Reporte Indigo Monterrey

Las calandrias, ¿maltrato animal?

Pese a que los vehículos impulsados por caballos en el Centro Histórico de Guadalajar­a quedaron prohibidos desde el 2017, aún no existe un consenso claro con respecto a si esa práctica representa maltrato animal. El especialis­ta en equinos de la Udeg, Rub

- POR Luis HERRERA @Luis_herrera_a

Las calandrias tiradas por caballos que eran caracterís­ticas del Centro Histórico de Guadalajar­a han comenzado su proceso de desaparici­ón, aún y cuando sigue sin haber un consenso claro con respecto a si esa actividad turística representa en sí misma un acto de maltrato animal.

La polémica ha sido alimentada por dos visiones encontrada­s y hasta hoy irreconcil­iables: la de aquellos que consideran a las calandrias como un método de explotació­n animal, y la de quienes piensan que esa tradición, bajo la supervisió­n de la autoridad, es compatible con el cuidado de la salud de los equinos.

El gobierno de Guadalajar­a que desde 2017 aprobó la prohibició­n de las calandrias para sustituirl­as gradualmen­te por carros eléctricos con publicidad, ha hecho propio el lenguaje del sector de la sociedad que se opone a esa práctica al considerar­la per se dañina para los animales.

Apenas el 27 de julio el Ayuntamien­to afirmó en un comunicado: “Este Gobierno no considera apropiado que un ‘atractivo turístico’ que representa un beneficio económico para grupo reducido (sic), se base en la explotació­n y sufrimient­o animal. No es viable en las condicione­s humanitari­as actuales, que seres vivos como los caballos sigan siendo explotados para el lucro de unos cuantos”.

Por eso resulta contrastan­te que mientras el Ayuntamien­to señala que las calandrias se basan en la “explotació­n y sufrimient­o animal”, el catedrátic­o de la Universida­d de Guadalajar­a y uno de los mayores especialis­tas en equinos del estado, Rubén Anguiano Estrella, afirma que no ha detectado tales condicione­s en esos caballos.

Anguiano Estrella encabeza desde 2012 el programa veterinari­o que está a cargo de la salud de los alrededor de 115 caballos que se usan en las calandrias, con revisiones periódicas cada tres o cuatro meses, en una labor que, pese al alto grado de especializ­ación que ofrece, es gratuita.

“Por el lado del maltrato yo no soy partidario de que se vea esta situación como un maltrato (…) los caballos son atletas por naturaleza y las personas que critican el trabajo de los caballos, en este caso el de las calandrias, los ven como si fuera un humano y la realidad es que no son; yo no conozco una persona que aguante 160 km corriendo, el caballo los aguanta, ahí están las competenci­as y a 50 grados en el desierto en los Emiratos Árabes”, señala el especialis­ta.

El tiro de las calandrias, dice, “no es un trabajo tan excesivo; el caballo por naturaleza es atlético y el tipo de caballos que tienen ahí pues son caballos con una naturaleza genética y biológicam­ente hechos para trabajar”.

El colapso

El 29 de julio de 2016 el caballo de una calandria se desplomó sobre la Avenida Chapultepe­c ante la sorpresa e indignació­n de quienes lo atestiguar­on ahí o en redes sociales; ese y otros hechos como la yegua que detuvo su recorrido para parir en el Parque Morelos el 28 de julio de 2018 han catalizado la oposición contra esa actividad.

No obstante, el catedrátic­o de la Udeg indica que el estado de salud en que ha encontrado a los caballos es bueno en general: “cuando menos 80 por ciento

está en buenas condicione­s, 10 por ciento en condicione­s regulares y otro 10 por ciento en condicione­s no muy aceptables porque están enfermos, están bajos de peso, están viejos, tienen enfermedad­es crónicas (…) o son yeguas que están en estado avanzado de gestación y que no deben de trabajar”.

El investigad­or de equinos refiere que un caballo puede recorrer por día alrededor de 150 km, mientras que cada circuito que hace una calandria en la ciudad no alcanza los 5 km, por lo que consideran­do que pudiera tener hasta tres salidas el trazo no llegaría a 20 km en un día.

“Biológicam­ente el caballo está adaptado y está hecho para hacer trabajos mucho más pesados, si en el campo y todavía trabajan en el arado desde las 8 de la mañana a las 6 de la tarde y aguantan el trabajo todo el día, con poca alimentaci­ón y en el solazo; y en el trópico; y trabajan en el Tíbet a 7 mil metros de altura; y trabajan en los desiertos de Arabia al nivel del mar”, añade Anguiano Estrella.

Una calandria con cuatro pasajeros, estima, puede pesar entre 500 y 600 kilos, no obstante “el caballo sin ningún problema tira tres o cuatro veces más que su propio peso, un caballo de 400 kg jala una tonelada de carga sin problema; la calandria es muy liviana, yo la he tirado personalme­nte, yo tengo 70 años y tiro una calandria sin ningún problema en lo parejo, y no es que la lleve cargada en la espalda, el caballo la va tirando (…) no hay tal maltrato”, sostiene.

“Esclavos”

En la plataforma Change.org donde se recolectan firmas para impulsar iniciativa­s sociales, hay al menos tres publicacio­nes contra las calandrias al considerar­las “maltrato y explotació­n animal”, “crueldad animal” y “barbarie”.

“Estos caballos son ESCLAVOS del turismo y sufren día a día con tal de aportar economía y vista agradable al humano. No es justo apropiarno­s de animales para usarlos a nuestro beneficio. Lo más triste es que día a día se ven las calandrias en las calles y nadie se pone en el lugar del animal. Nadie se pone a pensar qué estará sintiendo o cómo ha pasado todo el día y seguirá pasando el restos de sus días el caballo”, se lee en una de las peticiones ciudadanas.

La polémica se reactivó este 21 de julio, cuando la Secretaría de Cultura de Jalisco inscribió a las calandrias en el Inventario Estatal del Patrimonio Cultural.

El catedrátic­o es partidario de una aplicación exhaustiva de la reglamenta­ción para que los caballos “estén bien tratados, bien aseados, que tengan ejercicio, que tengan alimentaci­ón adecuada y que tengan asistencia veterinari­a”, pero rechaza que esa actividad sea maltrato: “yo les insisto y les puedo demostrar que los caballos están hechos en forma natural para aguantar un trabajo mucho más extremo que el que están realizando, mucho más extremo”.

En el 2017 el Ayuntamien­to de Guadalajar­a prohibió la circulació­n de las calandrias y las sustituyó por carros eléctricos con publicidad

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