‘¿Podrá vivir con lo que ocasionó?’
Si le preguntan a Karina Jiménez acerca del perdón a la mujer que mantiene al borde de la muerte a su padre Enrique Guerrero, diría que no, que ese sentimiento no existe.
“Quisiera verla, quisiera preguntarle que si podrá vivir con esto que ocasionó, no nada más con la discapacidad de mi papá, con la muerte que ocasionó, que si podrá vivir con esto en su conciencia, y no, no la perdonaría…”.
A Enrique lo conocen como “Quique Piñatas” en el barrio del Águila de Oro, de los más viejos de nuestra ciudad, todos conocen ese sobrenombre. Es el de un hombre trabajador, que a duras penas respira.
La mala fortuna se ensañó con “Quique” la noche del miércoles 20, cuando Alejandra Valdés Ávalos, una joven conductora en estado de ebriedad, lo prensó contra la pipa con la que trabajaba, perdió la pierna derecha. Además su pelvis y columna no están del todo bien, aún se encuentra en terapia intensiva, convaleciente, grave.
La familia está devastada, con el temor a que ocurra lo peor, pero también con la esperanza viva.
“Tengo bien presente que Dios es el que juzga, pero yo no la perdonaría, por el momento no… mi padre sí, estoy segura de eso, su corazón es muy grande y en el no cabe una pizca de rencor”, dice Karina.
Tenía apenas 6 meses laborando en el Municipio, logró el trabajo gracias a su dedicación y lo consiguió para tener prestaciones, para poder conseguir una casa y en un futuro poder retirarse, y tener un patrimonio para su única hija y sus tres nietos.
Pese a tener un trabajo formal, la verdadera profesión de Enrique Guerrero es la de artesano, elabora piñatas en un modesto taller que acondicionó en casa de su madre, en la calle de Bolívar, el viejo barrio de Saltillo.
Para las 08:00 horas ya estaba haciendo piñatas, desde joven adoptó ese oficio, que por más de 20 años, le ayudó a sacar a su familia adelante.
“Las cosas que menos esperas en la vida son las que suceden, y no queda más que echarle ganas, esta tragedia se pudo haber evitado, la joven lo pudo haber evitado, sus amigos, tenemos mucha información respecto al alcohol y las drogas, pero la decisión es de uno. No fue un accidente, no tengo las palabras, pero sé que esto no fue un accidente”, dice Karina, la hija del empleado del Municipio arrollado por una joven ebria junto con su compañero, quien no sobrevivió.
“Quique” en su convalecencia pidió a un concuño, amigo cercano de la familia que pasara lo que pasara le encargaba a su familia, a su hija y nietos, que sólo saben que su abuelito está en el hospital, pero no conocen la gravedad de la situación.
El tiempo dirá lo que se tenga que pagar, las culpas que se tengan que lidiar. Mientras tanto, Alejandra Valdés, está en libertad con un brazalete electrónico; el jueves, se llevará a cabo la audiencia de vinculación a proceso por el delito de homicidio doloso y lesiones gravísimas.