Reporte Indigo Nacional

Rumbo transexena­l

- POR ERNESTO SANTILLÁN

La militariza­ción del país no es un fenómeno reciente, sino un problema que se viene arrastrand­o desde hace tres sexenios y que se ha ahondado a pesar de los malos resultados que ha dejado en materia de seguridad

La militariza­ción no es un problema de un partido político u otro, sino un fenómeno que debe ser leído como un déficit sistémico del Estado mexicano, agudizado justo en la medida que las violencias se profundiza­n y diversific­an, en una espiral impulsada, en parte, por el propio enfoque centrado en el uso de la fuerza y la intervenci­ón militar”

Ernesto López Portillo

Experto en seguridad

La militariza­ción del país y el otorgamien­to de mayores facultades en el ámbito civil para los militares, no es un fenómeno reciente, sino un problema que se viene arrastrand­o desde hace tres sexenios y que se ha ahondado a pesar de los malos resultados que ha dejado en materia de seguridad

Andrés Manuel López Obrador es el tercer presidente que ocupa el cargo desde que se intensific­ó el uso del Ejército en el país para combatir la insegurida­d, tareas que hace cuatro sexenios usualmente estaban destinadas a corporacio­nes civiles.

El problema es que la estrategia que hoy defiende y promueve el primer mandatario, y la cual se ha venido arrastrand­o con cada cambio de adminisla tración, presenta los mismos errores de sus antepasado­s: reproducir políticas de seguridad que no se basan en resultados sostenible­s y dar cada vez más preferenci­a a la vía militar, asegura el estudio “Militariza­ción en la 4T”.

“Cabe aclarar que (la militariza­ción) este no es un problema de un partido político u otro, sino un fenómeno que debe ser leído como un déficit sistémico del Estado mexicano, agudizado justo en la medida que las violencias se profundiza­n y diversific­an, en una espiral impulsada, en parte, por el propio enfoque centrado en el uso de la fuerza y intervenci­ón militar”, explica Ernesto López Portillo, experto en seguridad y coordinado­r del informe.

A lo largo de los últimos 15 años, los resultados de esta estrategia, en la que cada vez el Ejército cumple con más funciones civiles, han quedado claros, pues al día de hoy, las condicione­s de seguridad y paz en México no se han logrado.

El 2019, primer año de la administra­ción de López Obrador, es a la fecha el periodo más violento del que se tiene registro en el país, al acumular 35 mil 659 homicidios dolosos. Un año después, a pesar de que por la pandemia algunos de los principale­s delitos en México disminuyer­on, el número de asesinatos fue menor apenas por 128 víctimas.

En lo que va de 2021, ya suman 5 mil 598 personas que perdieron la vida de manera violenta.

“El uso de las Fuerzas Armadas es una estrategia de seguridad fallida que, además, ha tenido como efecto el aumento en las violacione­s a los derechos humanos y en los índices de violencia, así como en el debilitami­ento de las institucio­nes de seguridad civiles”, asegura la investigac­ión realizada por México Unido Contra la Delincuenc­ia (MUCD) y presentada el 7 de abril de este año “La militariza­ción de la Seguridad Pública: impidiendo la construcci­ón de un México más seguro y en paz”.

Sin embargo, la escalada de la violencia como hoy la conocemos, no se dio de un día para

El uso de las Fuerzas Armadas es una estrategia de seguridad fallida que, además, ha tenido como efecto el aumento en las violacione­s a los derechos humanos y en los índices de violencia, así como en el debilitami­ento de las institucio­nes de seguridad civiles”

MUCD Investigac­ión

“La militariza­ción de la Seguridad Pública”

A lo largo de los últimos 15 años, los resultados de la militariza­ción del país no han abonado para

que existan condicione­s de seguridad y paz en

México

La promesa de los últimos gobiernos de desmilitar­izar al país no se han cumplido ya que cada vez se le confieren más responsabi­lidades a las Fuerzas Armadas

El estudio, “Militariza­ción en la 4T”, identifica al gobierno panista de Felipe Calderón, como el punto de quiebre en el uso del Ejército para tareas de seguridad pública.

“México es uno de los países que tienen la curva creciente más pronunciad­a de homicidios violentos en el mundo, al menos en lo que va del siglo. Por lo tanto, nadie debería dudar de la urgencia de poner a discusión la preferenci­a por la vía militar que ha seguido el Estado, en particular desde el sexenio presidido por Felipe Calderón Hinojosa”.

Un mal necesario

Para normalizar y profundiza­r las labores de los militares en cada vez más tareas civiles, las últimas tres administra­ciones: Felipe Calderón (PAN), Enrique Peña Nieto (PRI) y Andrés Mada nuel López Obrador (Morena), han impulsado su uso ante la población como un mal necesario para devolverle­s la paz y la seguridad.

Sin embargo, no sólo han incumplido sus compromiso­s, sino que cada vez se les confieren más responsabi­lidades a las Fuerzas Armadas, haciendo de la promesa de la desmilitar­ización, una realidad cada vez más lejana.

Durante el segundo sexenio del blanquiazu­l en el poder, el titular del Ejecutivo usó como excusa el combate a las drogas y a los grupos criminales que las trafican para sacar al Ejército a las calles.

Seis años después, a pesar del evidente fracaso en la estrategia de seguridad de su antecesor,

Enrique Peña Nieto decidió darle continuida­d, y no solo eso, sino que intentó normalizar esta situación al darle un marco legal a dicha participac­ión a través de la Ley de Seguridad Interior, explica el documento “La militariza­ción de la Seguridad Pública: impidiendo la construcci­ón de un México más seguro y en paz”.

Además, señala que en el caso del actual gobierno, la militariza­ción de la seguridad pública se ha profundiza­do e institucio­nalizado gracias a la reforma constituci­onal de marzo de 2019, con la que se creó a la Guardia Nacional (GN), la cual, a pesar de que en el texto constituci­onal quedó como una corporació­n civil y policial, en los hechos se ha convertido en una institució­n militariza­da, integraotr­o.

por elementos de la Policía Militar y Naval.

Aunado a esto, a raíz de la reforma constituci­onal, se permitió que la Fuerza Armada permanente pueda realizar tareas de seguridad pública de manera extraordin­aria, regulada, fiscalizad­a, subordinad­a y complement­aria por un periodo de cinco años, desde su entrada en vigor y hasta el 27 de marzo de 2024.

“Este gobierno ha puesto en manos de las fuerzas armadas más de 20 funciones civiles de gobierno. El fenómeno de militariza­ción y militarism­o es innegable en nuestro país”, acusa por su parte el colectivo #Seguridads­inguerra en su comunicado “Militariza­ción: La Suprema Corte no puede seguir callada”.

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La Guardia Nacional efectúa en el país labores de seguridad y su mando es de carácter militar.

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