LA GÜERA RODRÍGUEZ, UNA HEROÍNA OLVIDADA
LA GÜER A RODRÍGUEZ
La participación de las mujeres en el movimiento de Independencia iniciado en 1810, tradicionalmente ha sido relegado a un segundo plano, destacando solo la intervención de Josefa Ortiz de Domínguez y Leona Vicario. Sin embargo, existieron otras mujeres que intervinieron en el movimiento independentista de diversas maneras aportando peculios o propagando las ideas emancipadoras, empresas que las llevaron a estar, incluso, al borde de la muerte. Entre esas participantes olvidadas se encuentra María Ignacia Rodríguez de Velasco y Osorio Barba (1778-1850), mejor conocida como "La Güera Rodríguez".
En la historia nacional se ha hecho alusión a su persona solo en relación a su impactante belleza, al encanto de sus ojos y sonrisa, a su facilidad de palabra y a su vida íntima que según versiones populares de la época la relacionaban con diversos integrantes de la aristocracia virreinal -con José Mariano Beristaín de Sousa, canónigo de la catedral metropolitana, además de ser su compadre, con Simón Bolívar, con Alexander von Humboldt, con Agustín de Iturbide, primer emperador de México entre otros-, sin que hasta hoy exista certeza sobre estas supuestas relaciones amorosas.
ENTRE FIESTAS Y BAILES
Sus padres la casaron a los quince años de edad con el noble José Jerónimo López de Peralta de Villar Villamil y Primo; esta decisión obedeció a su comportamiento desinhibido. Durante un tiempo su conducta como esposa fue ejemplar, pero como era asidua a fiestas, bailes, conciertos, noches de teatro, paseos y tertulias, empezó a tener problemas con su esposo quien era de carácter violento y celoso, en repetidas ocasiones la golpeó; situación que la llevó a emprender un litigio de divorcio, pero pronto su aún esposo falleció. Tiempo después volvería a casarse con Mariano Briones, un importante noble de la capital del Virreinato de la Nueva España. Este enlace no duraría mucho, porque don Mariano un hombre de edad avanzada murió pronto.
Su comportamiento siempre fue tolerado en aquella sociedad exigente y mojigata, o al menos, le tenían cierta condescendencia y acaso algunas damas de este grupo social le envidiaban porque creían también ser merecedoras del goce de un amor prohibido del que supuestamente disfrutaba.
AMIGA DEL CURA MIGUEL HIDALGO
Lo que la aristocracia virreinal no le perdonaría fue el de simpatizar con la Independencia y de propagadora de manera desinhibida. Cómo fue que esta hermosa mujer perteneciente a la aristocracia de la Ciudad de México se convirtió en una ferviente partidaria de las ideas de independencia y en una de sus principales promotoras. A la respuesta de estas interrogantes nos dedicamos en adelante.
Como se ha expuesto en colaboraciones anteriores, el cura Miguel Hidalgo y Costilla era un hombre, ladino, sutil, astuto por lo que era conocido con el sobrenombre de “El Zorro”, de ahí que fuera sociable y amigable con todos, lo que propiciaba que hiciera buenos amigos en todas partes. Entre esos amigos estaban el tercer conde de Sierra Gorda, que era el canónigo Mariano Timoteo Escandón y Llera, Manuel Abad y Queipo, gobernador y vicario capitular de la diócesis de Michoacán, el intendente don Juan Antonio Riaño, Juan Vicente Alamán, y su esposa, María Ignacia Nepomuceno
Escalada -padres de don Lucas Alamán-. A esta relación se deben agregar algunos muy especiales, radicados en la capital de la Nueva España, como el conde de San Mateo de Valparaíso, entre otros miembros de la aristocracia; de los que sobresalía la célebre Güera Rodríguez, quien por su comportamiento andaba en las lenguas de todos.
De ahí que no es extraño que Hidalgo con su facilidad de palabra convenciera a María Ignacia Rodríguez de Velasco a ser partidaria de las ideas de Independencia por lo que empezó de manera discreta a contribuir con dinero.
Entre los eventos en que participó de manera activa destaca en 1808, el movimiento separatista del Ayuntamiento de la Ciudad de México dirigido por el licenciado Juan Francisco Azcárate y Ledesma. Al fracasar este movimiento fue desterrada mediante decreto por dos años a la ciudad de Querétaro por “perturbar la quietud pública”.
Descubierto el movimiento de Independencia el 13 de septiembre de 1810, se dijo que la Güera Rodríguez proporcionaba recursos económicos para el movimiento subversivo y aunque la denuncia no trascendió, en 1814 fue de nuevo delatada. En la carta que la denunciaba se refiere también a unas reuniones con los rebeldes Rafael Vega y Francisco Velasco y a una correspondencia con Leona Vicario. Según esta misiva la Güera Rodríguez solicitaba que se le considerara por sus “contribuciones y servicios”, ya que a pesar de que para entonces era una mujer sola y desvalida se había expuesto y había apoyado al movimiento más que los hombres.
Es posible que estas acusaciones fueran verdaderas debido a que, por esta época, ya habían muerto los pioneros del movimiento de Independencia y los insurgentes que asumieron el mando, desconocían el apoyo inicial brindado por la Güera Rodríguez. Situación que propició que se ocuparan sus haciendas San Isidro y Santa María en Guanajuato ocasionando graves daños.
ENFRENTA DIFICULTADES ECONÓMICAS
En 1817 la Güera Rodríguez, se encontraba en una situación económica difícil, los ingresos de su hacienda de la Patera eran exiguos, además, el precio de sus posesiones habían disminuido. En lo que estuvo dentro de sus posibilidades trató de recuperarse, ayudada por sus buenas conexiones con personas importantes. En 1817 firmó un contrato con el capitán Domingo Malo, quien tomó la administración de varias de sus haciendas y arrendó el Molino Prieto del mayorazgo de Villamil por cuatro mil seiscientos pesos anuales; su aval fue su primo, Agustín de Iturbide.
Para entonces su apoyo a la Independencia consumada en 1821, se mostró con mayor vigor. De hecho, el 13 de septiembre de 1821, Iturbide se reunió con el mariscal Francisco Novella y el capitán general Juan O’donojú para acordar la Independencia en su hacienda de la Patera. Luego, durante el Imperio de Iturbide, ella y su familia tuvieron una relación estrecha con el régimen. Según la historiadora Silvia Marina Arrom, sus hijos, yernos, dos sobrinos y una nieta ocuparon cargos en la corte imperial.
Al caer el Imperio, La Güera Rodríguez se casó por tercera vez con Juan Manuel de Elizalde, un chileno que ocupó cargos relevantes en el gobierno republicano. Durante la etapa del México independiente la información sobre esta destacada mujer es escasa, al parecer a partir del matrimonio con Elizalde, su furor se apaciguó y vivió una vida tranquila.
De esta manera terminaría la vida de María Ignacia Rodríguez de Velasco y Osorio Barba: La Güera Rodríguez. Su contribución al movimiento de Independencia se iría distorsionando y diluyendo con el transcurso del tiempo, hasta el final del siglo pasado no hubo para ella reconocimiento oficial alguno como sucedió con otras heroínas. En los inicios del presente siglo sus aportes a la independencia han adquirido relevancia y se empiezan a reconocer. En su vida pesó más la fama de su belleza, su picardía y su leyenda de supuestos amoríos con célebres personajes, que su participación en el movimiento de Independencia nacional.