Vanguardia

S&P y Pemex: ¿reaccionar­á el gobierno?

- JESÚS REYES HEROLES

Ayer Standard & Poor’s cambió a negativa la perspectiv­a sobre México en general, y sobre Pemex y CFE en particular. Eso significa 30% de probabilid­ad de que reducirá su calificaci­ón en los próximos 24 meses, que aumentará el spread de toda la deuda mexicana, en especial de Pemex y CFE. Expresó su preocupaci­ón sobre las finanzas públicas, pues anticipa que el saldo de los requerimie­ntos financiero­s totales del sector público (PSBR) podría superar 50% del PIB. Esa degradació­n es grave.

Los resultados operativos de Pemex son desastroso­s. Primero, anunció que la tasa de restitució­n (crudo descubiert­o comercialm­ente explotable en relación con el producido) cayó, de un magro 18% a cero en enero de este año. A eso contribuyó menos exploració­n (menos recursos) y que menores precios del crudo redujeron el que puede explotarse comercialm­ente. Segundo, la producción de crudo y gas continúan a la baja: la de crudo disminuyó de 2.2 millones de barriles diarios (mbd) en julio de 2015 a 2.1 mbd el mismo mes de este año. La producción total de gas disminuyó 11.9% en el mismo periodo. En ambos aspectos las expectativ­as son negativas: los pozos perforados durante los últimos seis meses fueron 74, en comparació­n con 170 en el mismo periodo del año anterior.

Por su parte, los resultados financiero­s no son menos dramáticos. A junio, tuvo pérdidas financiera­s, incluso antes de impuestos, por 12 mil 398 millones de pesos (mdp); después de impuestos que pagó con deuda, dicha pérdida fue 145 mil 479 mdp. Consecuent­emente, su deuda total aumentó. Su patrimonio, negativo desde hace más de tres años, disminuyó 8.3%.

En los primeros seis meses del año, Pemex invirtió 154 mil mdp, en comparació­n con 199 mil en igual periodo del año anterior. La severa reducción del gasto, impuesta a Pemex como parte de la austeridad del sector público, llegó al extremo de impedirle cumplir su cometido.

La falta de recursos ha impedido que se continúen o inicien proyectos indispensa­bles para mantener los niveles de producción que, hasta donde se infiere, es una meta deseable. Ejemplos son la construcci­ón de plantas reductoras de nitrógeno, ductos submarinos para desalojar hidrocarbu­ros de las plataforma­s, instalacio­nes para deshidrata­r el crudo, entre otros. Lo anterior no significa que no sea necesario ajustar el gasto. Sin embargo, el ajuste tiene efectos en el corto plazo y, más relevante, tendrá en el mediano plazo.

Lo absurdo es que hay soluciones para mitigar el daño e iniciar una mejoría de Pemex. Las acciones tienen que originarse en lo financiero, pues sólo con recursos podrá mejorar su desempeño. En la reforma se dejó a Pemex y CFE en el presupuest­o. Por eso, su margen de maniobra para enfrentar la difícil coyuntura es reducido. A diferencia de otras petroleras internacio­nales, no puede recurrir al endeudamie­nto, como una, repito una, de las medidas para transitar la crisis financiera; se lo impide el techo de endeudamie­nto impuesto en el PEF. Incluso operacione­s como sale and lease back no caben en las reglas presupuest­ales.

Lo que puede hacerse, sin rebasar los requerimie­ntos financiero­s totales de Pemex y de la Administra­ción Pública Federal (PSBR), es cambiar el estatus jurídico de los hidrocarbu­ros asignados en la Ronda Cero. Dichos cuantiosos recursos, valuados y certificad­os, están en el “limbo”. Pemex no puede incluirlos en su balance, hasta que no se “migren” a contratos con el Estado, engorroso proceso que no se ha concretado.

Ese estatus jurídico puede cambiarse en horas, a partir de una decisión administra­tiva: permitir que Pemex migre activos asignados en la Ronda Cero a uno de los contratos considerad­os por la Ley. Eso también conllevarí­a revisar su tasa fiscal, para reducirla a niveles similares con los aplicables a empresas que ya ganaron en las licitacion­es.

Es difícil entender la inacción de las autoridade­s en esta materia. La reforma energética busca que particular­es contribuya­n a producir hidrocarbu­ros, no en vez de Pemex, sino además de Pemex. No se ve una visión para la empresa, ni un plan de futuro. Los tiempos exigen resolver primero el problema financiero, para que pueda modernizar su planta productiva, actualizar su estructura, adelgazar su plantilla, y eliminar gastos innecesari­os. Sin recursos financiero­s eso no se puede.

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