Circula en redes
Se ha vuelto una práctica común de algunos medios propagar rumores, información falsa, imágenes sensacionalistas e incluso vulgares a través de sus cuentas de redes sociales, etiquetándolas con la frase: circula en redes.
Y en un primer momento, surge la pregunta: ¿las redes son ahora un tamiz que valida o confirma hechos, acontecimientos o autoriza la difusión de imágenes crudas o vulgares?
Las redes sociales constituyen una extensión de los medios de comunicación tradicionales: prensa, radio y televisión. Representan incomparables herramientas para alcanzar a otros públicos, generar conversación, debate, comunicación, pero por su naturaleza, no pueden utilizarse de forma irresponsable.
Como cuentas de un medio de comunicación,su manejo o administración debe reflejar las buenas prácticas de la marca que representan, su compromiso ético y apego a la verdad, al rigor periodístico, evitando sobre todo el sensacionalismo o el amarillismo, que tanto desprestigio causa al gremio.
En días pasados, un post de la cuenta de Twitter de la radiodifusora XEVA
Tabasco, difundió un video que muestra a dos jovenes, presuntamente estudiantes de bachillerato, sosteniendo relaciones sexuales.
Sin desparpajo, los identificó y los presentó como alumnos del COBATAB y colocó la ya desgastada y poco afortunada, para estos casos, etiqueta de: circula en redes, para publicarla.
Lo primero que este reportero se preguntó fue: ¿Es nota eso? ¿Desde qué ángulo se le puede considerar una noticia, una evidencia o contenido que deba difundir un medio de comunicación?
Por lo menos, la persona que subió el post cuidó de colocar bluer a la imagen para que Twitter no los fuera a penalizar. Pero, si se analiza bien, la difusión de este contenido incluso podría considerarse un delito, en términos de lo que ahora dispone el código penal o la llamada Ley Olimpia. Nadie puede poseeer ni mucho menos difundir imágenes íntimas de otra persona, sin su consentimiento, así sea medio de comunicación.
Más allá del aspecto legal, sin embargo, está el descuido, la falta de supervisión, la grave omisión de no establecer normas internas para la administración de las redes sociales en los medios. La improvisación cuesta y cuesta mucho.
Hoy muchos periodistas y medios enfrentan demandas millonarias por daño moral, por estas omisiones, por faltar a la verdad, al rigor y a la ética.