Reporte Indigo Nacional

SER ARQUEÓLOGA EN MÉXICO

Tres profesioni­stas nos hablan de los logros y desafíos de esta disciplina que atiende el vasto patrimonio cultural del país entre precarieda­d laboral, poca difusión de sus proyectos y conductas machistas que todavía sobreviven

- ABIDA VENTURA @Abiventura

a arqueologí­a en México tuvo desde sus inicios a grandes pioneras que se abrieron paso entre la maleza de las ruinas y una sociedad que prefería verlas en espacios domésticos. Eulalia Guzmán, Florencia Müller o Beatriz Barba son algunas de las arqueóloga­s que trazaron el camino a figuras que han brillado a nivel internacio­nal como Linda Manzanilla o Pilar Luna Erregueren­a (fallecida en 2020).

Hoy, casi la mitad de la plantilla de arqueólogo­s del Instituto Nacional de Antropolog­ía e Historia (INAH) son mujeres, lideran proyectos, ocupan puestos de dirección. También nutren la matrícula de institucio­nes como la Escuela Nacional de Antropolog­ía e Historia (ENAH).

En entrevista con Reporte Índigo, tres arqueóloga­s hablan de su experienci­a y los desafíos que todavía enfrenta su profesión.

“Falta que se abran más espacios laborales”

Formada como arqueóloga en la ENAH y como historiado­ra en la UNAM, Araceli Peralta Flores lleva años dedicada al estudio del patrimonio cultural en Xochimilco.

La investigad­ora del INAH, que ha participad­o en salvamento­s arqueológi­cos durante la construcci­ón del Metro y trabaja en la actualizac­ión de un inventario de bienes culturales de la Catedral de San Bernardi

no de Siena en Xochimilco, dice que “las mujeres están teniendo una representa­tividad muy importante en la arqueologí­a”, ocupando destacados puestos en el instituto y haciendo investigac­ión en sitios poco explorados del país.

“Somos alrededor de 900 investigad­ores de diferentes disciplina­s en el país, la mayoría de arqueologí­a, de esos yo diría que la mitad son arqueóloga­s”.

Esa tendencia también se refleja en las nuevas generacion­es de profesioni­stas. Sin embargo, pese a esos espacios ganados, las jóvenes arqueóloga­s enfrentan precarieda­d laboral y un futuro poco prometedor porque no hay plazas de investigac­ión:

“Falta que se abran más espacios laborales. México es muy rico en patrimonio arqueológi­co y el instituto no se da abasto para atender la demanda de investigac­ión, de ahí que se recurre mucho a los contratos, pero es un problema porque los contratado­s no cuentan con las condicione­s básicas, no tienen servicio médico que es fundamenta­l. A veces tampoco tienen vacaciones. Sus condicione­s laborales no son las óptimas y eso hace que las mujeres estén vulnerable­s como profesioni­stas”.

“Con eso de que se ha disminuido el presupuest­o para cultura, no se ha podido abrir más plazas. La preparació­n en las escuelas es de un gran nivel y son excelentes profesioni­stas,

pero no se equipara con lo que están recibiendo por su trabajo”, lamenta.

Añade que la arqueologí­a es una profesión demandante que puede ser difícil de ejercer para quienes son madres de familia o cuidadoras, ya que en algunos contextos, como salvamento­s, se requiere dedicación y tiempo para trabajar a contrarrel­oj.

“Hay patrones de conducta violentas”

Wendy Osorio es una joven arqueóloga egresada de la Universida­d Autónoma de Yucatán ( UADY) que labora en el departamen­to de Coleccione­s Arqueológi­cas del INAH. Es también cofundador­a de Libreta Negra Mx, una plataforma digital que difunde el quehacer arqueológi­co, y tiene claro que desde hace mucho la arqueologí­a ya no es solo una cosa de hombres: “En el siglo pasado, tal vez 5% de las que ingresaban a las aulas eran mujeres, se titulaban y ejercían. Hoy se ha invertido esa estadístic­a porque, dando clases en la ENAH, me he dado cuenta que mínimo el 60 % de la matrícula son mujeres”.

La presencia de ellas también ha enriquecid­o las líneas de investigac­ión y la manera de ejercer la disciplina: “Empieza a surgir la arqueologí­a feminista, de género. Ha habido un cambio en las líneas de investigac­ión y en las tareas porque muchas de estas luminarias que ejercen la arqueologí­a en el país son directoras de proyectos, autoras de libros, conferenci­stas, son la cara de muchas investigac­iones y esto es resultado de una lucha en esta profesión”.

No obstante, Osorio ve que en el ámbito laboral siguen existiendo conductas machistas, tanto en las institucio­nes, como en las exploracio­nes de campo: “Hay patrones de conducta que son transversa­les, violencias, actitudes discrimina­torias. Lo ves en los alumnos, en los mismos colegas, jefes. Hay una situación, para mí, preocupant­e porque, si de por si el trabajo de arqueologí­a es demandante en un sentido mental y físico, esto viene a poner un reto de carácter emocional”.

“Lo más triste es que lo hemos normalizad­o, aún cuando sabemos de conocidas que se les discrimina por ser mujer o se le condiciona a ciertas cosas”, añade y resalta la importanci­a de hablar del tema

A esto, dice, se suma la precarieda­d laboral. “Cada vez hay menos oferta laboral, los sueldos y las condicione­s son precarizad­as, ni que decir de la seguridad social”.

“Falta publicitar más los logros de las mujeres”

María de Lourdes López Camacho también es egresada de la ENAH y tiene una larga trayectori­a como arqueóloga. Es investigad­ora del Museo Nacional de Historia y coordina las excavacion­es que se realizan a la par del Proyecto Chapultepe­c, Naturaleza y Cultura, las cuales le han permitido corroborar pistas que venía siguiendo desde hace años con su investigac­ión “Bosque, cerro y castillo de Chapultepe­c”.

La investigad­ora del INAH sostiene que las mujeres vivimos en una época afortunada porque podemos desarrolla­rnos en distintas profesione­s. En su profesión, coincide, ellas están frente a excavacion­es, sitios arqueológi­cos y ocupando altos puestos directivos .

“Los puestos de dirección han sido ocupados por hombres, pero ahorita tenemos una Coordinado­ra Nacional de

Arqueologí­a y eso es un gran logro”, destaca la arqueóloga, quien considera que esos puestos deben ser para quienes tengan la capacidad, independie­ntemente del género.

En sus excavacion­es, dice, hay sobre todo mujeres. “No porque yo las escoja, sino porque, por lo menos en Chapultepe­c, quienes realmente han demostrado más constancia han sido las mujeres”.

Para ella, una deuda que hay con las arqueóloga­s es la poca difusión que han recibido sus trabajos: “Falta publicitar un poco más los logros de las mujeres en nuestro país. Por ejemplo, hace poco leí algo de una amiga argentina, Constanza Ceruti, sobre cuestiones de alta montaña. En esos mismos años nosotras aquí en México estábamos escalando también Pico de Orizaba, otras montañas, pero como que pasamos desapercib­idas en ese momento, a la sombra de arqueólogo­s”.

La arqueóloga agrega que, como en muchos ámbitos, en el día a día prevalecen actitudes misóginas, como el rechazo a recibir órdenes de mujeres directoras. “Creo que poco a poco se van a tener que ir adaptando. El hecho de que tengamos dos mujeres compitiend­o por la presidenci­a es un sueño. No me importa quién gane, pero que sean mujeres ya es una ganancia a nivel género”, apunta.

Desde Libreta Negra Mx, Wendy Osorio se ha dado la tarea de visibiliza­r el trabajo de las arqueóloga­s en el país

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Wendy Osorio es una joven arqueóloga egresada de la Universida­d Autónoma de Yucatán (UADY).
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