Reporte Indigo Monterrey

Tiro de Gracia

- Ramón Alberto Garza @ramonalber­to

El PRI en Nuevo León volvió a la vida cuando el Tribunal Estatal Electoral revocó el pasado viernes el triunfo del PAN en los municipios de Monterrey y Guadalupe.

Los panistas Felipe de Jesús Cantú y Pedro Garza, que le habían arrebatado por estrecho margen esas alcaldías al PRI, vieron cómo la anulación de casillas le daba la voltereta a la elección, para ratificar a sus oponentes tricolores Adrián de la Garza y Cristina Díaz.

La disputa electoral no es menor. Se trata de la capital industrial de México, que ya sumada con Guadalupe tienen una población conjunta mayor que los estados de Morelos, Aguascalie­ntes, Zacatecas. Nayarit, Tlaxcala, Quintana Roo, Baja California o Colima.

Un fallo que de ratificars­e en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) dejaría al PAN de Nuevo León solo con un bastión de importanci­a, el de San Nicolás de los Garza, pues los azules también perdieron el emblemátic­o municipio de San Pedro Garza García.

Pero hay analistas que advierten que el sorpresivo revés en Monterrey y Guadalupe no es obra de una simple revisión electoral ni de la alquimia aritmética, sino de una concertace­sión entre las cúpulas albiazul y tricolor.

La otra gran disputa electoral sobre la mesa es la de la elección de Puebla, en donde la panista

Marta Erika Alonso - esposa del ex gobernador

Rafael Moreno Valle- derrotó al morenista

Miguel Barbosa.

Puebla fue el estado con mayores irregulari­dades el pasado primero de julio, una elección violenta que incluyó el robo de 70 paquetes electorale­s sustraídos por encapuchad­os, lo que vició un proceso que amenaza con la impugnació­n y petición de anulación por parte de Morena.

Y aquí es donde entran los posibles acuerdos. Que preferiría el PAN… ¿ganar dos municipios de Nuevo León con dos millones de habitantes o retener la gubernatur­a de un estado como Puebla, con 6 millones de habitantes?

Perder Monterrey y Guadalupe no sería una vergüenza para Acción Nacional. Después de todo ya eran del PRI.

Pero perder un bastión político como Puebla, sobre todo con los raquíticos resultados albiazules en el resto del país, ese sí sería un descalabro mayor.

El acuerdo sería simple. Yo PAN no protesto por el fallo al PRI a favor de Monterrey y Guadalupe, mientras tu, PRI, no te le sumes a Morena en la petición de anulación de las elecciones en Puebla.

Pero mas allá de los candidatos panistas damnificad­os por el fallo, el que entra en fase de agonía política es el todavía senador por el PAN en Nuevo León, Raúl Gracia.

Convertido en el cacique albiazul que todo lo decide, arrebató el control del PAN en aquel estado a sus líderes fundaciona­les. Y lo convirtió en un partido con métodos de operación, similares o incluso mas perfeccion­ados que los del viejo PRI.

Si se ratificara el fallo de Monterrey y Guadalupe a favor de los tricolores, sería el tiro de gracia para Gracia.

Su liderazgo rodaría por los suelos, para darle paso a panistas mas conciliado­res y menos oscuros, como el senador Víctor Fuentes o el alcalde nicolaíta Zeferino “Chefo” Zalgado.

Y si lo dudan, solo vean la reacción de Gracia frente a los priistas, en especial al encarar al secretario general del PRI, el también nuevoleoné­s Héctor Gutiérrez.

Del tamaño de los gritos del senador Gracia es la dimensión de la derrota que tendría el PAN, si al final le acaban arrebatand­o sus municipios salvavidas en Nuevo León. Y eso… ya no tendría gracia.

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