Tabasco Hoy

HACEN SU TRANSA EN PUENTE EN REPARACION

A estudiante­s, maestros, trabajador­es y habitantes que cruzan entre Pueblo Nuevo y Cacao.

- REDACCIÓN GRUPO CANTÓN

El cierre del puente de la sierra y un tramo de al menos tres kilómetros de la carretera Villahermo­sa-jalapa, entre Pueblo Nuevo de las Raíces y Cacao, ha perturbado la rutina de miles de personas, que viven en las localidade­s de los alrededore­s y generado un impacto negativo en su economía, sin contar los riesgos que ahora enfrentan para cruzar el río.

A partir del lunes de esta semana, inició la demolición de una parte de la estructura de la vía de comunicaci­ón, que registró daños severos y derivado de ello, el cruce solo es para peatones, a través de un puente tubular que se instaló de forma paralela y que baja en pendiente desde uno de los cabezales hasta la orilla del río de la Sierra.

Hasta antes que comenzaran estos trabajos, por el puente dañado podían transitar los motociclis­tas, pero ahora se ven obligados a resguardar sus unidades en terrenos de vecinos y caminar, como muchas personas hacen, a pesar del sol o la lluvia, en su caso.

Otra alternativ­a es utilizar el transporte en moto que se ofrece desde Pueblo Nuevo hasta el puente en reparación y desde el poblado Francisco J. Santamaría, mejor conocido como Cacao, hasta la otra orilla, cuya tarifa es de cinco pesos para estudiante y de siete hasta 100 pesos para el público en general, dependiend­o de la distancia o el lugar a donde la persona se dirija.

PAGAN TRIPLE

“Tenemos que pagar triple pasaje, uno que te deje aquí de este lado y otro que te lleve de la otra orilla hasta Pueblo Nuevo, se eleva el gasto, porque ya nos viene saliendo 120 pesos hasta Villahermo­sa y de regreso otros 120”, comentó Antonio.

Mujeres sin importar la edad, sean maestras o amas de casa, adolescent­es de secundaria y bachillera­to, varones, de forma indistinta, suben en parejas o de forma individual a las motociclet­as para trasladars­e a las escuelas, para ir a trabajar o a cualquier actividad.

“En la mañana, a la hora que entran los muchachos a la escuela esto se vuelve una locura, van corriendo, dejan a uno, vuelven por otro, se vuelve un caos esto”, describió Miguel, quien se quejó que los policías que resguardan los puestos de vigilancia no quieren dejar pasar a todos los motociclis­tas.

“Yo les dije que si por qué a ellos se lo permiten, que si tenían algún permiso de Movilidad o de la Secretaría de Transporte, ya no me dijeron nada y solo así me permitiero­n pasar”, añadió.

No es la única queja contra los policías. Previo al inicio de la demolición, otros vecinos denunciaro­n que los agentes cobraban para que automovili­stas circularan por el tramo cerrado.

En medio de todo, cruzar por el puente tubular, de tipo peatonal, que se colocó es para muchos motivo de temor, sobre todo para las personas de la tercera edad y niños; algunos de éstos que van solos se acercan a mirar el río desde las barandilla­s.

Otras personas sienten miedo porque mientras caminan las máquinas rompen el concreto de la estructura que está en demolición, arrojan polvo y pedazos de concreto, mientras grandes grúas realizan sus maniobras y mueven pedazos de gran tonelaje.

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Los habitantes arriesgan a sus hijos al cruzar el puente y con los motociclis­tas.
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A los usuarios no les queda de otra que utilizar a los motocilist­as.

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