Reporte Indigo Nacional

Nada ni nadie los detendrá

Miles de migrantes abarrotan el estadio Jesús Martínez en la Magdalena Mixhuca, donde reciben ayuda humanitari­a gubernamen­tal y ciudadana. Pese a las amenazas de Donald Trump, ellos aseguran que seguirán su camino hacia los Estados Unidos

- Por Erick Miranda @__errrr__

Miles de migrantes abarrotan el estadio Jesús Martínez en la Magdalena Mixhuca, donde reciben ayuda humanitari­a gubernamen­tal y ciudadana. Pese a las amenazas de Donald Trump, ellos aseguran que seguirán su camino hacia los Estados Unidos

Con la piel enrojecida y las piernas temblando de cansancio, miles de migrantes de origen centroamer­icano han arribado a la Ciudad de México. El estadio Jesús Martínez “Palillo” de la deportiva Magdalena Mixhuca se convirtió en su casa provisiona­l.

El escenario deportivo ahora no es visitado con motivo de una competenci­a de atletismo, ahí se disputa el futuro de una Caravana Migrante que avanza hacia la frontera norte del país, aún y con la amenaza de ser rechazada.

Desde el pasado domingo, hombres, mujeres y niños llegaron a las instalacio­nes del mayor recinto deportivo de la alcaldía de Iztacalco.

Hasta la noche de ayer se contabiliz­aron alrededor de 7 mil 200 migrantes, lo que desbordó el espacio destinado por las autoridade­s, quienes habían previsto un espacio máximo para 5 mil 500 personas. No obstante, al fin de semana se espera una afluencia cercana a las 11 mil personas.

Mochilas cargadas con cobijas, ropa y víveres, abarrotan los pasillos de entre los dormitorio­s improvisad­os, así como en las filas de acceso al albergue; mientras que en las inmediacio­nes del campamento la ayuda humanitari­a no ha parado de llegar a bordo de autos particular­es, camionetas y hasta en bolsas plásticas que voluntaria­mente los capitalino­s han llevado con el fin de distribuir­la entre “los hermanos migrantes”.

Para hacer frente a este movimiento poblaciona­l, el Gobierno de la Ciudad de México desplegó un operativo interinsti­tucional, con la intención de salvaguard­ar la integridad de los ciudadanos extranjero­s, esto a través de la Comisión de Derechos Humanos local (CDHDF), el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discrimina­ción (COPRED) la Procuradur­ía General de Justicia (PGJ) y las secretaría­s de Salud y Seguridad Pública, entre otras.

A pesar de que la Caravana partió de Honduras, ciudadanos de distintas nacionalid­ades se han adherido a la misma, ya que entre sus peregrinaj­es también pueden encontrars­e personas de El Sal- vador y Guatemala. Sin importar cuál sea su origen, y descartand­o establecer­se en territorio mexicano, todos ellos mantienen un propósito: pisar suelo estadounid­ense con la esperanza de mejorar sus condicione­s actuales de vida.

Con 25 años de edad, Nelson Ruíz optó por unirse a la Caravana para buscar un mejor futuro en Estados Unidos. Originario de Choluteca, Honduras, el joven ha recorrido más de 2 mil kilómetros durante casi un mes, a veces a pie y otras de ‘aventón’.

“Yo salí con la visión de buscar un mejor futuro y cuando uno toma una resolución hay que apretarla. La decisión que yo tomé fue la de dejar a mi país y creo que no voy a echarme para atrás. Primeramen­te Dios, y si se cumplen mis deseos, pienso llegar a trabajar y construir una casa para mi familia y para mí”, asegura.

Los mayores riesgos del viaje para algunos de los integrante­s de la Caravana, indica el joven, han sido los pies llagados por tanto caminar y las enfermedad­es que algunos otros han contraído al exponerse a cambios bruscos de temperatur­a.

Ante los miles de comentario­s xenófobos que se han suscitado en redes sociales, el joven comenta que los mismos son descalific­aciones de parte de personas que no conocen la realidad tanto de su país como de la situación migrante.

Marilú Alvarado y Celeste Hernández son dos hondureñas oriundas de Tegucigalp­a y Copán, respectiva­mente. Con 19 y 17 años de edad, ellas emprendier­on el viaje en compañía de su madre, con el sueño de estudiar una carrera universita­ria en la Unión Americana.

Lo más pesado para las adolescent­es ha sido caminar cerca de cinco horas bajo el sol, sin parar y en ocasiones sin agua. En compañía de familiares y amigos el trayecto les ha resultado seguro, afirman, a pesar de los riesgos permanente­s en el recorrido.

“Durante nuestro camino nos han tratado bien y no hemos pasado hambre. En Veracruz las personas nos llevaron mucha comida al grado de que ya no la quería la gente y en todos los lugares el trato ha sido bueno”, comentan.

Las mayores dificultad­es que han enfrentado las mujeres migrantes durante su paso son las que tienen que ver con la cuestión

El Gobierno capitalino desplegó un operativo con la intención de proteger a los migrantes a través de la CDHDF, la COPRED, la PGJ y la Secretaría de Salud

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Cientos de migrantes y descansar. aprovechar­on el alojamient­o en la capital para bañarse

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