlos, Nilo Acuña, Bertocchi, otro tipo de jugadores.
Pero cuando André-Pierre Gignac, de 28 años, llega a Tigres del Olympique de Marsella, se convierte en una gran contratación, la mejor de corte europeo de los últimos 30 años, porque se adaptó muy bien al estilo de México, de Monterrey, al futbol de
Tigres, a sus compañeros, a su técnico Tuca Ferretti, a la afición, se convirtió en un ídolo, un líder, goleador, tres veces Campeón de goleo, cuatro títulos de Liga, más de 120 goles.
Si no un jugador de gran movilidad o de gran rapidez, sí un jugador muy ubicado en el campo, con un gran remate con ambas piernas, también de cabeza, inteligente para jugar y líder de todos sus compañeros. Eso hace de Gignac un jugador diferente totalmente.
En contadas ocasiones viene algún jugador de Europa de las dimensiones de Gignac, quien inclusive jugando en Tigres fue llamado a la Euro donde Francia pierde con Portugal, juego donde Gignac estrella un tiro al poste.
Ese es el nivel de Gignac. No es fácil adaptarse al futbol de México y sobre todo a una afición como la de Tigres que es ganadora, que apoya constantemente, que lo tiene como ídolo, como jugador versátil, entregado, un luchador.
Y él corresponde, habla muy rápido el español, se entiende perfectamente con los medios, con los compañeros, obedece al Tuca, maneja casi a Tigres con Tuca para que no haya malos entendidos, pero Gignac dice y decide en la cancha y fuera de ella.
Esa es la importancia de tener a un jugador de esas características y Gignac lo ha hecho muy bien, ahí están sus números. Pocas lesiones, pocas bajas de juego, se nota su ausencia cuando no está en el campo, brilla cuando sí está, a veces pasa inadvertido un buen rato del partido, pero aparece en el momento justo para marcar, e indudablemente es la gran estrella de los últimos tiempos en el futbol regiomontano por arriba de todos los que nombré anteriormente.
Tigres ha sabido explotar muy bien su imagen con la afición regiomontana que es muy apasionada, su liderazgo. Quizá lo único que podría reprochársele a Gignac es que le protesta todo al árbitro, pero es parte de ser un líder, de ser un hombre que sabe que pesa en la cancha. Y él pesa lo que cobra, y habrá jugadores que pesen menos que él y cobran más, pero Gignac fue y es una mina de oro para los Tigres.