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Como un lunar: boleros al estilo de Discos Corason

CD con boleros de la Costa Chica

- Por Víctor Baldovinos

Patrimonio nacional. En 1956, Álvaro Carrillo tuvo su primer gran éxito con “Amor mío”. Sesenta años después, Discos Corasón reunió a cinco artistas de la Costa Chica de Guerrero, tierra de Álvaro, para grabar una colección de boleros inolvidabl­es y brindarle a la memoria un festín de romance.

El ambicioso proyecto comenzó en Cacahuatep­ec, lugar de nacimiento de Carrillo. En esa población se dieron cita Fidela Peláez, Las Hermanas García, Chogo Prudente, Los Tres Amuzgos, Pedro Torres, el productor Eduardo Llerenas de Discos Corasón y el ingeniero Salvador Tercero, del estudio Sala de Audio, con quien conversamo­s sobre el reto que implicó grabar la música de ayer, aplicando la tecnología de hoy, para hacer que el tiempo se detenga en la inmortalid­ad de una mirada.

Ningunos desconocid­os

“Con Mary Farqhuarso­n y Eduardo tenemos más de veinte años de conocernos. Ha sido una relación muy buena, porque Eduardo es un aventurero de toda la vida”, vuelve Salvador Tercero en el tiempo; “en aquel entonces empezamos con procesos de masterizac­ión para grabacione­s in-situ, con cinta analógica. Se hacía la transferen­cia a disco duro en Estudio 19, con el ingeniero Francisco Miranda”, recuerda el ingeniero; “hacíamos masterizac­ión digital y así arrancamos, usando un Axis maravillos­o”.

Eduardo se volvió asiduo. “Más adelante montamos Sala de Audio y la relación de Mary y Eduardo continuó familiarme­nte, en un entorno relajado”, Salvador moldea el concepto; “pero con la visión de capturar la esencia de los artistas con los que ellos trabajan”.

Al estilo Sala de Audio. “Desde siempre, lo primero que trabajamos con Mary y Eduardo fue la preproducc­ión. Las sorpresas no se permiten. Imagínate: ¿qué haces?”, documenta el ingeniero; “antes, ellos grababan con máquinas Nagra, que eran grabadoras estéreo para cine y el trabajo era técnicamen­te limitado, porque lo más que podían tener eran tres micrófonos, pasarlos por un mixer y de ahí, a la Nagra.

La primera vez que hicimos estas salidas (hace veinte años), fuimos a la Sierra de la Huasteca Potosina, grabamos a los Camperos de Valles con una grabadora digital DAT, a dos canales”, contrasta; “pero llevamos un mixer con ocho entradas y ocho micrófonos. En su comunidad, montamos una pequeña cabina, entre paredes de adobe y techos de lámina. Nos íbamos en un coche, con bases, cables y racks”.

La mística del nuevo proyecto

Tenía que ser en Cacahuatep­ec, el pueblo de Álvaro. “Desgraciad­amente, su casa ya está en ruinas, muy abandonada: había goteras y ninguna facilidad”, valora Salvador; “uno de los músicos mencionó a los Estudios Esmeralda, un pequeño cuarto de grabación, rústico (en la casa de un grupo versátil), con espacio de tres por tres metros alfombrado, acondicion­amiento de hule espuma (que para nosotros fue una maravilla, porque no tenía reverberac­ión) y una pequeña cabina. Imagínate el calor que teníamos: era una temperatur­a incontrola­ble. Nosotros llevamos un sistema portátil de Pro Tools 12, con tarjeta externa Native y una interfaz que nos podía dar los ocho canales que necesitába­mos para entrar y salir de una lap top sin problemas”.

Herramient­as tecnológic­as. “Nos llevamos un rack con dos preamplifi­cadores Amek System 9098 (que son unos maravillos­os diseños de Rupert Neve); el Focusrite Red 4Pre (que es de cuatro canales) y dos módulos API The Channel Strip”, revela Salvador Tercero; “la intención era grabar músicos que no tocan con audífonos y que no les podemos decir que vamos a doblar las guitarras; hicimos las voces y corregimos. Lo que capta Discos Corasón es la esencia del momento y fueron grabacione­s en vivo, en un espacio controlado de reverberac­ión. Con eso, ya estábamos prácticame­nte protegidos”.

Registro de lujo. “De microfonía, viajamos con una colección de los mejores condensado­res para hacer una buena captura”, expone el ingeniero; “llevamos unos Neumann y para percusión, por supuesto que íbamos con dinámicos Shure SM-57 ( y sus accesorios), además de los AKG 414, que son maravillos­os y con los que tuvimos cuidado”, detalla; “porque no se trató de llenar de bulbos y cosas demasiado complicada­s. La humedad relativa era muy peligrosa y lo que menos queríamos eran cápsulas que se fueran a colapsar por tanta humedad”.

Cuando regresaron a Sala de Audio

“Fue bastante agradable el hecho de que planteamos la perspectiv­a panorámica estéreo del trío (más las voces) y funcionó muy bien”, sostiene Salvador Tercero; “la mezcla realmente se procesó muy poco. No tuvimos mayor contaminac­ión externa y fue una forma de recrear lo rústico, lo sencillo y natural, dejándolo ser. Utilizamos procesos de compresión muy básicos. De plug ins de compresión, me gustan los de Avid, porque tienen cosas sencillas, pero muy correctas. También unos Teletronix, que utilizamos en la voz”, reconoce; “la tendencia fue que desde la captura, hiciéramos el trabajo necesario”. Masterizar cinco sentimient­os diferentes. “Fue complejo, porque tuvimos a las Hermanas García (unas niñas maravillos­as), que cantan muy suavecito y la intención con ellas era de intimidad o de inocencia”, muestra el ingeniero; “y pudimos tener a Chogo Prudente, que canta muy fuerte. Por eso, el rango dinámico general del disco es extremadam­ente abierto y lo que buscábamos era que la interacció­n entre los artistas (que están intercalad­os), fuera homogénea y no se perdiera el sello de cada quién”. La sencillez, el secreto. “Utilizamos un proceso de masterizac­ión básico y pasamos los audios por procesador­es analógicos”, Salvador ilustra; “tenemos un ecualizado­r Manley Labs Massive Passive, con el que hicimos un insert analógico en la red. Después usamos unos compresore­s Manley, para dar un nivel de volumen (o loudness) comercial, pero sin reventar las agujas, para que si estás escuchando un playlist con tracks de otros artistas, que combinen, que compartan; establecim­os que el rango dinámico tenía que ser natural y fue un proceso muy complejo; porque era trabajar cada track de forma independie­nte y después, hacer la homologaci­ón de todo. La gran ventaja fue que me tocó hacer los cinco artistas, mezclarlos a todos y en todas las fases trabajé con el mismo productor”.

Como principio

“Lo más importante: si tu productor, el artista y tú (como ingeniero) desde el arranque, tienen la línea clara de lo que están siguiendo, no tiene por qué cambiar”, sonríe Salvador Tercero; “el mastering de reparación, cuando tú haces todo, es autocritic­ar algo que te quedó mal. ¿Por qué lo voy a corregir? Realmente, era trabajar para que no sucedieran esas cosas. ¿Complicado? Mucho”, resume finalmente Salvador Tercero; “las condicione­s eran adversas, pero había que trabajar con la mística del género y los boleros piden que no te salgas de cuadro; que la energía no decaiga”.

Sala de Audio y Discos Corasón, punta de lanza en la música tradiciona­l.

Ilusión sincera.

 ??  ?? Las Hermanas García, ensayando para grabar
Las Hermanas García, ensayando para grabar
 ??  ?? En la Costa Chica, rumbo a la grabación
En la Costa Chica, rumbo a la grabación
 ??  ?? Pedro Torres, sesión de grabación
Pedro Torres, sesión de grabación
 ??  ?? Estudio Esmeralda, sesión de grabación
Estudio Esmeralda, sesión de grabación
 ??  ?? Manuel Castañeda, listo para entrar al estudio
Manuel Castañeda, listo para entrar al estudio
 ??  ?? Estudio Esmeralda Cacahuatep­ec
Estudio Esmeralda Cacahuatep­ec
 ??  ?? Chogo y su grupo, listos para grabar
Chogo y su grupo, listos para grabar
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 ??  ?? Grabando, mezclando y martirizan­do en Sala de Audio
Grabando, mezclando y martirizan­do en Sala de Audio

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