ALCANZAN NUBES CON MIARABAI
UN CONCIERTO DONDE EL PÚBLICO APRENDE HASTA RESPIRAR
El teatro Esperanza Iris estaba a la mitad del concierto anterior (cuando se presentó el paisano Chico Che Chico), pero para Mirabai Ceiba la noche era estupenda, “a pesar del intenso calor por la cercanía de la selva”, señaló en sus primeras palabras de presentación Angélika Baumbach, con sus manos en el shruti, una especie de armonio de origen indio, con el que hizo levitar a los asistentes.
El teatro parecía una convención de yogis porque los turbante y túnicas destacaban, los primeros con sabias bárbaras, pero lejos estaban del paroxismo típico de los fanáticos del rock o la cumbia. Seguían atentos al consejo del cantautor Markus Sieber, quien aconsejaba “cerrar los ojos para abrir el corazón, al fin que nadie los ve, para dejarse llevar por los sonidos”.
Los que no llevaban turbante soltaron sus reticencias a la siguiente canción, cuando la angelical Angélika desparramó su voz como incienso: “la vida es un belleza, admírala, la vida es un sueño, realízalo, la vida es un reto enfréntalo, la vida es un servico, complétalo”. La hipnosis llegó para todos, con o sin turbante, gracias al instrumento preferido de los querubines, el arpa, tocado delicadamente por sus manos femeninas. Markus invitó a “respirar conscientemente para contar con ese impulso primero que es la vida”, al tiempo que invitó a pensar en alguien lejano y repetir el mantra de la celestial canción: “Que la fuerza de la vida esté contigo”.
Una velada esplendorosa, donde no hubo estridencias, ni aullidos humanos, pero que hizo de este concierto algo inolvidable, como alcanzar las nubes en un sueño llamado Mirabai Ceiba.