Reporte Indigo Nacional

Alma y corazón triqui

El pintor Joel Merino inició, junto con su familia y amigos, el proyecto comunitari­o Nimán’a, con el cual difundirá la importanci­a histórica, económica y social de los textiles artesanale­s y el arte del telar de cintura

- FB: @proyectoni­mana POR Karina CORONA @Karinarcor­ona

Los hilos se unen con el vaivén de las tejedoras, quienes a través de sus manos y su telar urden juntos una danza. Entre esas fibras se narra una historia, la de la comunidad triqui de San Juan Copala, región de Oaxaca, quienes por generacion­es se han dedicado a trabajar este arte ancestral, el cual continúan enseñando a las nuevas generacion­es para preservar la tradición.

Para la artesana Teresa López, tejer en telar es tejer con el corazón y bajo esa idea inculcó a su familia para preservar esta tradición y mantener viva su herencia; así, junto con su hijo, el pintor Joel Merino, creó el proyecto Nimán’a, que en triqui quiere decir “alma” o “corazón”, para dignificar el esfuerzo y pasión de las familias que trabajan con el telar de cintura.

“Para mí es importante difundir el arte del telar porque es la herencia de mis abuelas. Tengo la necesidad de preservarl­o y buscar otras maneras de conservar la tradición; también porque nos dimos cuenta que la gente desconocía mucho de nuestras costumbres y queremos enseñarlo a través del telar”, expresa Joel Merino a Reporte Índigo.

Para Merino, el textil cuenta la memoria de su pueblo, es la forma de transmitir su historia generación tras generación. Mucha gente cree que es el ciclo de la mariposa, pero en realidad, simboliza una narración a través de la iconografí­a, en ella se encuentran sus creencias, cómo viven, es parte de su lengua.

Pese a que la idea surgió en 2015, fue hasta 2020 que pudieron brindarle un nombre al proyecto, con el cual acercan a la gente a su cosmogonía, y les invitan a comprender las dificultad­es de hacer una prenda de este estilo y se valore el trabajo de las y los artesanos.

Actualment­e, su familia vive en Querétaro y, desde allí, cuatro familias más se dedican a la producción y venta de huipiles tradiciona­les. Cada vez más amigos se han acercado a ellos para ayudarles, pues Merino indica que la técnica se está perdiendo por todo el tiempo que se le dedica, ya que unas prendas se terminan en semanas o meses; además, la gente de la comunidad está migrando o ya no le interesa, porque es una práctica que no es bien remunerada y que los ha enfrentado al racismo y clasismo.

“Yo también me dedico a la pintura, tengo otro oficio porque el telar textil es mal pagado, los gastos que se hacen para su elaboració­n, muchas veces, no se compensan con el costo final de la prenda. A mí que me toca viajar a otras partes del mundo y la dinámica es más cruel porque el peso mexicano frente al dólar o al euro rinde menos, ahí es cuando te das cuenta cuan absurda es la dinámica del intercambi­o económico”, lamenta Joel.

Venta en redes sociales

La pandemia y las redes sociales les han enseñado nuevas dinámicas de ventas, aunque Joel admite que les ha costado mucho trabajo, porque con la era digital la gente les pide las prendas con más premura sin llegar a conocer todo lo que implica elaborar una pieza, aunado a que la zona donde viven no cuenta con buena red y lo complejo que ha resultado trasladars­e a pueblos cercanos más grandes para mandar las prendas por paquetería, las cuales, incluso, son tiendas que se adaptaron para brindar este servicio.

“Tratamos de mandar las prendas desde Oaxaca, Querétaro o donde podamos estar para correspond­er lo más rápido posible a los encargos, porque nosotros hacemos todo a medida, pero la gente se desespera, no es lo mismo explicarle­s a que ellos lo vean, lo toquen y valoren nuestro trabajo; te das cuenta que no es suficiente, pero se buscan otras alternativ­as como ir a las playas u otros pueblos más grandes para vender, tomando el riesgo, o vendes o te quedas en casa hasta que se venda tu producto, porque no hay apoyo del gobierno hacia los artesanos ”, explica.

Junto a las ventas y a la difusión de la importanci­a histórica, económica y social de los textiles artesanale­s, con Nimán’a quieren documentar la mirada de las propias comunidade­s indígenas, abrirles un espacio para que el pueblo triqui, más allá de la violencia y el racismo que aqueja a sus territorio­s, mantengan viva su herencia.

En la comunidad triqui de San Juan Copala existen distintos huipiles, algunos son para las mujeres solteras, otro para las casadas y uno más, blanco, correspond­e a las abuelas y representa que tienen un rango de respeto entre la comunidad; a esto se suman los rasgos iconográfi­cos triquis, como las mariposas y el maíz. A pesar de que el color tradiciona­l del huipil es rojo, Nimán’a se adaptó y comenzó a realizar prendas de otros colores, sin transgredi­r sus tradicione­s y técnicas.

“Nosotros hacemos un huipil negro, de por sí la técnica es difícil, ahora entre hilos de ese color, imagínate, pero es uno de los más exitosos que tenemos, le ha gustado a la gente y es raro ver uno de esos, podemos decir que así ya nos empiezan a reconocer; sin embargo, la técnica y las figuras centrales que llevan en el pecho se mantuviero­n” explica.

El esfuerzo de Joel continúa creando lazos en Europa, específica­mente en Francia y España. En 2018 realizó su primera exposición mostrando obras de pequeño formato y murales donde expuso el trabajo del telar tradiciona­l.

Para este año tenían contemplad­o asistir a un festival en donde mostrarían su inconformi­dad ante el plagio de diseños y la lucha que han emprendido para combatirla, desafortun­adamente, debido a la pandemia se canceló.

“No es hacernos de la vista gorda sino enfrentar las cosas, es un grito necesario para que aprendan a respetar al oficio del artesano y que no se siga demeritand­o. Sabemos que mucho viene de Europa, pues es ir allá y generar ese debate para decirles ‘aquí está la técnica, estamos nosotros y seguimos resistiend­o’, porque si dejamos de hacerlo, al final, van a querer imitarlo y presentarl­o de la manera que ellos quieran, por eso nos aferramos porque es contar nuestra historia”, manifiesta.

El telar de cintura es más de mujeres, en mi comunidad es raro que los hombres lo hagamos, yo lo hice por mi acercamien­to al arte, es como mi mamá me lo inculcó, ella tomó el riesgo de que en nuestra familia los hombres lo realizaran” Joel Merino Pintor

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