SUFREN DE 'AMNESIA'
CRUZ AZUL YA SE OLVIDÓ DE CÓMO METER GOLES, YA QUE SUMÓ SU TERCER DUELO SIN PODER HACER UN TANTO
Cruz Azul tiene síntomas. Y hay que atenderlos desde la óptica de la autocrítica, porque su semblante y pálida contundencia, arrojan tres partidos sin gol.
Cuando las tramas se tensan en el final del certamen, La Máquina padece de amnesia. Su futbol sostenido a través del tiempo, se ha difuminado, como se difumina un trazo en la arena.
En tanto, Tigres es la improbabilidad del triunfo, consumado en la paciencia, entendida desde la hueca propuesta. Ricardo Ferretti entiende que cada partido no es una carrera de velocidad sino de resistencia.
De esa manera, en el Estadio Azteca chocaron propuestas diametralmente opuestas: la felina, recargada en cinco juegos con victoria y sin recibir anotación. Y la celeste, que se diluye en el agua tibia de lo inmerecido, y que registra tres duelos sin gol.
Mucho porque Jonathan Rodríguez cabalga los partidos montado en la responsabilidad. Y en la obligación, a veces no bien ecualizada.
Nahuel Guzmán había recogido una pelota que le había rebotado en el pecho, pero cuando Nacho Rivero lo esquivó con un salto, propio de un atleta que burla vallas, el arquero alzó la pierna derecha. Lo hizo con la marca registrada de la ‘Nahuelada’, tan incomprensible como innecesaria.
La jugada se revisó en el VAR, ese sitio en el que, permanentemente, Guzmán es desnudado. Entonces, se marcó el penal. Pero Nahuel, con su catálogo de desconcentraciones, se hincó, como sugiriendo que atajaría el penal, incluso, de rodillas. Fue amonestado.
El 'Cabecita', en consecuencia, vació el envío por un costado del palo derecho. Nahuel sonrió, como lo hacen los astutos que irrumpen en la normalidad para distorsionarla y sacarle provecho desde las artimañas.
Tigres elevó el pico del electrocardigrama. A partir de ahí, tuvo pulso. Inmediatamente después, el 'Diente' López fulminó con un disparo proveniente de una bazuca el arco de José de Jesús Corona.
El partido no era para que lo ganara Tigres, pero si Cruz Azul no sabía hacerlo, ellos sacaron el gis y el pizarrón para aleccionarlos desde la pizarra. Después, Gignac, que alguna vez le había dicho a Chuy que era "su padre", lo confirmó con una media vuelta con la que le dio para su domingo al meta celeste.
Cruz Azul continúa queriendo ser el triunfo de la ilusión, a pesar de su desazón al compás de la falta de anotación. Sus ilusiones se fincan en el 'esta es la buena', como cada semestre. Aunque ayer no todo haya sido malo, sus esperanzas fueron destazadas por el colmillo afilado de inmerecido.