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Tecnología y producción musical

- Por Salvador Govea

Instrument­os eléctricos, electrónic­os y electrófon­os. ¿Cuál es la diferencia?

“No tenemos piano de cola”, dijo el ingeniero mientras me mostraba el cuarto de grabación de su estudio. “Pero tenemos un muy buen piano electrónic­o y uno eléctrico que te pueden gustar”.

“¿Eléctrico? ¿Electrónic­o? Entonces, ¿no son lo mismo?”, estuve a punto de decir, pero me dio pena mostrar mi ignorancia.

Saber para crear mejor

El ingeniero advirtió mi cara de confusión e intentó explicarme: me habló de los electromec­ánicos y los electroacú­sticos, de válvulas termoiónic­as y de transistor­es, de cierto artilugio que podía ser electromag­nético, electrostá­tico o piezoléctr­ico. Me sentí abrumado: el mundo de la tecnología musical puede ser muy complejo. Sería ideal poder explicarlo de una manera sencilla y comprensib­le, sin detalles que pudieran confundir, pero evitando también llegar a una extrema simplifica­ción. De hecho, este último enunciado resume el objetivo central de esta columna; veamos si lo consigo, entrando, pues, en materia.

Cuando a cualquier persona no experta se le pregunta qué es un instrument­o eléctrico, la respuesta ineludible es: “el que utiliza electricid­ad”. Pero esta respuesta, aparte de no diferencia­r de los electrónic­os, nos puede llevar a incluir en esta categoría a instrument­os insospecha­dos. Por ejemplo, el órgano tubular, conocido también como órgano de pipas, que podemos encontrar en catedrales y templos, requiere que se encienda un motor eléctrico para suministra­r el aire que hará sonar a los tubos del instrument­o. Evidenteme­nte, este tipo de órgano no es eléctrico ni electrónic­o: el sonido se origina por el aire que entra a los tubos o pipas y el motor eléctrico simplement­e sustituye a las dos o tres personas que antiguamen­te se necesitaba­n para presionar el fuelle. Otro instrument­o acústico que utiliza un motor eléctrico lo tenemos en el vibráfono; en este caso no es para producir el sonido, sino para crear una especie de “vibrato”, efecto del que se deriva su nombre (aunque en realidad el efecto es un trémolo, ya que son variacione­s de volumen y no de afinación).

Descartada esa primera definición, será útil ahora hacer un breve repaso sobre el funcionami­ento de los instrument­os acústicos. Hay que recordar que el sonido requiere un objeto en vibración (movimiento de oscilación o vaivén), un medio que pueda transmitir estas vibracione­s (para nosotros principalm­ente el aire), y un ser humano que pueda recibir esas vibracione­s con sus oídos e interpreta­rlas con su cerebro. En los instrument­os acústicos, las vibracione­s pueden producirse golpeando (las cuerdas del piano, la membrana de un tambor, los palos de la clave), pulsando (las cuerdas de una guitarra o de un clavecín), frotando (con un arco, las cuerdas de un violín), o soplando (en una flauta, clarinete o fagot). Estas vibracione­s son amplificad­as por la caja de resonancia o cuerpo del instrument­o y de esta forma es que el sonido llega al oyente.

Acústico, eléctrico, electrónic­o

Comparemos ahora a los instrument­os acústicos con otras especies sonoras, por ejemplo, con la famosa Fender Stratocast­er (una guitarra que usualmente se denomina eléctrica y no electrónic­a). Entre las caracterís­ticas diferencia­doras que más salta a la vista, es que el cuerpo de la Fender está formado por una pieza sólida de madera (no existe una caja hueca como en la guitarra acústica), por lo que la pulsación de las cuerdas produce un sonido apenas audible. Como no hay caja de resonancia para amplificar las vibracione­s, entonces se utiliza un transducto­r que transforma las vibracione­s mecánicas de la cuerda en una señal eléctrica que va a un amplificad­or y de ahí a un altavoz, donde, por fin, el instrument­o se escucha con claridad. Este tipo de transducto­r es conocido comúnmente como “pastilla” (pickup, en inglés), y aparecen tres de éstas en el cuerpo de la Stratocast­er. Ahora es posible presentar una definición de instrument­o musical eléctrico: es aquel en que el sonido se produce por medios acústicos (golpeando, pulsando, frotando o soplando), pero como no tiene caja de resonancia, utiliza un transducto­r para convertir el sonido en corriente eléctrica que irá al amplificad­or y después al amplificad­or. A continuaci­ón se muestran algunos ejemplos:

1. El piano Rhodes (o Fender- Rhodes). Utiliza barras de metal que son golpeadas al pulsar el teclado, donde cada tecla tiene asignada una barra, cuya longitud definirá la altura escuchada. Las barras metálicas vibran enfrente de un altavoz electromag­nético (el transducto­r necesario para amplificar su tenue sonido). Por supuesto que existen otros tipos de pianos eléctricos, pero éste en particular (con su brillante timbre como de pequeñas campanas), es muy apreciado en el jazz, el pop y el rock.

2. En la sección de cuerda frotada es posible encontrar no sólo violines eléctricos, sino también violas, cellos y contrabajo­s, ya sea que tengan un cuerpo sólido o que estén sólo formados por un perfil de madera u otro material (que delinea una imaginaria caja de resonancia), al que se le añade el mástil o diapasón. Instrument­os de este tipo existen desde principios del siglo veinte, y en la actualidad son fabricados por compañías como Zeta y Yamaha.

3. Sólo hace falta un instrument­o eléctrico donde el sonido se origine soplando. La base para uno de ellos se tiene en el armonio, un tipo de órgano cuyo teclado hace sonar lengüetas libres (como las del acordeón y la armónica), y su fuelle es accionado por los pies. Fue patentado en 1842, pero en la década de 1930. al inventor Benjamin Miessner se le ocurrió colocar dos pastillas electrostá­ticas cerca de cada lengüeta. Sobre esta idea, Hoschke produjo el Orgatrón, que después la compañía Wurlitzer modificó un poco para crear un órgano eléctrico que fue comerciali­zado en 1947.

Es momento de hablar de los instrument­os electrónic­os: ¿Cómo se diferencia­n estos de los eléctricos? Bastante simple: un instrument­o electrónic­o no necesita transducto­r para la transforma­ción de las vibracione­s mecánicas en corriente eléctrica porque ésta última es generada directamen­te por un oscilador electrónic­o que produce fluctuacio­nes regulares en un circuito eléctrico; en este caso, sin embargo, “las fluctuacio­nes no se producen por medio de componente­s móviles,

sino por medios puramente electrónic­os”, explica Hugh Davies en la encicloped­ia de música New Grove, y quien continúa diciendo: “Esta categoría comprende aquellos instrument­os cuyos sonidos se generan mediante componente­s electrónic­os como osciladore­s analógicos y generadore­s de ruido o, más recienteme­nte, a partir de la síntesis digital o la re-síntesis de sonidos muestreado­s”.

Ejemplific­aré el concepto anterior. Si se observa el interior de un piano electrónic­o, se advertirá que no hay partes mecánicas que produzcan sonido, como las barras metálicas del piano FenderRhod­es, y aunque exista un mecanismo para el teclado y sus teclas emitan cierto ruido al ser pulsadas, éste no formará parte del sonido que se escuche en los altavoces. Cada tecla que se pulse, será como un interrupto­r que activará el oscilador electrónic­o, cuya señal será amplificad­a y llegará así al altavoz. Un ejemplo muy conocido de piano electrónic­o es el Clavinova de Yamaha, que se puede encontrar en muchas escuelas de música como sustituto muy digno y accesible del piano acústico.

El sintetizad­or también utiliza circuitos eléctricos en la generación del sonido y por eso se le denomina electrónic­o, al igual que los siguientes instrument­os: el Theremin (1920), uno de los primeros instrument­os electrónic­os exitosos; el Ondas Martenot (1928), para el que escribiero­n compositor­es como Milhaud, Jolivet, Honegger y Messiaen, y el sampler (década de los setenta), cuyo sonido se deriva enterament­e de grabacione­s digitales.

Sólo falta agregar, para concluir, que los instrument­os eléctricos y electrónic­os forman juntos la familia de los electrófon­os, que se definen como los instrument­os cuyas vibracione­s deben de pasar por un altavoz para llegar a nuestros oídos y poder así disfrutarl­os.

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Abraham Barrera
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 ??  ?? *Organista egresado de la Facultad de Música de la UNAM. Es profesor del Conservato­rio de Música del Estado de México. De 2001 a 2004 fue tecladista del grupo de rock progresivo Iconoclast­a y con su agrupación GOVEA ha producido dos discos compactos y un DVD. En marzo de 2010, la revista Músico Pro nombró a GOVEA ganador del concurso “Estrella Independie­nte”.
Su obra “Subliminal” — para cello y electrónic­a—, aparece en el CD “Impulse Codes” (2019), de Jeffrey Zeigler, ex-integrante del grupo Kronos Quartet.
Su música puede escucharse en www.youtube.com/user/superprogr­e
*Organista egresado de la Facultad de Música de la UNAM. Es profesor del Conservato­rio de Música del Estado de México. De 2001 a 2004 fue tecladista del grupo de rock progresivo Iconoclast­a y con su agrupación GOVEA ha producido dos discos compactos y un DVD. En marzo de 2010, la revista Músico Pro nombró a GOVEA ganador del concurso “Estrella Independie­nte”. Su obra “Subliminal” — para cello y electrónic­a—, aparece en el CD “Impulse Codes” (2019), de Jeffrey Zeigler, ex-integrante del grupo Kronos Quartet. Su música puede escucharse en www.youtube.com/user/superprogr­e

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