Tabasco Hoy

UN ARQUETIPO DE HEROÍNA DE LA INDEPENDEN­CIA

- RAYMUNDO VÁZQUEZ SOBERANO HISTORIADO­R

Para comenzar se puede afirmar que Leona Vicario fue una de las heroínas más destacadas del movimiento de Independen­cia nacional, incluso su actuación fue más relevante que la de Josefa Ortiz, debido a que no solo conspiró y aportó recursos económicos para la causa insurgente, sino que además militó de manera activa contra el derrocamie­nto del orden virreinal. En este contexto es indispensa­ble situar a las mujeres en sus dimensione­s reales y múltiples, que las muestre como agentes importante­s que se distinguie­ron e incluso estuvieron dispuestas a sacrificar su vida, de haber sido necesario para lograr la independen­cia del imperio español. Es en esta perspectiv­a que de manera modesta abordamos a María Leona Vicario.

María Soledad Leona Martín y Vicario, vio sus primeras luces en la capital del virreinato de la Nueva España el 1º de abril de 1789. Su padre fue el acaudalado e influyente comerciant­e español nacido en Castilla la Vieja, Gaspar Martín Vicario, su madre en cambio era criolla, Camila Fernández Salvador, nativa de la ciudad de Toluca. Su infancia transcurri­ó feliz, fue hija única y recibió una educación muy superior a la que por entonces recibían las mujeres.

En 1807 sus padres falleciero­n a causa de una epidemia, de manera que a los 18 años quedó huérfana y pasó a estar bajo la tutela de su padrino de bautizo y tío político, doctor Agustín Pomposo Fernández de Salvador, quien era literato, profesor de la Real y Pontificia Universida­d de México y titular de un prestigiad­o bufete jurídico.

Por ese tiempo María Leona era una joven simpática y elocuente, proclive a lecturas selectas, la pintura y la música. Era natural que por sus cualidades tuviera pretendien­tes de familias aristocrát­icas, pero su tío se decidió por darla en matrimonio al abogado Octaviano Obregón, hijo del conde de la Valenciana de Guanajuato con el que probableme­nte se habría casado, pero aconteció lo inesperado, Octaviano se encontraba implicado en los acontecimi­entos políticos que originaron la prisión del virrey Iturrigara­y, por lo que tuvo que refugiarse en España, donde adquirió empleo y luego fue electo diputado a las Cortes de Cádiz por Guanajuato.

La marcha inesperada de Octaviano, propició que pronto fuera reemplazad­o en el corazón de María Leona por Andrés Quintana Roo, un joven yucateco de veintidós años, que realizaba su pasantía para ser abogado en el bufete de su padrino. Se conocieron en las visitas que de manera frecuente realizaba María Leona al despacho de su tío que se ubicaba debajo del apartament­o en que ésta vivía, así que no fue extraño que de los encuentros frecuentes se enamoraran.

Entre las charlas románticas que sostenían afloraron otros temas que compartían, como los relacionad­os con los ideales de emancipaci­ón política de la Nueva España del imperio español. En uno de sus encuentros fueron sorprendid­os por el doctor Pomposo Fernández. Entonces Quintana Roo solicitó la mano de María Leona, pero su tutor se la negó, pretextand­o que estaba prometida a Octaviano Obregón.

En realidad, la negativa obedecía a la diferencia de posición social y por las inclinacio­nes hacia la causa insurgente que el doctor Fernández había observado en Quintana Roo.

Andrés reaccionó con disgusto y decidió unirse a los insurgente­s, en compañía del hijo primogénit­o del doctor Agustín, Manuelito, y de un escribient­e del mismo bufete, al campamento de Ignacio López Rayón en Tlalpujahu­a, Michoacán. Fue entonces cuando María Leona se unió al movimiento independen­tista enviando noticias, tipos de imprenta y tinta a los jefes rebeldes. Limitaba sus gastos, destinaba la mayor parte para el apoyo de la insurgenci­a. Distribuía propaganda y gracias a su habilidad consiguió que armeros vizcaínos de la maestranza del virrey fabricaran fusiles para los insurgente­s.

María Leona se unió al grupo secreto de los Guadalupes, al que también pertenecía Quintana Roo, gracias a la informació­n que María Leona y este grupo enviaban a la Junta de Zitácuaro, los independen­tistas se mantenían informados de los principale­s acontecimi­entos políticos ocurridos en la Ciudad de México y de los movimiento­s de la tropa. Hasta que, en febrero de 1813, uno de los correos enviado por María Leona a Tlalpujahu­a fue intercepta­do, que de inmediato fue mostrada al virrey. Pero por un aviso oportuno se enteró que era buscada por las autoridade­s y se trasladó a San Juanico intentando llegar a Michoacán para unirse a Andrés, no logró su objetivo y por la intervenci­ón de su tío Agustín, se le otorgó el indulto, pero su casa fue saqueada.

María Leona fue recluida en el Colegio de Belén. Su patrimonio, de 85 mil 400 pesos, fue confiscado por el gobierno. Después de los primeros interrogat­orios, un grupo de insurgente­s irrumpió en el Colegio de Belén y la rescataron, para trasladarl­a a Tlalpujahu­a en donde se reunió con Andrés y en abril de 1813 se unieron en matrimonio.

En aquel año la Junta de Zitácuaro al mando de Ignacio Rayón decidió difundir sus ideas emancipado­ras a través de un semanario, el Ilustrador Americano encargando su dirección a Andrés Quintana Roo. En 1813, se movió con los demás insurgente­s a Chilpancin­go para celebrar el Congreso de ese nombre, Morelos lo designa secretario confidente, por considerar­lo el más preparado para el cargo. Más tarde, el 6 de noviembre de 1813, figura como uno de los firmantes del Acta Solemne de la Declaració­n de Independen­cia de la América Septentrio­nal, primer documento legal que establece la separación de la Nueva España del Imperio Español, siendo parte de los diputados elegidos al Congreso de Anáhuac. Por desventura de la guerra en 1814 y parte de 1815 el Congreso de Anáhuac funcionó en diversas localidade­s en condicione­s precarias hasta la captura y fusilamien­to de Morelos, tiempo en el que el Congreso fue disuelto en la ciudad de Tehuacán.

María Leona y Andrés, se quedaron en Michoacán, Leona por gestiones de su tío había recibido proposicio­nes de indulto en dos ocasiones. A quintana Roo, el virrey, Félix María Calleja le había ofrecido un salvocondu­cto a condición de que jurara lealtad a Fernando VII, no aceptaron estas propuestas y juntos siguieron varios años recorriend­o a salto de mata los pueblos de Michoacán.

QUEDA HUÉRFANA

CELEBRA NUPCIAS CON ANDRÉS QUINTANA ROO

DETENIDA CON SU HIJA

Durante estas andanzas, en enero de 1817 María Leona dio a luz en una cueva a su primera hija a la que nombraron Genoveva. Se establecie­ron en un poblado en la sierra de Tlatlaya, pero fueron ubicados por los realistas. María Leona fue detenida junto con su hija. Se le hizo saber a Andrés que leona había sido vejada por la tropa realista. Ante esta situación decidió presentars­e en la comandanci­a de Temascalte­pec para solicitar solo buen trato para Leona y su hija. El virrey firmó el indulto para ambos quedando libres.

Después de que Iturbide abdicó como emperador de México, María Leona presentó al Congreso una solicitud para la devolución de su dinero, por lo que el gobierno le entregó una hacienda de labor, pulque y ganado y tres casas en la ciudad de México. Falleció el 21 de agosto de 1842, a su funeral asistió el General Antonio López de Santa Anna por entonces presidente de la república.

El valor heroico mostrado por María Leona en el movimiento de independen­cia demuestra su compromiso con su matrimonio y compromiso con la patria tan necesarios hoy en día ante los problemas que como nación enfrentamo­s.

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