MARÍA TOMASA ESTÉVES Y SALAS SEDUCTORA DE REALISTAS
José Joaquín Fernández Lizardi, el autor de la famosa obra El Periquillo Sarniento, comentó al iniciar el México Independiente, que reducir a las mujeres que se distinguieron por su participación en el movimiento independentista a un número determinado era una tarea imposible, conociendo esta situación, a riesgo de cometer una injusticia, se aventura a mencionar a un grupo que ronda alrededor de cien heroínas. Las que como se ha expresado en colaboraciones anteriores ganaron este adjetivo por las actividades que desarrollaron como conspiradoras, espías, correos e informantes; compañeras de armas y dirigentes de ejércitos; enfermeras, tipógrafas, costureras; recaudadoras de peculios, armas y pertrechos, y agentes persuasivos para que los realistas se pasaran al bando insurgente. Al desempeñar actividades tan riesgosas, muchas fueron descubiertas por las autoridades virreinales y reducidas a prisión, violadas, confiscados sus bienes, degradadas socialmente o ejecutadas. Entre las que sufrieron la pena capital, se encuentra la protagonista de esta colaboración: María Tomasa Estéves y Salas.
LA FRINÉ MEXICANA
María Tomasa Estéves vio sus primeras luces en la villa de Salamanca, perteneciente a la intendencia de Guanajuato en el año de 1789, su familia era humilde, desde su pubertad empezó a distinguirse por su belleza, la cual se acentuó con el paso de los años, por lo que empezó a ser conocida como la Friné mexicana en alusión comparativa con la hermosa griega Friné, también de extracción humilde y luego inspiradora de parte de la obra del famoso escultor Praxíteles.
El profesor Fulgencio Vargas, un apasionado investigador de la historia de Guanajuato muestra a la salmantina de la manera siguiente: “[…] era de agraciado semblante, de maneras finas y delicadas, de nobles y destacados sentimientos, modesta en el vestir, pero siempre aseada en su persona”.
Al estallar el movimiento insurgente, María Tomasa y su madre se encontraban dedicadas a las labores hogareñas y además trabajaban en Salamanca, su esposo había caído en combate en los primeros enfrentamientos entre insurgentes y realistas. Como compartía las ideas emancipatorias al poco tiempo se unió a la causa independentista, además de su imponente belleza, era una mujer valiente y segura de las decisiones que tomaba.
Al inicio su participación fue discreta, se ocupó de atender a los heridos, enfermos y en la ayuda a otras mujeres que preparaban los alimentos al ejército insurgente. Luego a estas labores, se añadirían otras de riesgo, como fueron las de infiltrase en las inmediaciones de Salamanca ocupadas por los realistas para recabar información confidencial de utilidad para los dirigentes de la causa emancipadora, tareas en las cuales fue apoyada por sus paisanos el sacerdote Rafael Garcilita y los insurgentes, Albino García Ramos y
Andrés Delgado.
Tiempo después inició su protagonismo, cuando por su radiante belleza y sagacidad se le asignó la difícil misión de convencer mediante sus encantos a los integrantes del ejército realista para que desertaran y se unieran al movimiento insurgente, fue en esta actividad donde alcanzaría su mayor notoriedad. Los realistas la comenzaron a señalar como “la principal agente en procurar la deserción” en las tropas del virreinato que actuaban en la zona de Salamanca.
Para cuando María Estéves y Salas había alcanzado popularidad, las cabezas de los pioneros del movimiento insurgente colgaban en las esquinas de la alhóndiga de Granaditas en la ciudad de Guanajuato como trofeos del gobierno virreinal y a la vez como muestra de lo que podía suceder a quienes se atrevieran a desafiar al imperio español. Sin embargo, esta medida no causó los efectos esperados por el virrey José María Venegas y el capitán general del ejército realista, Félix María Callejas del Rey. La estafeta del movimiento insurgente fue tomada por Ignacio López Rayón y José María Morelos, la lucha por la independencia en lugar de menguar se recrudeció. A diario en la región del bajío y en especial en Guanajuato había combates.
En Guanajuato los jefes del ejército realista comisionados para combatir a los insurgentes eran el capitán Alejo Pedro María de los Ángeles García y Conde y su superior Agustín de Iturbide; éste se había destacado por su destreza militar en el territorio de Yuriria, donde había infringido terror por sus severas medidas en contra de los pueblos que consideraba brindaban apoyo a los insurgentes. Su crueldad propiciaba la tortura y el fusilamiento masivo de la población luego de confiscarles sus bienes; en los pueblos se apropiaba de las mercaderías y granos acto seguido los incendiaba, saqueaba las haciendas que a su paso encontraba. Entonces para neutralizarlo los insurgentes comisionaron a Tomasa Estévez para seducirlo y obtener de él información confidencial sobre los planes de ataque del ejército realista.
PELIGROSA HABILIDAD SEDUCTORA
En esta ocasión Estévez no logró cumplir con su misión, los realistas ya estaban persuadidos del peligro que representaba su habilidad seductora. Al inicio de agosto de 1814, durante un combate sostenido entre insurgentes y realistas en las inmediaciones de Valtierrilla, Guanajuato. María Tomasa fue capturada por los realistas. Al respecto Luis González y Obregón refiere que el capitán Alejo Pedro María de los Ángeles García, hizo del conocimiento de Iturbide la captura de un grupo de insurgentes, entre los que figuraba María Tomasa, éste no tuvo consideración con ninguno de los prisioneros y menos con María Tomasa, siempre, en su etapa como realista, mostró severidad extrema con las mujeres que eran partidarias de la insurgencia. Dio la orden de fusilarlos a todos, la orden se cumplió el 9 de agosto de 1814 en la villa de Salamanca. Luego dio indicaciones para que la cabeza de María Tomasa se colgara en la plaza central de la villa. Iturbide informaría después a Callejas que se había fusilado a María Tomasa Estéves, insurgenta dedicada a seducir a elementos de la tropa.
Uno de los inconvenientes que ha evitado el reconocimiento de María Tomasa Estéves como heroína nacional durante la guerra de independencia, es que se le recuerda más por su belleza física y se deja de lado su valentía y firmeza en sus decisiones mostradas en diversos momentos en favor de la independencia de nuestro país. Si su anhelo por mirar una nación independiente del imperio español, no hubiera sido tan fuerte en María Tomasa hasta llegar al sacrificio. Su vida hubiera sido distinta al estado de pobreza en que nació y murió.