Tabasco, el reimpulso de AMLO y CMMC
Al cierre del año pasado, Tabasco ocupó el primer lugar nacional en crecimiento económico y generación de empleo. El dato fue revelado por el gobernador del estado, Carlos
Manuel Merino Campos.
Es cierto, no sólo la entidad sino el sureste del país, ha registrado avances que no se conocían antes de 2018 cuando AMLO obtuvo la Presidencia de la República; la razón es simple: sobre esta región del país se ha volcado una inversión pública sin precedente. No es sólo un sentido de paisanaje, sino un acto de justicia política y presupuestal de quien encabeza el Gobierno Federal hacía el estado que, por décadas, aportó al país un significativo porcentaje del
Producto Interno Bruto con su producción de hidrocarburos lo cual, debe decirse, financió gran parte del desarrollo industrial y de infraestructura del norte y centro del país, mientras Tabasco y el Sureste fueron relegados de los grandes proyectos que se decidían en Los Pinos para favorecer a Nuevo León, Coahuila, Chihuahua, Jalisco, Edomex, Querétaro y Puebla principalmente.
Ahora, la Refinería Olmeca en Dos Bocas, el Tren Maya y el Transístmico, junto a otras obras de menor cuantía presupuestalmente hablando, pero no menos importantes en carreteras, centros educativos y de salud, han multiplicado el empleo tanto directo como indirecto en la zona como consecuencia de la inversiones nuevas o ampliación de las existentes.
De ese modo, Tabasco recupera la preponderancia que siempre debió tener por su ubicación geográfica y sus recursos naturales incluidos los petrolíferos junto a su enorme potencial de generar energía fotovoltaica, pero los gobiernos del PRI lejos de llevarlo a ese lugar, saquearon las arcas tabasqueñas, salvo Leandro Rovirosa Wade y Enrique González Pedrero, quienes sí desarrollaron al estado, el resto de las administraciones tricolores lo hundieron y en el sexenio de Arturo Núñez se le dio el “tiro de gracia”. Hoy, con AMLO y Merino Campos, el estado se reencauza para bien, se tiene rumbo y compromiso.