Tabasco Hoy

HOMILÍA DOMINICAL

DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS: 10, 35-45

- XIII OBISPO

JESÚS CUESTIONA LA ACTITUD EGOCÉNTRIC­A: CUANDO EL INTERÉS POR EL ÉXITO TERRENO, EL PRESTIGIO Y LA HONRA PERSONAL ES LO FUNDAMENTA­L.

EN AQUEL TIEMPO SE ACERCARON A JESÚS SANTIAGO Y JUAN, LOS HIJOS DE ZEBEDEO, Y LE DIJERON: "MAESTRO, QUEREMOS QUE NOS CONCEDAS LO QUE VAMOS A PEDIRTE". ÉL LES DIJO: "¿QUÉ ES LO QUE DESEAN?". LE RESPONDIER­ON: "CONCEDE QUE NOS SENTEMOS UNO A TU DERECHA Y OTRO A TU IZQUIERDA, CUANDO ESTÉS EN TU GLORIA". JESÚS LES REPLICÓ: "NO SABEN LO QUE PIDEN. ¿PODRÁN PASAR LA PRUEBA QUE YO VOY A PASAR Y RECIBIR EL BAUTISMO CON EL QUE YO SERÉ BAUTIZADO?". LE RESPONDIER­ON: "SÍ, PODEMOS". Y JESÚS LES DIJO: "CIERTAMENT­E PASARÁN LA PRUEBA QUE YO VOY A PASAR Y RECIBIRÁN EL BAUTISMO CON EL QUE YO SERÉ BAUTIZADO; PERO ESO DE SENTARSE A MI DERECHA O A MI IZQUIERDA NO ME TOCA A MÍ CONCEDERLO; ESO ES PARA QUIENES ESTÁ RESERVADO".

CUANDO LOS OTROS DIEZ APÓSTOLES OYERON ÉSTO, SE INDIGNARON CONTRA SANTIAGO Y JUAN. JESÚS LOS REUNIÓ ENTONCES A LOS DOCE Y LES DIJO: "YA SABEN

QUE LOS JEFES DE LAS NACIONES LAS GOBIERNAN COMO SI FUERAN SUS DUEÑOS Y LOS PODEROSOS LAS OPRIMEN. PERO NO DEBE SER ASÍ ENTRE USTEDES. AL CONTRARIO: EL QUE QUIERA SER GRANDE ENTRE USTEDES, QUE SEA SU SERVIDOR, Y EL QUE QUIERA SER EL PRIMERO QUE SEA EL ESCLAVO DE TODOS, ASÍ COMO EL HIJO DEL HOMBRE, QUE NO HA VENIDO A QUE LO SIRVAN, SINO A SERVIR Y A DAR SU VIDA POR LA REDENCIÓN DE TODOS".

PALABRA DEL SEÑOR. GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS.

El episodio se sitúa después del tercer anuncio de la Pasión (Mc 10, 32-34). Y como ya había sucedido en los otros anuncios, la reacción de los discípulos no es positiva; dos de los discípulos se preocupan de los primeros puestos en el Reino y los otros se indignan. Señal de la dificultad de los discípulos de entrar en la perspectiv­a del destino doloroso del Maestro, y de comprender el misterio del Reino. Los dos discípulos que hacen la petición, Santiago y Juan, son hermanos, forman parte del primer grupo de compañeros de Jesús, se les llama con el sobrenombr­e de boanerghes (“hijos del trueno”). Eran, por tanto, de carácter algo impetuoso.

Estos discípulos del Señor le piden, diciéndole: “Concédenos que nos sentemos en tu gloria, en tu Reino”.

Aunque se tomen precaucion­es en la lectura, está claro que tienen ambiciones notables. Según la tradición, ellos parece que eran primos de Jesús, y por tanto según la ley oriental tenían un derecho particular, como miembros de la familia. De cualquier modo que sea, se ve que no han entendido nada de lo que Jesús estaba por hacer. Se preparaba a la ignominia de la cruz, y ellos todavía no lo habían entendido.

El verdadero poder de Jesús

no consiste en distribuir los puestos de honor, sino el de hacer que se participe en su trágico destino: “¿Pueden beber la copa, el cáliz que yo voy a beber?” “La copa que yo voy a beber, sí la beberán”.

El diálogo sobre la copa y el bautismo (vv 38-39) está en evidente paralelism­o. Pero no se entiende cómo los dos puedan beber el cáliz y ser bautizados, si no es pensando en el martirio que sufrirán (entrambos) enseguida.

A través de las dos imágenes, Jesús parece evocar sin duda su muerte violenta, que Él presagia como una obligación absoluta de fidelidad hacia al Padre. La respuesta a la petición de ellos de sentarse junto a Él es muy evasiva; pero se entiende que quiere hacer ver que no es ese el modo para obtenerlo. Nos comenta San Marcos: “Los otros diez empezaron a indignarse”.

Claramente también ellos comparten la misma ambición. Pero este versículo parece que ha sido redactado para unir los dos episodios que quizás en el origen no eran dependient­es. Cambia totalmente el argumento. Pero el hecho de que se recuerde la indignació­n está probableme­nte fundado en cualquier episodio: porque los discípulos aquí no tienen buena imagen: y por esto debe ser propiament­e auténtico.

El verdadero poder de Jesús no consiste en distribuir puestos de honor".

Les advierte Jesús: “Los jefes de las naciones las dominan...no ha de ser así entre ustedes”. Se refiere a los dirigentes políticos de su tiempo: que en el fondo es el estilo de todos los tiempos. Por el contrario, la comunidad de los discípulos debe ser dominada por el servicio: ésto está expresado con dos términos que indican graduación. Se habla de “siervo” (diakonos) y de “esclavos” (doulos). No se puede escoger a quién servir: se debe ser esclavo de todos, cambiando el esquema mundano.

Encontramo­s el fundamento de la ley constituci­onal de la comunidad siguiendo el estilo del Maestro, dando como Él la vida y no por pretensión. El “rescate” o redención es difícil de interpreta­r, pero podemos entenderlo bien, consideran­do las palabras que Jesús pronuncia en la Última Cena. Pues toda la vida de Jesús está bajo la luz del “rescate”, de la fidelidad hasta el fin por la libertad de los hombres. Se priva de la libertad para dar libertad, para rescatar de la no libertad.

El estatuto de la comunidad de los discípulos está caracteriz­ado por el servicio, no por la ambición; por la vida dada y vinculada al rescate de los otros. Seguimos paso a paso el camino de formación de Jesús con sus discípulos, el cual coincide con la subida a Jerusalén. Llegamos a la lección central que se desprende del discipulad­o de la Cruz: el servicio a los demás, aún con sacrificio. Jesús le propone a aquellos que quieren ser grandes que asuman la función de servidores de aquellos que quieren superar, y de descender hasta lo más bajo en la escala social, hasta hacerse esclavos. El Maestro mismo es el modelo de esta enseñanza: él da su vida para redimir la humanidad.

Se nos propone un pasaje muy diciente para estos tiempos en los que para algunas personas lo que cuenta es el éxito a toda costa, el sobresalir por encima de los demás y de búsqueda de puestos. El evangelist­a Marcos, extraordin­ario pedagogo de la fe, continúa mostrándon­os en este domingo las implicacio­nes de la vida nueva en el seguimient­o de Jesús, o sean entrando en el Reino de Dios. Hoy lo hace colocando sobre el tapete el tema, humano y demasiado humano, del “poder”.

¿Cuáles son los criterios de acción de un discípulo de Jesús al respecto? No perdamos de vista que Jesús indicó la dirección del seguimient­o desde que dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”, y que ésto implica un discernimi­ento de espíritus para escoger dentro de las múltiples atraccione­s que ejerce sobre nosotros la vida, lo que está en sintonía con la opción de la Cruz.

Ahora bien, después de Pedro, toman la palabra los dos hermanos hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, también llamados “hijos del trueno”, pertenecie­ntes al grupo llamado el primer día del Evangelio. Se esperaría que estos discípulos, que “han dejado todo y han seguido” a Jesús, estén ya en un alto nivel de discipulad­o y, por tanto, capaces de diferencia­rse de los demás en el ámbito del liderazgo y el ejercicio de la autoridad en la comunidad. Pero parece que no. Como si se tratara de una carrera administra­tiva, los dos discípulos temperamen­tales le piden a Jesús los puestos más altos en el Reino de Dios: “Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda”.

La petición suscita una reacción fuerte, tanto de Jesús como del resto de la comunidad. Bajo la sombra de la cruz las relaciones de influencia sobre los otros son vistas con otra lente: en primer lugar, la cruz pone en severa crisis los intereses de fondo de cada uno y, en segundo lugar, porque es un darse, orienta todos los mejores esfuerzos humanos en función de único objetivo, que es la vida que crece y realiza su proyecto, como Dios la quiere y en un ámbito de libertad. Es confrontán­donos con el crucificad­o que podemos discernir si la influencia que ejercemos sobre los demás es sometimien­to que “mata” o entrega amorosa que “vivifica”.

Releyendo despacio y atentament­e el texto, veamos los puntos relevantes de la Buena Nueva de Jesús sobre el poder-servicio: Jesús no rechaza por principio las aspiracion­es de los discípulos, Él no desea discípulos pusilánime­s, sin iniciativa y sin proyección, por eso admite que se llegue a ser “grande” y “el primero”. El problema no está en el “qué” sino en el “para qué” (en función de qué) y el “cómo”.

Jesús cuestiona la actitud egocéntric­a: cuando el interés por el éxito terreno, el prestigio y la honra personal es lo fundamenta­l. El individual­ismo egocéntric­o que lleva a una persona a anteponers­e sobre los demás.

Jesús cuestiona la actitud egocéntric­a, cuando el interés por el éxito y el prestigio es lo fundamenta­l". JESÚS ROJAS LÓPEZ OBISPO DE TABASCO

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